"¿Qué está pasando? Hace unas semanas mi vida era tranquila, rutinaria, aún con la intervención de Arsen... De pronto, todo cambió... Mi libro... Yedaky, esa herida abierta en su pecho, mi abuela en el hospital, esos mensajes en su teléfono.
Ahora estoy encerrada, en la cama de un hotel... Nunca había estado en un hotel ahora que lo pienso, sin embargo, el silencio me agobia, ni siquiera se escuchan los grillos cantar aquí en la ciudad, ¿dónde estoy? Quisiera que al menos Yedaky estuviera a mi lado... Aunque ahora que lo pienso, seguramente mi actitud fue lo que le ahuyentó
Abuela ¿Estás bien? Necesito que te recuperes, sin ti me siento tan vulnerable..."
Al día siguiente, Miila despertó alrededor del mediodía. Yedaky no había vuelto y la puerta de la habitación seguía cerrada. Desconcertada, se apresuró a asomarse por el balcón y notó que el camión ya no estaba en el estacionamiento.
-No puede ser... Me abandonó ¿Por qué? ¡No tenía por qué hacerlo! – Exclamó corriendo hacia la puerta con la intención de intentar abrirla, pero en el momento que ella giró la perilla sintió que del otro lado también la habían girado al mismo tiempo.
Miila retrocedió para evitar ser golpeada por la puerta ya que la abrieron con impulso.
-Pensé que te encontraría durmiendo. ¡Buenas tardes, Miila! – Le dijo Yedaky en forma de saludo.
- ¡Creí que te habías ido sin mí! ... ¡Perdón por lo que te dije anoche! -Le respondió Miila deteniendo la puerta para mantenerla abierta.
Yedaky se sorprendió y aceptó la disculpa no dándole mucha importancia al tema, quería pasar de ello, luego extendió la mano para entregarle a la chica una bolsa de compras.
-Vine en la mañana, pero te mirabas tan linda durmiendo que no fui capaz de despertarte, mi camiseta de ayer quedó inservible... fui a comprar algo de ropa ya que no teníamos previsto quedarnos esta noche -. Dijo colocando la bolsa en las manos de Miila. - ¿Por qué no te das una ducha y te pones esto? Lo escogí para ti
Miila se quedó callada un momento mirando la bolsa, luego de su pequeña discusión la noche anterior, analizó su respuesta pues quería evitar una nueva diferencia. Mostrándole una sonrisa agradeció el gesto y se dirigió al baño.
Al momento de escuchar la puerta del baño cerrarse, Yedaky se dejó caer sobre la cama, había dormido de manera incómoda en el camión y no había descansado nada a causa del dolor que le causaba la herida. Sentir la suavidad de la cama le hizo relajarse al grado de dormirse.
Una vez en la ducha, Miila cerró los ojos, sintiendo como el agua de la regadera caía sobre ella -Creo que estoy demasiado a la defensiva con Yedaky- Murmuró para sí misma mientras lavaba su cabello -No es igual que Arsen, si quisiera hacerme daño, ya lo habría hecho-
De rato, salió de la ducha y revisó la bolsa que le había entregado Yedaky, sacó una camiseta blanca con mangas y cuello color rosa, en el centro tenía un pequeño rectángulo del mismo color, combinó esa camiseta con un pantalón de mezclilla.
A los pocos minutos de dormir profundamente, Yedaky comenzó a ver un sueño, en él se veía delante de una multitud que le daba la espalda y se alejaba, quedando una persona que al acercarse cayó al suelo.
-¡Despierta! ¡Por favor!- Decía Yedaky dentro de su sueño comenzando a llorar con desesperación –Por favor despierta…-
-Por favor…- Murmuró sin abrir los ojos.
Aun dentro del sueño, personas aparecieron detrás suyo, murmurando cosas que no alcanzaba a escuchar, en ese momento, al voltear a verlos con molestia, un resplandor en su pecho los disipó, quedando un grupo de personas con el mismo resplandor emanando de su pecho.
-¿Quiénes son ustedes?- Exclamó dentro de su sueño.
En el momento que el rostro de esas personas empezaba a aclararse, el sonido de la puerta del baño le despertó.
- ¡Ya terminé de bañarme! - Le dijo Miila saliendo del baño seguida de una nube de vapor, corriendo hacia donde estaba su compañía, empezó a curiosear en la bolsa de ropa mientras estaba de rodillas sobre la cama junto a Yedaky. -Creo que olvidaste sacar tu ropa-
La chica vació todo el contenido de la bolsa sobre la cama -Esta camiseta en especial me gustaría que la usaras-. Le dijo en un tono animado sosteniendo una camiseta roja con cuello en "V" -Si usas este color más seguido tal vez la mancha no se note tanto-.
Yedaky se incorporó tallándose los ojos. -Sí, me la pondré, dame un momento-. Le respondió bostezando, el despertar de pronto provocó que se le olvidara lo que acababa de soñar.
Miila inclinó la cabeza notando el cansancio que tenía Yedaky, colocando la camiseta sobre sus piernas, se rascó la mejilla y sonrió amablemente.
-Te pediría que descansaras un poco más, pero... Realmente necesito saber cómo se encuentra mi abuela-.
- ¿Esta vez si vas a entrar conmigo al hospital? -
-No...- Dijo Miila mostrando nuevamente inseguridad.
Yedaky se sentó en la cama, quedando de frente a la chica. -No voy a exigir que me cuentes todo acerca de ti-. Le murmuró mientras colocaba la mano sobre la suya. -Sólo te pido que no seas tan cruel al punto de dejarme fuera de tus asuntos-.
Miila retiró la mano y poniéndose de pie, le agradeció sus palabras.
-No puedo decirte nada- Respondió al mismo tiempo que parecía estar dudando de lo que había dicho –Ve a bañarte, no querrás que mi abuela y el señor Gary te vean usando la misma ropa dos días seguidos- Añadió intentando mantener el ánimo en la conversación.
Sin insistir y sin buscar obtener respuestas, Yedaky decidió dejar las cosas así, luego de bañarse, salieron del hotel y posteriormente al camión del señor Gary, se mantuvieron en silencio hasta el hospital.
-Vuelvo en un momento, iré a ver cómo está tu abuela- Dijo Yedaky dejando a Miila dentro del camión, entró al edificio, se identificó nuevamente en el área de recepción y se dirigió a la habitación.
En el camino vio pasar a personal del hospital hablando sobre pacientes en situación grave, tocando la herida en su pecho, empezó a sentir ansiedad, inquietud de hablarle a alguien acerca de ello.
Cuando por fin llegó a la habitación y estaba por abrir la puerta, alcanzó a escuchar una conversación dentro que le hizo quedarse afuera tomando la perilla sin girarla.
-No podré pagar todo con mis ahorros. Tendría que vender todo lo que tengo, pero si lo hago no tendré un lugar donde vivir-.
-Puedes venir a vivir conmigo, no te faltará nada y podrás usar el dinero de la venta de tu casa exclusivamente para tus tratamientos-.
-Necesito pensar un poco, por favor, dame unos días para tomar una decisión-
Luego de esa conversación, la puerta se abrió y una mujer muy adulta, con un atuendo ataviado, salió de la habitación. Yedaky se coló antes de que la puerta se cerrara de nuevo y vio a la abuela de Miila sentada en la cama. Con un semblante de desánimo.
- ¿Qué sucedió? ¿Qué le dijeron que tiene? - Le dijo Yedaky acercándose a la cama.
La mujer volteó a verle y le dio la noticia de que se encontraba muy enferma, que más allá de preocuparle su estado de salud, le preocupaba el hecho de verse forzada a vender su casa y la tienda para costear los gastos de su tratamiento, el cuál debía comenzar lo más pronto posible.
-¿Vender su casa y su tienda? Pero, si hacen eso, ¿Dónde van a vivir? Esa mujer le ofreció a usted vivir con ella, pero... No escuché nada acerca de qué pasará con Miila- Reiteró Yedaky.
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