>Yo
-La muerta
-Ponés la fecha de hoy pero que conste, esto pasó los primeros días de Marzo.
>¿Y si ahora no cuento nada?
-A esta altura sí te va a explotar la cabeza si no contás. Es mucho. Por favor milady, no la interrumpo.
>Me asusta que estés tan dócil últimamente.
-Me ofendés, no hay necesidad de pelearse. Esta vez coincido con vos en odiar a toda la humanidad estúpida que viola la cuarentena. A ver, de por sí la gente en manadita es imbécil, pero estos días el imbeciliómetro llegó a Plutón.
>Me agrada no estar tan sola.
-Me ofendés otra vez. Nunca estás sola y nunca te dejaré MUAJAJAJJAAJ!
>Bien, ahora estoy más asustada pero elegiré olvidar esta conversación y empezar lo que vine a escribir. Aunque no sé por dónde empezar.
-Empezá por el nombre, es re complicado.
>Es que no tenemos tantos sonidos en este planeta para poder pronunciar bien su nombre, pero me parece buena idea empezar por ahí.
En una de mis meditaciones me vino a visitar alguien, que cuida de mí. Su nombre es algo así como Ihriellhde.
-¡Pará pará pará! ¿Cómo se pronuncian todas esas H?
>Como una pausa con soplido. Pero ya te dije, que es un poco difícil traducirlo a letras.
-Bien, digámosle… tu amiga.
>Ella vino a contarme que sí, que yo era su amiga. Pero no de este planeta.
-Okey… ¿Una vida pasada de otro planeta? Eso es nuevo. ¿Me puedo asustar yo ahora?
>¿Por qué? Cerrá el pico y dejame continuar.
Esta persona se presenta y me cuenta, que éramos muy amigas, pero que hacía poco había muerto por culpa de ella, decía que era la mayor y debía haberme cuidado mejor. Se sentía mal por eso. Le pedí “ver” los recuerdos, para saber qué había pasado, porque no había muerto. Ahí fue cuando me dijo “no acá”, refiriéndose a la tierra. ¿En otro planeta? Me respondió que sí. Le pregunté dónde estaba ese planeta, y me dijo que en una galaxia vecina, detrás del sol un poco a la derecha, pero no le dio mucha importancia.
-¿No es mejor escribir el diálogo?
>La verdad que no. No es lo mismo hablar con vos –o con otro ser humano real- que hablar con ella. No es un diálogo en sí, es un tipo de conversación más fluída.
-¿Hablaban con la mente?
>Supongo, pero también usábamos palabras, pero no castellano.
-¿¡¡Me estás diciendo que hablás en extraterrestree!!?
>¡Jajaja! ¡No! Pero no puedo explicarlo, lo que no entendés con diálogo se entiende con la conexión. -Genial, me quedó menos claro todavía.
>Cuando meditás, todo es relativo. Todo puede ser “maleable”, si querés que así sea. Podés llamarle hablar con la mente, podés llamarle hablar en otro idioma, pero podés entenderlo todo.
Me acompañó al planeta donde estaba viviendo, pude ver una casita humilde, de madera. Bastante prado, que no era del todo verde, sino más árido. Había un río cerca. Ahí la vi, alejada de la casa, triste. Era una niña, como de 7, 8 años.
-¡Oh! No era una mujer… ¿Pero cómo te cuidaba a vos si ella seguía con vida?
>Porque no somos cuerpo y alma, tenemos varias partes más, pero no me voy a detener ahí porque sé muy poco.
La niñita esta tenía piel lila. La cara era un poco gordita, pero no tenía aspecto de nena rellena. Me acerqué un poco y no sé si me vio o me sintió, pero se alegró y sonrió con un suspiro. Volvió a su casita por el frío.
A pesar de hacer frío (no sé, unos 10º o un poco menos), no estaba abrigada como nos abrigaríamos nosotros.
En cuanto entró me quedé viendo un poco los alrededores, entonces recordé todo: En verdad había sido hace poco, estábamos jugando con algo parecido a un aladelta pero que habíamos hecho nosotras. Como no tenía tanta fuerza como ella para agarrar las alas, me ajustó las alas a los brazos. Yo insistí en probarlas. Había podido volar, y estaba muy feliz por eso. Pero el viento me arrastró al río y bueno, morí ahogada.
-¿No vas a contar una historia copada ni drogada, no?
>¡Jajajaj! Yo no elijo las historias, las historias vienen a mí.
-Bueno linda, empezá a tirarle buena vibra a las historias a ver si hay algo más copado en el éter…
> C’est la vie. Si no te gusta, no sigas leyendo porque se pone más depre.
-Si sobreviví a vos depre, soy inmortal. ¿Qué hiciste después?
>No pude hacer más que abrazar a mi amiga, que seguía ahí al lado mío. Los recuerdos no eran sólo imágenes, sino sentimientos.
Desde ese entonces, cada vez que me la encuentro meditando, le hago preguntas, que para ella son un poco extrañas y a veces sin sentido. Le preguntaba cosas sobre el planeta, qué le gustaba hacer, si ellos tenían dioses y signos zodiacales como nosotros, pero a la mayor parte de las respuestas, me decía que “todo estaba regulado”. Seguí recorriendo el planeta, para llevarme una gran sorpresa: Era un planeta más pequeño que la tierra, y esclavizado. Los habitantes del planeta, eran todos color lila, y con la cara como gordita. Pero los esclavizadores eran muy largos y flacos con una gran cabeza de ojos grandes, como esos que se dibujan comúnmente. Pero repito, no eran bajitos, eran muy altos.
-Re slender los monstruos esos…
>Mi amiga me contó que extraían cerca del núcleo un material que se utilizaba en las naves, pero no sabía mucho, nadie sabía mucho.
Le pregunté si no le molestaba estar esclavizada y tener que trabajar para ellos, pero me contestó que no, porque en verdad nada les faltaba, todo estaba regulado. Es un planeta de pocos recursos, pero gracias a “ellos” (no hay un nombre más que ellos) su planeta se mantenía. Además me dijo que no le preocupaba porque “todos estamos de paso”. Para mi gusto estaba demasiado sometida, pero se la veía feliz.
De niños, hacen vida de niños, hasta llegar a la mitad de su vida, que para nosotros sería algo así entre los 15 y 18, entonces empiezan a trabajar todos los días. Todos.
-¿Entonces vivían unos 30-40 años nada más?
>Sí. Había algunos compañeros de ella que tenían la cara como negra, como si fuese una máscara. Me contó que eso sucede al exponerse mucho tiempo al núcleo. Que cuando la cara termina de ponerse negra, hay que cambiar el puesto de ese trabajador y darle un puesto más alejado del núcleo para que no le haga mal.
-El nucleo, ¿seguimos hablando del centro de su planeta?
>Ahá.
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