Robert no deseaba saber quién era su jefe; pero no podía dirigirse a él cómo “señor” todo el tiempo. Necesitaba conocer su nombre.
No tuvo opción qué decirle lo que pensaba
- Señor, sé que nos conocemos de poco tiempo; pero deseo que sepa cuanto le estoy estimando- le confesó Robert conmovido llegando a la mansión con su mejorado coche
- Gracias Robert- le respondió su jefe esbozando una tierna sonrisa, que de no ser por su aspecto masculino, podría haber sido confundido con una sonrisa femenina
- No deseo preguntarle por su nombre ya que considero eso una descortesía, en realidad, hay algo que me lo dice internamente, no lo puedo explicar; pero me basta con decir que soy el chofer de la señora Daisy, es decir su admirable esposa- continuó Robert con un tono de voz que reflejaba timidez
- Pocos caballeros que siguen su corazón, como tú, quedan hoy en día Robert- lo halagó su jefe con una sonrisa paternal, al menos de ese modo se podía describir dicha sonrisa, paternal antes que ¿maternal? Con una risa tierna y demasiado suave, añadió- pienso respetar tu curiosa decisión; pero es casi seguro que necesitas saber mi nombre para poder dirigirte hacia mí sin necesidad de decirme “señor” todo el tiempo ¿verdad?
- Así es señor- le respondió Robert casi riéndose por la alegría que su jefe desbordaba en su suave risa
- Pues ¿qué te parece si me llamas el señor W?- le sugirió, de forma calma, aquel increíble hombre
- Me gusta ese nombre señor- le respondió Robert asintiendo ante tal sugerencia- me gusta mucho
Llegaron a donde estaba la cochera y el señor W le dijo a Robert
- Por favor sígueme Robert, hay algo que quiero mostrarte
- Si señor- le respondió Robert sintiendo demasiada curiosidad ante lo que W deseaba mostrarle
La habitación tenía varios autos de distintas marcas, desde los Ford hasta varios Mercedes Benz. Toda esa carrocería era una colección de gran magnitud con la cual Robert solo podía soñar tener alguna vez en su vida. El señor W, con un paso sereno y muy femenino antes que masculino, recorrió su colleccion sonriendo, sus manos se encontraban juntas sobre su vientre, como si fuese a orar, aquellas actitudes extrañas, o incluso incomodas, poco le importaron a Robert, quien admiraba con su boca abierta dicha colección. W se detuvo cerca de un Ford ultimo modelo, apoyándose sobre el frente del auto, le dijo
- Esta es mi pequeña colección Robert, ¿dime te gusta?
- ¡Es bellísima señor W!- le respondió Robert, todavía atónito ante lo que veía- ¡usted debe ser un gran empresario para poder conseguir tal colección!
- Gracias por el halago Robert- le respondió W manteniendo su sonrisa por unos minutos, sin embargo esta desapareció cuando bajo su cabeza y los cabellos largos canosos cubrieron sus mejillas, largando un hondo suspiro W le confesó- pero solo fui un aventurero con mucha suerte, quizás demasiada, y nada mas
- ¿Acaso exploró el mundo entero en busca de aventuras señor W?- le pregunto Robert muy emocionado al oír semejante confesión, la mirada de W se humedeció y retomando su sonrisa; pero no su alegría dijo
- Si, podría decirse que fue algo así- la sonrisa desapareció de nuevo y cierto pesar se vio en la mirada de su jefe quien continuó con su explicación- con lo ganado por aquellas aventuras, grandes aventuras que extraño mucho cada día que pasa, me permitió darme estos lujos… es casi seguro que un viejo amigo mío me odiaría por haber dicho esa palabra y haber comprado estos carros para presumirlos delante de ti
- ¿Por qué me muestra esto señor W?- le preguntó Robert al ver las actitudes erráticas de W
- Porque deseo que también trabajes en estos bellos autos- le respondió el señor W recuperando su alegría y su sonrisa una vez más- algo me dice que podrías mejorarlos más de lo que imaginas
- ¿En serio lo cree señor?- preguntó asombrado Robert
- ¿Todavía lo preguntas Robert? ¡claro que lo creo amigo!- le respondió con esa sonrisa paternal el Señor W, en sus ojos la pena había desaparecido para aparecer en su lugar una motivación que lo hacía ver como alguien no solo muy respetable sino también admirable para Robert- algo me dice que tienes un gran talento con esos hermosos cacharros
- Pues así lo hare, no lo decepcionare- aseguró con una gran sonrisa, Robert, sintiéndose inspirado casi por completo
- Estoy seguro que no Robert, estoy seguro que no- confirmó W mirándolo con dulzura, podria ser un hombre; pero por algun motivo Robert sentia la misma calidez de una mujer en aquel individuo cuyo nombre era W.
Robert se cambió de ropa y, durante todo el día, trabajó en varios de esos autos, cuando cayó la noche se retiró a dormir; pero entonces lo vio.
El señor W estaba parado allí en el jardín, aquello le llamo la atención a Robert. Se lo veía inmóvil como una estatua, con sus manos juntas sobre su pecho, concentrado, como si algo lo estuviese hipnotizando, mirando al cielo estrellado.
Robert se asustó al ver la expresión seria y amarga que tenía su jefe en ese momento. Era como si buscara algo o hubiese creído ver algo allí arriba. Su expresión tambien mostraba una desazon tan grande que lo puso en mayor alerta.
Consciente del peligro Nazi, cuyos avances eran amenazantes cada día, Robert miró al cielo para ver si había alguna aeronave de los alemanes o quizás un dirigible, posiblemente una estrella fugaz. El esperaba ver cualquier cosa; pero no había nada ni tampoco nadie allí arriba, solo el cielo calmo y estrellado de la noche.
Pero el Señor W actuaba como si había visto algo, en sus ojos se podía notar una leve y casi inexistente esperanza de poder encontrar algo, ¿Qué? No sabía; pero debía ser algo importante, por lo que miro el cielo por unos minutos más, tratando de ver cuál podría ser la amenaza o lo que fuera. No había nada allí arriba, solo el firmamento; pero fuera de eso nada más.
Aquello, junto a la pose femenina antes que masculina de W, asustó a Robert casi al punto de querer alejarse un poco de él. Su jefe comenzó a llorar viendo dicho cielo, siendo dicho llanto demasiado parecido al llanto de las mujeres que habian perdido a su amado esposo en la guerra o algo por el estilo, esto ya rayaba lo ridículo y el colmo fue cuando W recitó unas palabras extrañas en otro idioma, bajando la cabeza con las lagrimas corriendo por sus mejillas se dirigió al interior de su hogar con un paso delicado, cuyo llanto lo hacía ver devastador.
- ¿Se encuentra bien Señor W?- le preguntó Robert preocupado y muy aterrado por el nivel de excentricismo de aquel hombre
- No- le respondió W sollozando con gran dolor, sosteniéndose del marco de la puerta, evitando caerse por un peso desconocido para Robert- nada está bien, no lo ha estado desde hace veintidós años atrás, hasta mañana Robert
- Hasta mañana Señor W- lo saludo Robert sintiendo mas pena que terror al ver como aquel hombre se derrumbaba delante suyo
- Por cierto Robert- sollozó su jefe dándose vuelta viéndolo con los ojos rojos por el llanto y, quizás, por el alcohol- si encuentras algún día a tu media naranja… no la dejes ir nunca… ¡sin importar lo que pase y lo que suceda a continuación!... como tampoco abandones tus sueños, en especial si esos se te presentan de la manera más inesperada e increíble, como ella lo fue… nos vemos amigo
- Adiós señor- lo saludó Robert sintiendo una curiosa combinación de pesar y terror al ver aquel excéntrico hombre que entraba a su hogar.
Se encontraba en su habitación al lado de Compañero, quien le lamia la cara en ese momento
Robert no podía dejar de preocuparse demasiado pensando quienes eran estas personas. Aunque no importaba mucho en realidad porque él tenia muchos autos que mejorar. Aun así, el ver a su patrón viendo las estrellas de esa manera mientras recitaba un idioma demasiado raro le era imposible de ignorar, aquel dicho no era Alemán, de eso podía estar seguro; pero tampoco era Francés ni mucho menos Italiano, ¿qué idioma era ese entonces? ¿Algún tipo de Hebreo que el desconociera? No lo creía. Dijo ser un aventurero, Robert, pensó que, posiblemente, en alguna aventura tuviese una experiencia demasiado desagradable ¿pero esas últimas palabras que le dijo antes de irse a acostar? ¿Acaso el sabia quien era o por lo que había pasado? Tembló al pensar en aquello. Compañero, quien había parado de lamerle el rostro, renovó sus lamidos cuando lo vio estremecerse.
- Compañero, no sé con quienes estoy; pero si sé que estoy un poco nervioso al verlos. Lo mejor será concentrarme en mejorar aquellos autos y, también, en mi trabajo. Algo me dice qué mientras menos sepa de ellos quizás sea mejor, ¿tú qué dices?
Compañero ladró en señal de aprobación, Robert, dando una pequeña risa, le dijo
- ¡Bien dicho amigo! Ahora durmamos un poco que es tarde
Esa noche ambos durmieron con tranquilidad mientras qué, por la ventana, una estrella fugaz pasó por el firmamento iluminándolos con su brillo.
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