"Han pasado ya 3 días desde que Yedaky se fue... No he tenido ninguna noticia y aunque quisiera, nunca le pedí su contacto, sigo sin móvil y en algún momento tendré que confesarle a mi abuela que lo rompí por accidente.
Me levanté temprano como siempre a preparar macetas con rosas para el señor Gary, mi abuela estuvo hablando toda la noche por teléfono así que le dejaré descansar hasta que ella se despierte por su cuenta"
-¡Buenos días, Miila! Tan trabajadora como siempre- Saludó el señor Gary interrumpiendo el pensamiento de la chica.
-Buenos días...- Respondió ella sin mucho ánimo en sus palabras. El señor Gary se puso serio ante su reacción, en su mente no dejaba de pensar en la seguridad con la que Yedaky se había comprometido y de cómo probablemente habría fallado.
-Miila, necesito que sepas algo...- En ese momento, el móvil del jardinero sonó, interrumpiendo el momento, al responder, se trataba de la abuela de Miila.
-Gary, por la hora que es, imagino ya estás en la tienda de flores, por favor, trae a mi nieta a la escuela, estaré esperándola-
Miila se sorprendió al escuchar la voz en la llamada, un escalofrío recorrió su espalda -¿Qué hace mi abuela en la escuela?-
El señor Gary abrió las puertas traseras de su camión con la intención de acomodar las flores con las que trabajaría una vez que dejara a Miila en la escuela como la anciana le había pedido
-Pues, parece que se ha levantado antes que tú, te llevaré enseguida, empieza a cerrar la tienda en lo que termino con estas macetas-
Acabando de decir esto, una bolsa de papel dentro del camión llamó su atención -No recuerdo haber subido esto- Murmuró tomando la bolsa para ver su contenido.
-¡Miila, ven acá por favor!- Gritó con un semblante de gran preocupación.
La chica al escuchar el tono de su voz, se apresuró a cerrar la puerta con llave e ir de inmediato
-¿Qué sucede, señor Gary...?- Enmudeció al ver como el jardinero sacaba de la pequeña bolsa de papel, vendajes ensangrentados y una botella de alcohol a medio usar.
-Miila, desde el viaje que hicimos a la ciudad, no volví a abrir el camión- Le dijo el hombre con una seriedad que nunca le había demostrado -¿Es tuyo?- Preguntó dejando caer la bolsa en el suelo y acercándose a la chica, sujetándola de los hombros le insistió en la pregunta -¿Yedaky te hizo daño? ¿Por qué no nos dijiste nada?-
Miila enmudeció unos segundos "Serás idiota, Yedaky, estoy segura que fuiste tú" pensó. Sintiendo la presión del señor que esperaba una respuesta, rápido se inventó una historia.
-No es mío, de hecho, estaba tan nerviosa ese día que olvidé contarles que fuera del hotel encontré un cachorro lastimado, la mañana siguiente antes de volver al hospital le cambié los vendajes pero por la prisa no me deshice de esa bolsa- Dijo con toda la naturalidad posible e intentando convencerlo.
-Un cachorro...- Murmuró el hombre regresando los vendajes a la bolsa que estaba en el suelo
-Ten cuidado cuando atiendas animales callejeros, pueden tener enfermedades, Miila- Le dijo cerrando nuevamente la bolsa de papel para tirarla en un bote de basura.
"El señor Gary sólo esta preocupado por mí, no quería mentirle, pero es mejor que contarle la verdad sobre Yedaky... No me lo creería" Pensó ella.
Con más calma, ambos terminaron de subir las macetas al camión para dirigirse a la escuela, donde el jardinero sólo dejó a Miila en la puerta principal.-Mi cliente especial, me espera con todas estas flores, cuida de no meterte en problemas, ¿De acuerdo?- Dijo a modo de despedida ya con un semblante mucho más amigable.
Miila se despidió de él y una vez estando frente al edificio de la escuela, presintió que tendría que dar una gran explicación a su abuela, luego de leer los mensajes de su teléfono aquella noche, sabía que ella y el maestro tenían buena comunicación. Nerviosa, entró y se dirigió por costumbre al aula donde recibía las clases del maestro Kurai, al abrir la puerta, se percató de que ambos la estaban esperando.
-Abuela... Maestro Kurai... Yo, puedo explicarlo, es que...- Dijo Miila torpemente invadida por los nervios de tener esas personas frente a ella.
-Miila, le conté a tu abuela lo que pasó con tu libro, intenté comunicarme contigo para decirte que no estaría para recibirte ese día, pero aún así te aventuraste a salir a pesar del pronóstico de tormenta, siento mucho que hayas tenido ese accidente en el río-
Miila bajó la mirada -Si, fue un accidente que no tenía previsto, profesor- Suspiró profundo -Mi teléfono, también lo rompí por accidente, lo dejé caer y se hizo pedazos, perdón por no haberlo confesado antes, abuela- Añadió.
La abuela de Miila se acercó y acomodándole el cabello, le miró a la cara con un semblante lleno de compasión.
-No te hicimos venir para que nos dieras explicaciones, más bien, nosotros somos quienes debemos decirte algo- Le dijo la anciana volteando a ver al profesor, que con una carpeta en las manos, se levantó de su silla y la puso sobre el escritorio, golpeándolo con la palma de su mano para evitar que las hojas se salieran.
-Esta es la papelería necesaria para que a partir del próximo curso, seas una alumna de esta escuela, Miila- Exclamó el maestro.
-¿QUÉ?- Gritó Miila sorprendida -¿De qué están hablando?
La abuela de Miila se acercó al profesor y tomó una de las hojas que había en el escritorio.
-El maestro Kurai estuvo ayudándome a obtener todas las firmas necesarias durante sus clases, finalmente está aquí, este documento es el inicio de un proceso que nos ha llevado años concretar-
Miila se quedó callada, empezando a recordar todas las veces que el maestro le había pedido firmar hojas con largos textos escritos en un idioma que ella no entendía -Entonces, ¿Puedo estudiar aquí?- Preguntó incrédula -No lo entiendo... Yo, yo no soy legal en este país... yo soy...-
-Serás mi hija adoptiva un día, Miila- Le dijo la anciana mostrando un documento -En unos meses se concretará por completo el proceso, en ese tiempo puedes tomar las lecciones necesarias para aplicar en esta escuela-
-Así que espero vuelvas, Miila, tenemos mucho que hacer- Añadió el maestro.
La chica se quedó quieta, intentando manejar sus emociones ante todo lo que acababa de escuchar, no podía creer lo que estaba sucediendo, su vista se nubló por unos segundos y sintió que perdería el conocimiento, suspirando fuerte regresó en sí y miró atenta a su abuela y al maestro.
-¿Por qué no me habían contado nada de esto?- Les reclamó a ambos.
-Por qué fue un proceso realmente complicado, no queríamos darte falsas esperanzas- Respondió su abuela -Tenía pensado contarte una vez que terminara por completo, pero luego de la enfermedad y de que tendré que irme, era necesario que lo supieras, así podrías hacer tu vida aquí en paz, sin miedo, porque probablemente...- Murmuró lo último con un semblante afligido.
-¿Probablemente? ¿Estás pensando en que no vas a regresar?- Gritó Miila muy exaltada -¡Abuela! ¡Has hecho suficiente cuidando de mi toda mi vida! No voy a irme a ninguna parte, te esperaré en casa, cuidaré de lo que tú y el abuelo construyeron, no temas por eso, no necesitabas adoptarme... aun así...- Bajó la voz empezando a llorar - Aun así lo hiciste... No sé qué decirte... Gracias...-
El maestro Kurai sonrió al ver como la anciana se acercaba con prisa a abrazar a su nieta, en el fondo estaba feliz de que el proceso estuviese en marcha antes de que ella entrara en tratamiento, ya que el futuro era incierto a estas alturas.
"No había duda en que el proceso de adopción se llevaría a cabo, de hecho, estoy seguro de que si no hubiese sido de esa forma, algo habría tenido que pasar, porque está en su destino permanecer aquí" Pensó mientras observaba la escena.
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