—Kiki, deja de estarte lamiendo eso—bufó Zurie a la menor, quien no paraba de tocarse con su lengua, su labio partido.
—Me siento ruda…—balbuceó, inflando su inexistente pecho con orgullo, mientras que Zurie suspiraba resignado.
—Tú, ¿cómo te sientes?—habló preocupado, viendo a Atif quien tenía la cara magullada.
Atif hizo una leve mueca, y es que aunque había pasado una semana desde el incidente, le seguía doliendo la cara.
—Bien, creo que estos días que han suspendido al tipo…me he sentido más seguro—suspiró sin poderlo evitar, masajeando su cuello—. Fue una terrible idea, ¿no?
—No te culpes, quisiste hacer algo por él—habló Kiki—.Lo bueno es dejarlo por la paz, al fin que nos tienes a nosotros—sonrió dulcemente abrazando sus piernas.
—Sí, estaremos aquí para que no se meta contigo…aunque, me sorprende que no lo hayan expulsado por haberte golpeado.
— ¿Creen que su papá sea el director?—dijo inocente la Kiki.
—No, es hijo del farmacéutico del pueblo—contestó Zurie.
Atif como Kiki quedaron confundidos, viéndose mutuamente preguntándose cómo es que alguien como él había pasado tan libre sin ser expulsado.
—Entonces, ¿por qué el director lo protegió así?—cuestionó Kiki inocente.
—Bueno… por la manera en que casi estrelló tu hermano su coche en la escuela, que aventó profesores, y amenazó de muerte al director porque te partieron el labio, entiendo que…
—Sísísísí ya entendí—interrumpió Kiki a Zurie, aun avergonzada del escándalo que había hecho su hermano—.Supongo que la suspensión fue una buena medida.
—Sí, Altair se veía más alterado al saber que no podría venir a la escuela—musitó Atif, para soltar un gemido de miedo—.Seguro cuando regrese estará más enojado.
—No te preocupes, Zurie y yo te cuidaremos—sentenció la menor, tomando su mano—.Aunque…también tus papitos deberían cuidarte, ¿qué hay de ellos?
—Uh, pues me preguntaron sí el seguro de la escuela cubrió los gastos de la atención médica o si debían enviar más dinero—respondió encogiéndose entre hombros.
—Cielos…—habló Kiki algo incómoda de la frialdad de los padres de Atif, pero suponía que eran costumbres francesas ser así o algo por el estilo.
Por otro lado, Grimm estaba aún furioso por el incidente en el colegio, lo cual se denotaba en la forma tan brusca de apretar tornillos y azotar las cajuelas.
—Si rompes eso, nos lo van a cobrar—comentó tímidamente Clare, realmente preocupado por el humor de su amigo.
—No es posible, ¡simplemente no es posible!—gruñó furioso pateando una caja de herramientas.
—Wow, wow…tranquilo—se atrevió a acercarse a tomarle del hombro, podía sentir la piel caliente de Grimm y su cuerpo temblar de la furia.
—El cuerpo de mi hermana es frágil, un mal golpe, un…no sé qué hubiese pasado. Tuvo suerte de que sólo fuera un roce que le partiera el labio, y aun así el sangrado fue muy importante. No es posible que protejan a ese criminal y nadie me quiera decir el nombre de quien fue.
—Considerando que fue un menor el que hizo esto y que fue un accidente, está bien que no te hayan dicho porque eres un poco violento.
— ¡¿A quién le llamas violento?!—gruñí señalándole con el soldador.
—Ah perdón, percepciones equivocadas mías—contestó Clare sarcásticamente sin inmutarse.
—Sí me vuelvo a enterar que le hacen algo a mi hermana y tiene complicaciones…
—Grimm, respira por favor…—se acercó preocupado, al ver cómo hiperventilaba su amigo por el ataque de pánico que comenzaba a darle.
Grimm soltó sus herramientas, tratando de recuperar el aliento y tratando de calmarse. Tragó saliva, el muchacho temblaba y sudaba algo frío, de sólo imaginar que a su hermana pudiera pasarle algo le paralizaba.
Clare le tomó del brazo, sentándolo para darle algo de agua, no podía evitar sentir su corazón latir cada vez que veía al hombre así; es decir, no sólo por la angustia de su estado de ánimo, sino por ver el gran corazón que se cargaba.
—Ella está bien, es lo que importa…además, no puede evitar presumirnos su labio partido, dale el gusto—bromeo un poco Clare, riendo entre dientes.
—No para de decir lo fuerte que es—musitó Grimm, arqueando las cejas. Podía sentir sus mejillas colorarse—. Ella está emocionada por esa futura cicatriz, aunque dudo que queden marcas.
—Puedes pintársela cuando deje de verse, hiciste un buen trabajo con su imagen de gótica.
—Darks—le corrió Grimm a Clare, causando su risa.
—Sí, darks—retomó Clare, sonriendo de lado—. Mejor pensemos en cosas más alegres.
— ¿Cómo qué?—soltó Grimm con su usual tono arrogante y seco.
—Pues…que en unos días por fin irás a la gran ciudad, a hacerle la revisión a Kiki…—canturreó Clare, codeándole de manera amistosa— y que seguro el trasplante será un completo éxito, y todo irá mucho, mucho mejor. Lo ira—musitó eso último casi como un suspiro, delatando sin querer esos sentimientos que se removía.
Grimm sonrió sin poderlo evitar, sólo un poco, sintiéndose reconfortado por las palabras de su amigo, y es que aunque tenía mucho miedo de que aquella cirugía, causante del cambio de colegio de Kiki por lo costosa que fue, no diese los resultados que ellos esperaban, sin embargo…la esperanza es lo último que muere.
—Oye Kiki—habló Zurie mientras esperaban en la salida a que viniesen por ellos. Estaban solos, pues Atif debía ir al doctor por chequeo de rutina.
— ¿Sí, mejor ultra súper increíble amigo?—contestó la menor con una tonta sonrisa.
— ¿Por qué a veces me dices así y no a Atif?—refunfuñó achicando la mirada.
—Porque a veces me acuerdo de lo afortunada que soy de ser tu amiga y siento la necesidad de decírtelo, y porque Atif le muestro mi amor con abrazos… ¿quieres abrazos?
—Como decía—retomó Zurie un tanto quieto y serio, pero al ver la intención de Kiki de abrazarlo, colocó su mano sobre la cara de la menor—. Cuando hiciste tu extraña faramalla de vestirte raro, según tú como yo…hablamos sobre conocernos y esas cosas—carraspeó algo incómodo, pues podía sentir sus mejillas se colorarse, y por quererlo disimular se limitó a desviar la mirada—.Hoy iré a una fiesta y no sé, quería saber…
—ZZZZZZDhi—asintió de inmediato Kiki, aun con la mano del chico en su cara.
—Ni siquiera sabes qué iba a decir—contestó sobresaltado.
— ¿Ibas a invitarme?—Peló los dientes la niña mientras pestañeaba.
—Uh, uh…tal vez—carraspeó, desviando un poco la mirada—. Hablamos sobre conocernos, y…—se quedó un momento callado—antes de seguir, quiero saber ¿Qué te cruzó por tu mente el día que cambiaste tu look por mí?—le cuestionó mirándola fijamente, y es que no quería que ella cambiase si es que le presentaba su mundo.
—Quería darte un mensaje—sonrió ampliamente, dejando que sus piernas se balancearan.
— ¿Qué tu hermano es un asco para hacerte lucir decente?
— ¡No!—contestó riendo—. Que no tiene nada de malo ser tú. La ropa definitivamente no tiene nada que ver con nuestra calidad de personas…ni mucho menos la apariencia. Yo tenía una compañera que parecía muñeca importada de suiza…y es la persona más malvada que he conocido. A veces parece que soy ingenua, lo sé…pero soy muy observadora—dijo con orgullo cruzándose de brazos, inflando su pechito.
—Mierda—gruñó .Su cara humeaba un poco de forma inevitable, así que se limitó a carraspear—. Como sea, te recojo hoy a las 8. Conocerás un poco de mí.
—Iiiiiiiih—gritó agudamente de emocionada, poniéndose en modo vibrador.
Zurie arqueó una ceja y la tomó de la nariz, observando cómo claramente dejaba de vibrar, como si la sostuviera; la soltaba y volvía a su modo vibrador.
— ¡Ya te vi, mojoncio criminal!—gritó Grimm al llegar, haciéndole una seña de que le observaba. Y es que cualquiera que se le acercara a su inocente hermana, era un criminal…ya se imaginarán en su anterior escuela, donde una por una, interrogó a cada amiga lolita que tenía.
—Adiós—rió Kiki besando su mejilla tras jalarle de la sudadera, para ir corriendo al auto.
Zurie la siguió con la mirada, viendo cómo sus tobillos temblaban un poco al moverse, notando en ese momento que sus medias parecían ser más gruesas de lo usual, fue ahí donde Zuri se preguntó si anteriormente usaba medias.
—No me gusta tu amigo—dijo Grimm sin dejar de conducir.
—Eso no te oí decir cuando escuchaste que él fue quien jaló a Altair para que no me alcanzara tanto el golpe—canturreó divertida, provocando los bufidos de su hermano.
—Como sea—sentenció orgulloso con la cara roja— ¿Cómo sigue tu labio?
—Poderoso y chido…—alzó su puño triunfante.
—Debo empezar a medirte las horas que ves internet—respondió a su hermana, achicando la mirada.
Por un momento el camino fue silencioso. Kiki miraba, como era usual, la ventana para admirar cómo el viento movía los árboles y contrastaban con el azul del cielo; siempre sonreía y mostraba una genuina felicidad, fácilmente se podía decir que ella brillaba por cuenta propia, mientras que su hermano luchaba por no hundirse.
— ¿Cómo te has…sentido?—preguntó Grimm finalmente, mirándole sin poder evitar mostrar una profunda tristeza.
—Muy feliz—contestó con completa sinceridad—. Tengo nuevos amigos, en la escuela son geniales y amables, Clare es como mi segundo hermano mayor pero sobre todo…estamos juntos.
Su hermano sintió un hueco en el estómago, no estaba seguro porqué, sólo que era un vacío que no sabía con qué llenar, su corazón se limitaba a latir fuertemente por las palabras de su hermana. Tal vez el vacío no se iba a llenar hasta que los doctores le dijeran que ella estaba completamente bien.
—Bien, así debe ser—refunfuñó con su usual mala cara.
—Pero…peroperopero PERO…—rió tontamente Kiki— ¿Sabes qué me haría más feliz?—sonrió pelando los dientes.
— ¿Una peluca nueva?
—Bueno, eso no se rechaza…pero no. Zuri me invitó a…
—No—respondió mientras se limpiaba la cera de la oreja y con la mano libre conducía.
—Pero ni siquiera te dije…
—No—volvió a responder con una sonrisa de satisfacción, sin dejar esa mueca de como que estaba oliendo caca.
Kiki trataba de hablar, pero su hermano le interrumpía con un No, siendo el único ser que cuando decía No, era un No.
—Ya preparé la comida y…. —comenzó hablando Clare al verlos llegar, cuando Grimm le interrumpió con un: “No”—. Ora tú, ¿qué traes?
—Te advierto desde ahorita que no ayudarás a Kiki ni harás que me desobedezca. Eres peor que un hermanito menor…
—En qué mal concepto me tienes, me decepcionas…no es posible que me veas de esa forma—bufaba aparentemente ofendido Clare, sin despegar sus ojos de Grimm alejarse a su cuarto para cambiarse—. Bien, dime qué no te deja hacer—susurró a Kiki, emocionado.
—Zurie me invitó a una fiesta o algo así, y quiero ir. Le dije que yo no lo juzgo por nada y que creo que es genial. Y quiero mantener eso acompañándolo—contestó la niña con una mueca.
— ¿A qué hora?—susurró tratando de contenerse.
—Viene por mí a las 8
—Bien, ponte hermosa y yo te cubro con tu hermano—habló Clare guiñándole un ojo, y es que creía que ella debía vivir sus experiencias lejos de la sobreprotección de su hermano, además, era mejor que ella sintiera confianza en vez de hacerlas a escondidas.
—Eres el mejor—abrazó Kiki emocionada a Clare. Era su primera fiesta después de las siete que tenía.
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