El señor Shiroi, luego de comer el chocolate que Norio le había ofrecido, decidió continuar con su trabajo. Él no sabía exactamente cuánto tiempo había pasado mientras recordaba aquel primer encuentro con los Choco–Bolos, siempre que él viajaba al pasado en sus pensamientos se perdía en ellos por un largo tiempo así que Shiroi esperaba que este no fuera el caso. Los primeros clientes habían comenzado a llegar y la limpieza y los arreglos aún no se habían concluido. Norio estaba tardando más de lo habitual en cambiar su atuendo y el señor Shiroi se encontraba abrumado con la gran cantidad de clientes que habían llegado y los detalles que aún faltaban por resolver.
– ¡¡NO ME TOQUES!! – Se escuchó muy fuertemente seguido un gran estruendo proveniente del salón de descanso.
– ¿Norio? ¿Takato? – Pregunto inmediatamente el señor Shiroi mientras atendía una larga fila de clientes – ¿Qué fue eso? ¿Están bien?
El sonido fue lo suficientemente fuerte como para que todos los clientes lo escucharan. La puerta del salón de descanso se abre y es Takato quien sale por ella vestido con el uniforme de su colegio y un libro en sus manos.
– ¡Takato! – Dice Shiroi al verlo salir por la puerta – ¿Qué ocurrió? ¿Estás bien? ¿Norio está bien?
– Se_señor Shiroi Yo… – Dijo Takato con una expresión aterrada en su rostro. Entonces si previo aviso, corre a toda velocidad fuera de la tienda.
– ¡¡TAKATO ESPERA!! – Grita el señor Shiroi esperando que el chico se detuviera.
Takato sale por completo de la tienda mientras el señor Shiroi y todos los clientes guardaban silencio. Shiroi mira la puerta semi abierta del salón de descansos preocupado por el pequeño Norio.
– Lamento esto – Dice el señor Shiroi dirigiéndose a sus clientes – Pero me temo que tendré que estar ausente por un momento.
Entonces Shiroi deja su puesto en la caja registradora y se adentra por la puerta del salón de descansos. Dentro, se encontraba el pequeño Norio agachado, dándole la espalda a la puerta mientras recogía los chocolates que se encontraban esparcidos por todo el lugar.
– Oh no – Decía Norio, recogiendo los dulces uno por uno – Rodaron por todos lados. Que desperdicio.
Finalmente cuando termina de recogerlos todos y colocarlos de nuevo dentro de la pequeña caja, se levanta y sostiene uno de ellos frente a él.
– Me pregunto – Dijo Norio – ¿Sera buena idea comerlos? No quiero tirarlos.
– Norio – Dice finalmente Shiroi.
– ¿Eh? ¿Señor Shiroi? – Norio se da la vuelta y mira al señor Shiroi parado en la puerta.
– ¿Estás bien? – Pregunta Shiroi.
– Sí. Estoy bien – Dice Norio mientras miraba tristemente su chocolate.
– ¿De verdad lo estás? – Shiroi se mostraba preocupado – ¿Qué ocurrió?
– Yo solo… – Dice Norio, esforzándose por sonreír – Creo que he hecho enojar a Takato. Fue totalmente mi culpa.
– Mi pequeño Norio – Suspira Shiroi – ¿Acaso ya no confías en mí?
– ¡Claro que sí! Señor Shiroi. Usted es la persona en quien más confió.
Norio guardo silencio, hasta que ya no pudo soportarlo más. Sus lágrimas comenzaron a salir y su lloriqueo fue imparable.
– WAAAAAAA – Norio Lloraba desconsolado – SEÑOR SHIROI LO SIENTO. YO… MOLESTE A TAKATO MIENTRAS EL ESTUDIABA. Y POR ESO… POR ESO EL… SE AH ENOJADO MUCHO CON MIGO. WAAAAAA. YO SOLO QUERIA HABLAR UN POCO CON EL. ¡TAKATO AHORA ME ODIA MAS QUE ANTES!
Norio no paraba de llorar y desahogarse frente al señor Shiroi mientras limpiaba sus lágrimas y estrujaba sus mejillas ruborizadas. Shiroi mostraba un rostro preocupado, y en cierto punto, al ver a Norio de esa forma frente a él, pudo visualizar una imagen del pasado. Se trataba de la primera vez que había visto al pequeño Norio, un niño de no más de 4 años, llorando desconsolado muy parecido a como lo estaba ahora.
– Está bien – Dice Shiroi colocando sus manos en los brazos de Norio – No te angusties más. No has hecho nada malo así que no llores.
– Pero… Takato – Insistía Norio, mientras aun lloraba.
– Descuida – Dice Shiroi mientras mira de reojo hacia la puerta del salón de descanso – Takato no está enojado contigo y no te odia. Te lo puedo asegurar.
– ¿Usted cree eso? – Norio se calma un poco y mira a Shiroi directamente.
– No lo creo, estoy totalmente seguro de eso – Shiroi le sonríe dulcemente mientras limpia las lágrimas de Norio – Oh, mira como se ha puesto tu lindo rostro, todo hinchado y enrojecido. Ve al baño a lavarte con agua fría y ponte tu uniforme.
Norio asiente y se dirige a la izquierda de la habitación, donde se encuentra la puerta hacia el baño. La expresión de Shiroi cambia cuando Norio entra por aquella puerta. Se acerca a la mesa del centro y toma un bolso que se encontraba encima, entonces decide salir del salón de descanso. Al salir, extiende su brazo derecho a un lado, mostrando el bolso que sostenía.
– Has vuelto por esto ¿cierto? – Dice Shiroi mirando a su derecha.
– Señor Shiroi – Dice Takato, que se había mantenido oculto a la derecha de la puerta – Yo… Lo siento. Yo no quería lastimarlo de esa forma… pero… yo… No fue mi intención.
– Lo sé – Responde Shiroi sonriéndole dulcemente – Pero… ¿No crees que se lo estás diciendo a la persona incorrecta?
Takato toma el bolso que había olvida de las manos de Shiroi y guarda su libro dentro, entonces guarda silencio. Shiroi suspira, y cruza las manos recostándose de la pared junto a Takato.
– ¿Sabes? Sé que conoces a Norio desde hace muy poco – Dice Shiroi intentando aclarar las cosas – Y se lo difícil que es para ti estar cerca de personas desconocidas, sobretodo alguien tal alegre y entusiasta como lo es el. Pero Norio no es una persona a la que le tengas que tener miedo. Es un niño brillante, un genio, un prodigio y todo ese tipo de cosas. Con tan solo 14 años de edad, está a punto de comenzar la universidad ¿No es eso increíble? Y su dominio principal son las matemáticas y todo lo que tenga que ver con números.
– Entonces… – Dice Takato – ¿Es por eso que él…?
– Norio probablemente se dio cuenta de que estabas aquí, saltando tus clases para estudiar matemáticas porque tenías un examen difícil cerca, así que el solo quiso serte de utilidad porque tú realmente le agradas.
Takato no responde, pero baja su mirada y muestra su apenado y arrepentido rostro. Dentro del salón de descansos se escuchó la puerta del baño abrirse. Norio ya había terminado de lavar su cara y probablemente se cambiaría de ropa. Shiroi cierra la puerta y camina junto a Takato hasta la salida de la tienda.
– La vida, los ha obligado a ambos a crecer rápidamente – Continua diciendo Shiroi – Pero, sin importar que tanto ustedes piensen que han madurado y crecido, ustedes aún siguen siendo unos pequeños niños. Norio aún sigue siendo un pequeño niño asustado porque pronto comenzara la universidad. Es un pequeño niño asustado, porque piensa que ha estado haciendo cosas malas que hacen enfadar a su nuevo compañero de trabajo y piensa que es completamente odiado. Así que… Asegúrate de disculparte con el apropiadamente.
– Sí, señor Shiroi – responde Takato – En seguida lo hago.
– Oh no – Lo detiene Shiroi – Ahora no es un buen momento, tú debes ir al colegio o llegaras tarde a ese examen tan importante.
– Si – Dice Takato y se marcha.
Norio aún continuaba cambiando su ropa y Takato ya se encontraba camino a su colegio. Los clientes se habían ido y la tienda se encontraba tranquila y despejada. Shiroi suspira, pensando lo difícil que es tratar con los adolescentes y camina hasta el mostrador principal donde se encuentra la caja registradora. Sobre aquel mesón se encontraba un portarretrato difícil de ignorar si pasabas junto a él. Shiroi lo mira y lo sostiene con su mano derecha.
– Mi pequeño niño – Dice Shiroi admirando con dulzura aquella foto – ¿Tú también atravesaras por esas etapas y te pondrás rebelde?
Shiroi miraba fijamente la foto, mientras la sostenía con la mano derecha y la acariciaba con la mano izquierda.
– Jeje. Creo que es muy pronto para pensar en eso – Dice Shiroi acercando la foto a sus labios hasta conseguir besarla – ¿Cierto Rem?
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