—Oye, Scar, no sé qué pasa, pero ¿qué te he hecho para que me evites de esta manera?
—Buenos días a ti también, Marc —le contesté, sin siquiera aminorar el paso mientras caminaba hacia clase. Iba cinco minutos tarde y si faltaba otro día, me expulsarían.
Sabía que no estaba bien lo que hacía, que él no se merecía esto. Pero de alguna forma tenía que alejarlo de mí en caso de que pasara algo con Jesse y Jason. Aún no estaba segura de si eran de fiar completamente y no quería involucrar a nadie en esto. Ya era suficiente que me hubiese metido yo.
Él seguía casi corriendo a mi lado y cuando frené en seco para encararlo, casi se tropieza. Arqueé una ceja en su dirección.
—Oye —empecé, cansándome de que se comportara así, aunque sabía perfectamente que tenía sus motivos—, voy a llegar tarde a clase, más de lo usual, así que... si no te importa muévete —terminé, siendo clara y concisa con él, sin apartar mi mirada de la suya.
Pude ver en sus facciones que eso le dolió, pero a pesar de que quería gritarle con todas mis fuerzas que era por su bien, no pude. Quería que se diera cuenta por sí mismo.
Se apartó y sin decir nada más, fuimos cada uno a nuestras respectivas clases.
*
Cuando acabó todo y me dirigía a la salida para coger el coche que mis padres me prestaron hoy y volverme a casa, vi a Marc hablando con su novia, y no parecían los típicos tortolitos. Es más, me hubiera aventurado a decir que estaban discutiendo y montando una escena.
Antes de que las masas, tan cotillas, se arremolinaran a su alrededor, vi a Marc negar con la cabeza y darse media vuelta para ir a su coche.
Era ahora o nunca.
—¡Marc! —le llamé. Él no me escuchó o pasó de mí. Pensé que era la segunda, por lo que le había dicho esa misma mañana, y volví a intentarlo.
—¡Marc! Joder —lo vi de frenar en seco y girarse, dándome una mirada gélida.
—Qué quieres —me preguntó con el tono más seco que le había oído en mi vida.
—Oye, a pesar de lo que te haya dicho antes, quiero decirte que sigo siendo tu amiga y que puedes contar conmigo, Marc. Sé que no nos estamos viendo tanto como antes, pero... te prometo que tengo mis motivos, Marc. Por favor, no te enfades y escúchame. Que todo esto lo hago por ti. Por nuestra amistad —le medio confesé.
Él suspiró, evitando mi mirada. Fruncí el ceño porque no le veía con intenciones de darme una respuesta.
—Es todo por él, ¿verdad? —empezó.
Yo no tenía ni idea de por dónde me iba a salir con eso. Le negué con la cabeza despacio y con el ceño aún fruncido, haciéndole saber que no tenía ni idea de lo que me estaba hablando.
Tiró la mochila al suelo, enfadado.
—¡Es todo por ese estúpido preso! Scar, ¿no te das cuenta? —continuó. Yo ya sentía un calor subiéndome por el cuerpo del enfado que tenía. ¿Cómo se atrevía a involucrarlo cuando yo todo lo que había hecho era preocuparme por él y nuestra amistad? ¿Por qué no podía aceptar que no toda mi vida giraba en torno a él? Marc estaba siendo egoísta—. Estás tan ensimismada con ese hombre que no te das cuenta de que estás perdiendo a tus amigos, a mí. Ya no sales, apenas hablamos y cuando lo hacemos es solo de tu querido delincuente.
Ya eso me enfadó. ¿Por qué hablaba de alguien que no estaba aquí para defenderse? Nunca pensé que diría esto, pero tenía ganas de darle una bofetada en su bonita cara.
Y eso hice. Antes de darme cuenta de lo que estaba haciendo, mi mano chocaba con la mejilla de Marc más fuerte de lo que me hubiera gustado, pero era lo que sentía. Tenía la respiración agitada viendo como él se ponía la mano en la mejilla ya roja, y me dio una mirada de odio puro.
Esta vez me había pasado de la raya.
—Eres un desagradecido y un mal amigo por sacar esas conclusiones sin hablar conmigo antes —empecé, en un tono más bajo y sin apartar la mirada de la suya—. Todo lo que he hecho ha sido protegerte del hermano del que tú llamas "mi querido preso" porque al parecer está investigando todo sobre mi vida y a mis conocidos. Y yo solo quería preguntarte si estás bien porque os vi discutir antes, ¿sabes? Y así me lo pagas. Que te vaya bien, Marc.
Y dándome media vuelta, continué el pequeño recorrido que me llevaba hasta el coche, sin mirar atrás, sin haberle dado opción a Marc de responder. Nada. Él tuvo su oportunidad para hablar, como otras tantas veces y la había desperdiciado. Se acabó.
Aguantándome las lágrimas hasta llegar a casa, le pegué unos cuantos puñetazos al volante de pura frustración.
Me daba la sensación de que el hecho de que Jesse estuviera en mi vida, estaba arruinándola.
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