"Tenía tanto miedo de haber mentido, más de confesarlo ante mi abuela, aunque no fui capaz de decirles toda la verdad, haberme liberado de un poco de esa culpa me había ayudado bastante... Enterarme del proceso de adopción en el que estoy ahora gracias a mi abuela, es increíble cuanto pueden cambiar las cosas en un sólo instante, tengo una mezcla de sentimientos, porque mi abuela tendrá que irse a la ciudad en cualquier momento...
Yedaky, como quisiera que estuvieras aquí..."
El maestro Kurai se levantó de su escritorio y se acercó a Miila, que aún estaba en los brazos de su abuela.
-Miila, te apuntaré mi número telefónico, llámame cuando te sientas lista para regresar a tomar clases o cuando necesites de mi ayuda- Le dijo mientras anotaba su contacto en un pedazo de papel.
Luego de tomarlo, Miila y su abuela agradecieron al maestro su ayuda y salieron caminando de la escuela, todo parecía diferente ahora para la joven, podía caminar sin bajar la cabeza, se sentía confiada y más segura que antes.
-Es hora de regresar a casa, Gary seguro va a regresar por más flores- expresó la anciana con buen ánimo -Además, debemos conseguirte un teléfono nuevo, no puedo dejarte sin uno-
-No te preocupes por eso, abuela, estoy segura de que el señor Gary me mantendrá al tanto, no quisiera que gastaras tu dinero en eso ahora que lo necesitas para tu tratamiento- Le respondió Miila mientras seguían caminando.
Al momento de divisar el árbol de jacaranda, inmediatamente la chica sintió algo, sin decir nada apresuró su paso en dirección al río.
-¿Miila, a dónde vas?- Le gritó su abuela caminando detrás de ella.
Miila se deslizó por la vereda mientras su abuela bajó las escaleras, las dos estaban frente al árbol, pero la joven parecía estar buscando algo, su impulso le hizo caminar alrededor del lugar y su inquietud provocó curiosidad en su abuela.
-¿Qué estás buscando, hija? Si me lo dices tal vez pueda ayudarte- Le insistió la mujer.
Miila se detuvo luego de darse cuenta de que Yedaky no estaba ahí... En el fondo tenía la esperanza de encontrar al menos al gato que la había engañado ese día.
-Abuela, aquí fue donde conocí a Yedaky- Dijo sin voltear a ver a la anciana -Creí que si regresaba a este lugar, no sé... Tal vez estaría esperándome aquí- Concluyó con un aire de tristeza
-¿Le echas de menos?- Preguntó la mujer a su nieta -Miila ¿Estás enamorada de Yedaky?-
Miila abrió los ojos y sorprendida no supo que responder, un rubor coloreó sus mejillas, sin saber cómo reaccionar a esa pregunta, bajó la mirada.
En ese momento, un gato pardo saltó de un arbusto que estaba a la sombra del árbol, las dos mujeres se asustaron ante la aparición sorpresiva del animal, el cual se quedó frente a ellas moviendo la cola rápidamente.
Era el gato que estaba con Yedaky en aquella ocasión, Miila se acercó y luego de acariciar al felino un poco, sintió la confianza de sostenerlo.
-¿Es esto lo que estabas buscando?... creo que le has caído bien ¿Por qué no lo adoptas? Ahora que estés sola en casa estoy segura de que te hará bien tener compañía- Exclamó la anciana.
Miila se quedó observando al gato, este permanecía quieto en sus brazos, lamiendo sus patas delanteras. Luego de pensarlo unos segundos, ella aceptó lo que le dijo su abuela.
-Vendré a visitarlo lo más seguido que pueda, ahora es un amigo en común que Yedaky y yo tenemos- Respondió acariciando al felino que de pronto tomó impulso en su hombro para saltar a una de las ramas del árbol.
A pesar de la buena noticia y de la aparente paz que había, la mujer notó que Miila estaba muy pensativa..
-Yedaky parece una buena persona, yo también me pregunto dónde está ahora- Dijo de la nada la anciana como incitando a que Miila le contara más al respecto.
-Es desesperante en ocasiones, pero… si, es una buena persona-
La mujer sonrió, sentía alivio de que su nieta tuviera algo más en que pensar fuera de la situación tan delicada que estaban atravesando.
-Abuela, ¿Crees que regrese?-
-Sí, va a regresar, no creo que pueda resistirse a estar sin ti- Le respondió consiguiendo hacerla reír.
Al llegar a la casa, la mujer se sintió muy débil para trabajar en la tienda, Miila en respuesta se dispuso a atenderla el resto del día.
Al llegar la noche y ver que se había terminado el tercer día, la anciana decidió llamar a su nieta a su recámara. Debía explicarle que ahora tendría que buscar un lugar donde vivir, ya que al día siguiente subastaría la casa donde estaban viviendo ante la falta de respuesta de Yedaky.
- ¿Qué sucede, abuela? ¿No puedes dormir? – Le preguntó Miila al entrar a la habitación.
Con un nudo en la garganta, la mujer la invitó a sentarse en la cama junto a ella y sin decirle nada comenzó a acariciar y acomodar su cabello en muestra de afecto.
-Miila, quiero pedirte una disculpa, siento que te he fallado-.
- ¿De qué estás hablando, abuela? Si te refieres a tu estado de salud, las dos sabemos que no fue tu culpa, no es culpa de nadie, además, si pones empeño y sigues las indicaciones del doctor estoy segura de que las cosas irán bien-.
-Es un tratamiento sumamente costoso, hija, debo irme a la ciudad para que puedan atenderme, debes saber algo-. Dijo la señora haciendo una pausa ya que escuchó el ruido de un camión afuera de la casa.
-¿Qué es ese ruido, Gary a esta hora?- Exclamó la mujer.
Interrumpiendo su conversación, las dos salieron a la puerta principal para encontrarse con Yedaky y el señor Gary, que estaban comenzando a bajar algunas maletas.
Miila contuvo sus emociones al ver nuevamente a la persona que tanto extrañaba, en el fondo se sentía muy emocionada y tenía ganas de lanzarse a abrazarle, pero en lugar de eso se quedó quieta -¿Qué está sucediendo, Yedaky? ¿Qué haces aquí?- Le gritó.
Al ver que la chica estaba junto a la anciana, Yedaky sonrió y manteniendo su relajado ánimo intacto, tomó una maleta y se detuvo frente a ellas en la puerta.
-Usted necesitará irse mañana a iniciar su tratamiento y yo por supuesto tengo una promesa que cumplir con Miila, si es que no le molesta, claro-. Expresó alegre mientras guiñaba el ojo a la joven que estaba sin palabras.
- ¿Te vas a mudar aquí? ¿Enloqueciste? – Exclamó Miila completamente ruborizada - ¡Yedaky, Definitivamente no tienes vergüenza! Mi abuela nunca lo...-
-Puedes usar la habitación que está vacía, subiendo las escaleras-. Interrumpió la anciana.
- ¿Qué? ¿Lo dices en serio, abuela? -
-Creo recordar que ustedes dos tenían un acuerdo desde antes de que yo me enterara, bueno, no soy quien para interponerme entre ustedes dos, hija- Le respondió en un tono divertido.
-Más te vale que te comportes, te estaré vigilando- Reprochó el señor Gary a Yedaky mientras descargaba el equipaje del camión.
-¿Le he dado algún motivo para desconfiar de mí?- Le respondió Yedaky.-
-No, ninguno... hasta ahora... Y espero que las cosas sigan así-
Luego de unos minutos, el señor Gary ayudó a colocar todas las maletas en la habitación vacía, restirando los brazos e ignorando el asombro de Miila, Yedaky empezó a sacar sus cosas y acomodarlas en la habitación.
-No entiendo lo que pasó, mi abuela y el señor Gary, no solo te aceptaron, sino que, ¿ahora vas a vivir aquí? –
La abuela de Miila entró a la recámara y dirigiéndose a ambos, les explicó la situación.
-Miila, el tratamiento que comenzaré a partir de mañana es muy costoso, me veré en la necesidad de quedarme a vivir en la ciudad con mi hermana, es por eso que Yedaky y Gary estarán al pendiente de cualquier cosa que pueda surgir en mi ausencia-.
-¡Abuela! ¿Sabías que Yedaky iba a regresar? Pudiste haberme dicho que regresaría, no tenía idea de que le ibas a dejar quedarse aquí- Le reclamó la chica a la anciana.
-Vendí mi departamento, Miila, es por eso que tu abuela me dejó vivir aquí-. Le dijo acercándose a la mujer para entregarle un cheque. -Aquí está el dinero para su tratamiento-
Miila se quedó sorprendida y callada por unos segundos, le costaba creer que alguien que apenas conocía se hubiese involucrado ya tanto en su vida.
-Yo también trabajaré duro para enviarte dinero, abuela, la tienda seguirá abriendo y yo misma la voy a atender-. La actitud de Yedaky había llenado de ánimos a la chica, se sentía feliz y segura de que las cosas estarían bien.
Yedaky continuó desempacando, de pronto puso sobre la cama su uniforme de la escuela, ante esto, Miila se apresuró a tomarlo y mirarlo con atención.
-¡Yedaky, algún día yo también podré usar una chamarra como esta!- Exclamó emocionada.
Yedaky recordó lo que le habían contado en el hospital e intentó no apagar el momento de la chica, sin embargo, se notaba preocupación en su cara.
-Miila será mi hija en unos meses, Yedaky, cuida bien de ella cuando asista a la escuela- Dijo la anciana apoyando sus manos en los hombros de Miila -¿Cuento contigo, verdad?-
-¿Yedaky, puedo probármela?- Preguntó Miila refiriéndose a la prenda que tenía en las manos.
-Claro, no veo por qué no- Respondió Yedaky sonriendo con gran alivio.
Miila se quedó impactada al mirarse en el espejo con la chamarra puesta, a pesar de haber leído previamente los mensajes en el móvil de su abuela, escuchar la noticia de su próxima adopción de labios y voz de esa mujer que la había cuidado desde pequeña, le provocó una emoción que le hizo romper en llanto y correr a abrazarla.
-¡Gracias, abuela! – Exclamó emocionada en medio de sollozos -¡Por favor, sigue tu tratamiento y recupérate pronto por favor!-
Yedaky sonrió y se quedó observando la escena con una especial alegría, sentía que estaba haciendo lo correcto al ayudar a esa familia en apuros, pero, sobre todo, le llenaba de emoción ver cómo esa chica empezaba a simpatizarle más de lo que esperaba.
Una vez que Miila se durmió, Yedaky y la anciana se reunieron en la sala, la mujer le pidió una explicación de lo sucedido y el motivo por el cual se había mudado.
-No podía evidenciar esta mentira delante de Miila, es inevitable que yo me vaya, pero ¿Cuáles son tus intenciones con la compra de la casa? –
- Mi padre me prestó el dinero, para disminuir la deuda acepté vender mi departamento, no tengo ninguna intención de nada, por condición de mi padre la casa quedará a mi nombre, pero puede estar segura de que su hija podrá seguir viviendo aquí, esa es la finalidad de la compra-.
La anciana se frotó la cabeza con una expresión de preocupación.
- ¿No te parece que estas metiéndote en grandes problemas sin ninguna necesidad? No tienes ningún compromiso con nosotras, me parece injusto que te eches encima esta carga, yo no podré ayudarte con los gastos de la casa en mi situación actual, esto me frustra un poco-
Yedaky se recargó en el sofá y echando la cabeza hacia atrás suspiró profundo.
- ¡Ya sé! Que le parece si las ganancias de la florería las usamos para cubrir los gastos de la casa, así yo podré enfocarme en reunir las mensualidades que le deberé a mi padre-.
La abuela de Miila empezó a jugar con el cheque que tenía entre las manos, sabía que ese cheque era por el costo completo de la casa, no por el departamento. Estaba nerviosa, pensando en su respuesta.
-Miila no sabe nada de esto... Si se entera ten por seguro que lo primero que hará será irse para no causarnos problemas, es una chica demasiado testaruda para entender tus planes, sin embargo, a pesar de que el proceso de adopción está en curso, su estancia sigue siendo ilegal y podrían deportarla-
Yedaky sonrió y se encogió apoyando los brazos en sus muslos.
-Le diré que el dinero será para usted, de esa manera ella podrá seguir con su vida normal, lo que menos quiero es afectarla, yo puedo hacerme cargo, ella ya tuvo suficientes problemas huyendo y escondiéndose, quiero que ella viva tranquila y feliz-
-Su situación no cambiará hasta que ese proceso de adopción se concrete, ¿Verdad? Entonces yo me encargaré de cuidarla- Añadió.
La anciana se le quedó viendo con gran alivio, la mirada de Yedaky denotaba sinceridad en sus palabras, le hacía pensar en algo que sabía, pero no podía recordar con claridad.
-Siempre has sido muy especial, Yedaky- Murmuró la anciana sin dejar de mirarle.
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