"Muchas veces se presentan acontecimientos inesperados en nuestra vida, personas increíbles llegan de la nada como si hubiesen esperado el momento justo para aparecer delante de nosotros, algunos le llaman Fortuna, Destino, Suerte, el cumplimiento de una petición a una estrella fugaz o de alguna oración lanzada al cielo.
En mi caso no estaría segura de como nombrar nuestro encuentro desencadenado por una situación a la que yo le llamaría embarazosa, pero de lo que si estoy segura es de que ahora no puedo imaginar mi vida sin esta pizca de humor que le da tu personalidad"
La abuela de Miila se sorprendió al escuchar su comentario - Yedaky, no te lo había preguntado antes, dime ¿De dónde vienes? Eres una persona foránea, de eso no hay duda, tu manera de vestir y hablar no es propio de Everlight.
-Tendremos tiempo para hablar de esto y de lo que usted desee en el futuro, necesita descansar, el vejete vendrá temprano y no queremos que se ponga de malas, si se enterara de que usted se desveló por mi culpa, me odiará más de lo que ya lo hace-
La mujer se levantó de la cama y riendo llevó su mano a su mentón
–Gary no te odia, esta celoso de ti, ninguno esperaba que llegaras a ser una persona tan cercana para nuestra Miila de forma tan repentina-
-Creo que esa fue una sorpresa para todos... hasta para mí- Respondió Yedaky.
A la mañana siguiente, el señor Gary llegó puntual para llevar a la abuela de Miila a la terminal de autobuses.
-No llores, Gary, todo va a estar bien- Le dijo la anciana al jardinero que no pudo contener las lágrimas al ver como colocaban el equipaje de su mejor amiga en el autobús.
Miila estaba unos pasos atrás, como intentando mantenerse fuerte, con una sonrisa triste se despidió de su abuela, era la primera vez que se separaría de quien la había criado desde niña, sin soltarse en ningún momento de la mano de Yedaky, vio el camión alejarse, en el instante que la chica apretó su mano, nuevamente un dolor repentino aquejó a Yedaky en su pecho, provocando que soltara a Miila como un acto de reflejo.
-¿Yedaky?- Preguntó ella sorprendida.
Sin hacer nada al respecto debido a que estaban con el señor Gary, no se dirigieron la palabra en el camino de regreso a casa, una vez ahí, el hombre recogió las flores con las que trabajaría ese día, no sin antes hablar brevemente con Miila:
-Toma esto, hija, no aceptaré un "no" como respuesta- Le dijo entregándole un teléfono móvil en las manos –Mi número está registrado, en cuanto tenga el número de donde se estará quedando Dhelia, te lo haré saber-
-Señor Gary, no era necesario... muchas gracias- Respondió Miila apreciando el móvil, que era más moderno que el que ella tenía, no tenía teclas, sino una pantalla táctil que abarcaba de extremo a extremo el aparato.
-Llámame, no importa que cosa sea, estaré aquí lo más pronto posible- Le dijo mientras veía a Yedaky que se mantenía a cierta distancia debido al dolor que sentía nuevamente en el pecho –Especialmente si es algo relacionado con esa persona ¿De acuerdo?-
-No se preocupe, Yedaky no me hará daño, vaya tranquilo- Le respondió Miila.
Una vez que el señor Gary se fue, Miila intentó hablar con Yedaky, pero notó la manera en que era evitada.
-Yedaky ¿Qué está pasando? ¿De verdad me estás evadiendo? Desde anoche noto que te comportas de una manera muy extraña.
Yedaky finalmente se acercó a ella, quedando de frente tomó su mano y la puso en su pecho, aguantando en silencio el tremendo dolor que sentía en la herida, le hizo ver que no era su intención evadirla.
-Revisa la herida, por favor... La verdad es que no me siento muy bien-
Apresurada, Miila cerró la puerta de la entrada con llave para luego regresar a la sala, con cuidado comenzó a desabotonar la camisa de Yedaky, conforme ella abría su prenda, los pinchazos dolorosos se intercalaban con el tacto de sus manos sobre su cuerpo.
-¡Está infectada! ¿Por qué no me dejaste revisarte anoche?- Exclamó preocupada empujándole a recostarse en el sofá –No te muevas, iré por medicina, no podemos dejar que pase más tiempo- Dijo corriendo a la tienda por la puerta interior que daba a la casa.
Yedaky empezó a quejarse, había aguantado por un rato antes de avisarle, obedeciendo se recostó para esperar a que Miila regresara.
-Duraste varios días sin que te atendiera, ahora que lo pienso, era de esperarse que la herida se infectara, lo siento, debí insistir anoche- Murmuró la chica retirando el vendaje y limpiando el área para colocar la medicina.
-Miila ¿Puedo preguntarte algo?- Preguntó Yedaky permaneciendo con los ojos cerrados mientras la chica le atendía.
-Dime-
-¿Sientes algo por Arsen? ¿Fueron algo más?-
-No, no siento nada por él, no tienes de qué preocuparte- Le respondió la chica en un tono molesto.
-No me preocupa… Demasiado…- Suspiró Yedaky entre quejidos de dolor.
-Creo que es mejor que no hables, aguanta, la infección es fuerte, necesitas mantenerte en calma, toma esto- Le dijo Miila acercando un pequeño bote que tenía una de sus recetas, la crema natural desprendía un aroma delicado y fresco.
-No quiero... no puedo pensar en comer nada en este momento- Le respondió Yedaky sin abrir los ojos, no parecía prestarle atención en momentos por el dolor que sentía.
-Es medicina, te ayudará, ¡anda!- Le insistió.
Al no tener respuesta, Miila tomó un poco con el dedo índice de su mano izquierda y lo puso en los labios de Yedaky para que la comiera.
-Por favor, la combinación de la medicina que te puse y esto te ayudará a combatir la infección, le puse unas hojas de menta para que no supiera mal- Dijo casi rogándole.
Yedaky empezó a comer la medicina poco a poco, conforme limpiaba su mano, Miila se sonrojó, pues nuevamente por impulso no había medido sus acciones, intentando mantenerse en calma, sentir los labios de Yedaky pasar por su dedo le tuvo nerviosa unos momentos.
-Gracias, Miila, perdóname por no decirte que me dolía, es la primera vez que una medicina sabe tan dulce- Murmuró relajándose en el sofá.
-¡¿Eh?!- Exclamó la chica un poco ruborizada -Si ya estás de humor para decir esas cosas, creo que vas a estar bien-
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