La anciana se puso la mano en la cabeza.
-Miila no es mi nieta, no tenemos ningún lazo consanguíneo, es lógico que mi hermana no haya ofrecido su casa para ella, siempre mantuve a Miila como un secreto a mi propia familia, si se enteran que era parte de un grupo de refugiados son capaces de entregarla ellos mismos a la policía-.
Yedaky frunció el ceño y se sentó en una silla al lado de la cama -¿Miila es una refugiada? ¿Me está diciendo que ella nunca había salido de Everlight?- Expresó descansando los antebrazos sobre sus piernas en una postura de atención a lo que la mujer estaba por decirle.
La abuela de Miila sintió la inquietud en su visitante y comenzó a contarle al respecto.
-Hace 18 años, murió mi esposo... Teníamos una vida feliz a pesar de no haber tenido hijos, una vez que él falleció, mi hermana me ofreció vivir con ella para no estar sola.
Yo me negué, decidí abrir una tienda de flores y seguir adelante con mi vida en la casa que mi esposo y yo construimos, sin embargo, aunque siempre conté con el apoyo de personas que se preocupaban por mí, no podía negar que me sentía muy sola. –
Yedaky no hizo ningún movimiento y continuó escuchando con atención.
-Un año y medio después, una noche de tormenta, hubo un alboroto en las calles, mucha gente se dirigió a la playa, yo fui indiferente pues pensaba que se trataba de un simple escándalo, pero un amigo mío y de mi difunto esposo envió a alguien hasta mi tienda para pedirme acompañarlo pues se trataba de algo importante.
Cuando llegamos a la playa, nos encontramos con una embarcación pequeña en la cual todos sus tripulantes habían perdido la vida, al parecer habían atravesado el mar huyendo de un conflicto armado en su lugar de origen, pero fueron atacados durante el viaje y la embarcación estuvo a la deriva hasta quedar varada en la playa. Luego de despejar a la multitud de curiosos, un oficial de policía encontró entre los cuerpos un bebé.
Tuve mucho miedo al verla ahí, protegida entre los brazos de una persona inmóvil, algo nació en mí en ese momento, tal vez un instinto maternal guardado, era tan frágil, no pesaba nada al sostenerla, lloraba bastante, posiblemente tenía días sin comer.
El oficial de policía me la entregó, no sin antes pedirme que no revelara de dónde la había obtenido, si conseguía salvarla sería mi nieta adorada, ya que era muy difícil ser su madre por mi edad. Sentimos que no podíamos dejarla sola o caer en manos equivocadas, no es que las nuestras fueran las correctas, pero sin duda yo quería con todo mi corazón cuidar de ella.
-Ese bebé era Miila... ¿Verdad? -. Murmuró Yedaky.
La mujer asintió con la cabeza.
La puerta se abrió de golpe. -Y yo era ese policía... Dhelia, no me parece correcto que le digas estas cosas tan importantes a alguien que apenas conoces-. Le dijo el señor Gary a la abuela de Miila mientras entraba a la habitación -Yo no confío en Yedaky, Miila es como una hija para nosotros, la hemos cuidado desde pequeña.
Yedaky se puso de pie, poniéndose frente al señor Gary. -Entiendo su desconfianza, pero le repito que no hay nada que temer conmigo-. Interrumpió para voltear a ver a la anciana.
-No permitiré que Miila se quedé sin un lugar donde vivir. Yo compraré el edificio para que ella pueda seguir viviendo ahí y continúe con su tienda de flores-
-No digas tonterías, eres demasiado joven como para tener el dinero necesario para hacer eso- Exclamó el señor Gary.
Yedaky no respondió y se quedó en silencio desafiando la mirada del señor Gary.
-Yo también voy a cuidarla ahora, Miila y yo tenemos un acuerdo-
Notando la tensión en el momento, la anciana rompió el silencio y dijo en voz alta para llamar su atención.
-Voy a creerte, el tratamiento comienza la semana próxima, no ofreceré la casa a nadie más hasta entonces-. Dijo con una voz clara y convencida -Gary, el doctor me ha dado de alta por ahora, así que podemos regresar a casa-
-Yo me iré por mi cuenta, Miila está en el camión, durmió bien y lleva puesta ropa nueva, volveré en 3 días a Everlight- Concluyó Yedaky dirigiéndose a la puerta cuidando de no dar la espalda al señor Gary.
Al salir del hospital, Yedaky abrió la puerta del camión, cuando Miila se acercó, impulsivamente la abrazó fuerte y besó su frente.
-Voy a irme unos días, tu abuela y el vejete vienen para acá, todo estará bien-
Confundida, Miila correspondió su abrazo y le preguntó que estaba pasando, en ese momento, Yedaky sintió un dolor en el pecho, similar a un pinchazo, sin embargo, ignorando esto, le insistió en que regresaría pronto para luego irse caminando a la salida del estacionamiento y perderse entre las personas que caminaban por la acera.
-¿Te encuentras bien, Miila?- Exclamó el señor Gary una vez que él y la abuela de Miila salieron del hospital -¿Yedaky no te hizo nada extraño?-
-Estoy bien- Dijo para luego salir rápidamente del camión y abrazar a su abuela -¡Abuela! ¡Que alegría ver que estás bien!-
-En realidad, hay algo de lo que tenemos que hablar una vez que lleguemos a casa-
Luego de ser dada de alta, la anciana habló con su hermana y aceptó ir a vivir con ella una vez vendida la casa e iniciado su tratamiento, luego de llegar a un acuerdo con su hermana, la mujer habló con Miila y le hizo saber que tendría que irse a la ciudad un tiempo para llevar a cabo un tratamiento muy importante.
Mientras eso sucedía, la vida de Miila regresó a la normalidad, con su abuela atendiendo la tienda de flores y las cosas aparentemente en calma.
Discretamente, Miila colocó de vuelta el teléfono de su abuela en el lugar que lo encontró. Tenía muchas dudas, muchas preguntas que quería hacerle a la persona que la cuidó toda su vida, sin embargo, tenerla de vuelta y en un estado de salud inestable, le hacían pensar que lo más importante era cuidar que permaneciera tranquila. Sabía que pronto la anciana tendría que irse de casa, esa situación la motivó a trabajar más duro en la tienda e incluso empezar a atender pacientes a domicilio para generar más ganancias y aportar algo para cubrir los gastos que estaban por venir.
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