Takato se encontraba en aquella pequeña habitación parado frente a la camilla. Vestía su uniforme del colegio pero sin la corbata ni el chaleco y tal y como se lo había pedido su hermano mayor, llevaba su gran collar de cuero negro en su cuello, asegurado con un candado. El señor Shiroi yacía recostado con una vía intravenosa en su muñeca izquierda, totalmente inconsciente.
– Afortunadamente lograste traerlo a tiempo para la estabilización – Dice la doctora, mientras leía los papeles que sostenía en sus manos – Pero algo como esto vuelve a suceder, me temo que el Omega no correrá con tanta suerte.
– Shiroi – Dice Takato, escuchando el diagnostico.
– Esto es completamente común en la mayoría de ellos, ya que suelen ser marcados con mucha facilidad por los Alfas y terminan siendo abandonados a su suerte después de la mordida.
La doctora, deja de leer los papeles por un momento y se acerca a la camilla donde se encuentra Shiroi, coloca su mano sobre la frente de su paciente y luego de fruncir el ceño, ella se aleja y comienza a escribir algo en los papeles ya mencionados.
– Justo como es el caso de este Omega ¿cierto? – Dijo la doctora.
– Su nombre es Shiroi – Dice una vez más Takato.
– Este es otro caso más de un Omega que padece del “síndrome de la marca abandonada”. Aquí dice que el Omega tiene un hijo de 5 años.
Se refería al pequeño Rem, que en esos momentos se encontraba sentado en los asientos del pasillo fuera de esa habitación, dibujando con su nueva caja de colores mientras espera pacientemente por su madre.
– ¿Sabe usted si el padre del niño es el mismo Alfa que mordió al Omega? – Preguntó ella.
– No lo sé – Responde brevemente Takato.
– ¿El niño mantiene contacto con su padre actualmente?
– No lo sé.
– ¿Sabe al menos quien es el padre del niño? ¿Quién es el Alfa que mordió al Omega? ¿Cuándo fue la mordida?… ¿Sabe usted algo de este Omega?
– Sé que su nombre es Shiroi, no “este Omega” como lo ha estado llamando usted – Responde Takato un tanto molesto – Lamento no poder ayudarla con más información.
– ¡Que mocoso tan mal educado! – Exclamo la doctora – Oh, ya veo, Otro Omega ¿cierto? En la planilla has colocado que eres familiar directo del paciente, de hecho, dice que eras su hermano menor. ¿Qué clase de familiar directo eres si no puedes responder unas simples preguntas?
– ¿Acaso es importante que clase de familiar directo soy? – Takato mostraba una expresión de enfado y desespero – Por favor doctora, solo dígame, ¿Qué l ocurre a mi hermano mayor y como puedo ayudarlo?
La doctora frunce el ceño incluso más pronunciado que la última vez, comienza a hojear los papeles de sus manos y le da la espalda tanto a la camilla de Shiroi como a Takato.
– El Omega padece del “síndrome de la marca abandonada” y a juzgar por esta decaída, la marca lleva mucho tiempo abandonada, muchos años diría yo. Su cuerpo se ha estabilizado por el suero, pero es un medicamento muy agresivo y solo puede ser aplicado una vez 6 cada meses. Debe mantenerse en mucho reposo para controlar los síntomas que esto produce. Le recetare una serie de medicamentos para la ansiedad, la anemia y las constantes recaídas que sufrirá a partir de ahora, será costoso, pero es necesario. Pero lo más importante sobre todas las cosas es, que debe evitar a toda costa estar en contacto con las hormonas del Alfa que lo marco. Ya que la marca lleva tanto tiempo abandonada, su cuerpo se sentirá extremadamente ansioso al percibir esas feromonas, lo que provocara otra fuere decaída como esta. Si eso sucede antes de que pasen los 6 meses mínimos para aplicar de nuevo el suero, entonces el Omega podría morir.
– Entiendo - Dice Takato, con una expresión seria y perdida.
– AH, esto es tan molesto – La doctora suspira y camina hacia la puerta – Tener que repetir esto una y otra vez por culpa del constante descuido de estos molestos Omegas. Deberían volverlo ilegal o algo así, de seguro todos terminarían encarcelados y nos libraríamos de una vez por todas de esta plaga. O mejor aún, cobrarles el doble por esto, al menos servirían para volvernos millonarios a nosotros los doctores.
– ¡AH! – grita el pequeño Rem al darse cuenta de que la doctora estaba saliendo de la habitación – ¡Doctora! ¿Ya termino? ¿Le colocó una inyección a mi mami?
La voz del pequeño era fuerte y aguda, con fuerte entusiasmo desbordando de él, mientras que la doctora por otro lado, parecía cansada, estresada y de muy mal humor, lo suficiente como para repudiar aquella voz infantil que se dirigía hacia ella.
– ¡A mí no me dan miedo las inyecciones porque mi mami me dice que eso me ayuda a curarme del resfriado! ¿Eso también curará el resfriado de mi mamá, doctora?
– Que patético – Murmura la doctora.
– A pasado mucho tiempo desde que el tío Takato, mamá y yo vinimos aquí, ¿fue difícil curar a mi mama y por eso tardo tanto, doctora? ¡Mire! Incluso me dio tiempo de terminar este increíble dibujo.
– Se nota que serás un marginado Omega igual que tu madre – La doctora dice, mientras ignora por completo al niño y sigue su camino – Se reproducen como plagas.
– ¿Doctora? – Dice Rem con un tono de voz bajo, mientras observa a la doctora alejarse.
Rem sujeta su cuaderno de dibujos con ambas manos fuertemente y mira por la puerta de la habitación, se levanta de su asiento y se dirige adentro donde se encuentra su tío y su madre.
– ¿Mami? – Dice el pequeño niño, pero sin recibir respuesta de nadie.
Sobre la alta camilla había una persona recostada que era difícil diferenciar con la pequeña estatura del niño. Takato se encontraba frente a la camilla, había un como sofá a su derecha, donde se suponían se sentaban los familiares de los hospitalizados para mayor comodidad, pero Takato prefería estar de pie, frente al señor Shiroi, observándolo.
– ¿Tío Takato? – Dice Rem, colocándose junto a Takato y sosteniendo su mano – ¿Por qué mi mami aun no despierta? ¿No le han colocado una inyección? Eso siempre funciona conmigo.
– Rem – Dice Takato, al percatarse de la presencia del pequeño niño a su lado – Descuida, el doctor le ha dado un medicamento, solo hay que esperar.
Afortunadamente, Rem era muy pequeño para entender la situación y no tenía la estatura suficiente para ver que su madre se encontraba sumergido en un profundo sueño a causa del fuerte medicamente, su rostro se encontraba enrojecido y sudaba con abundancia, la fiebre estaba bajando, pero muy lentamente, su cuerpo probablemente se encontraba muy cansado y adolorido a causa de la fiebre y su condición. En ocasiones se podían ver expresiones de dolor en el rostro del señor Shiroi, ligeros sonidos de quejidos y movimientos de su cara de un lado a otro.
– Rem – Dice Takato agachándose un poco para dirigirse correctamente hacia su pequeño sobrino – Debo ir a la farmacia que está en el primer piso para revisar algunos precios ¿Cuidaras al señor Shiroi por mi mientras no estoy?
– ¡Sí! ¡Yo me encargo tío Takato!
– Si algo pasa, asegúrate de llamar enseguida al doctor. Yo volveré lo más rápido que pueda.
– ¡Si, tío Takato!
Entonces, el chico se dirige hacia la puerta. A la distancia, se podían escuchar fuertes y rápidos pasos acercándose. El sonido era cada vez más fuerte, y evidentemente se estaban acercando.
– ¡Señor Shiroi! – Se escucha un voz familiar exclamar, al mismo tiempo que ambos cuerpos colisionan en la entrada de la habitación.
El cuerpo de la persona que estaba entrando era más alto y pesado, lo que provoco que el pequeño y delgado cuerpo de Takato fuese empujado hacia atrás luego del choque.
– ¡Cuidado! – Exclama una vez más la misma voz familiar de antes.
Entonces sus manos envuelven a Takato por la cintura evitando que este callera por el empujón.
– ¿Takato? – Dice la misma voz de antes.
Takato se paraliza por aquella voz, sus manos se encontraban sobre el pecho de aquella persona que aún lo son tenía por la cintura. Quería levantar su mirada y confirmar sus sospechas pero el miedo se lo impedía, sus manos temblaban mientras sujetaba con fuerza los pliegues de aquel enorme cubre todo verde.
– ¿Estás bien? – Pregunto aquella voz, con un tono de voz dulce y preocupada.
Takato finalmente levanta su mirada, al escuchar esas palabras. Su corazón latía con mucha fuerza y velocidad. Aquel dulce aroma lo envolvía por completo y comenzaba a afectar sus sentidos.
Finalmente sus ojos entraron en contacto. Takato miraba fijamente aquellos hermosos ojos color rosado que no había visto desde hace dos años. Su cabello era más largo, pero seguía siendo el mismo resaltante color rojo. La estatura era el mayor cambio, Takato ahora tenía que mirar muy hacia arriba si quería ver su rostro con claridad.
– *Definitivamente* – Pensó Takato, mientras continuaba mirando a aquel hermoso chico que aún seguía sosteniéndolo en sus brazos – * ¿Eres tu verdad?… ¿Norio?*
– ¡AH! – Grito Norio, apartando rápidamente sus manos sobre Takato – ¡Lo siento! ¡Lo siento tanto! ¡No fue mi intención tocarte de esa forma!
Takato guarda silencio, mientras baja su mirada, utiliza su mano derecha para cubrir su boca y nariz, retrocediendo un paso. El aroma fuerte aroma de Norio se encontraba por todas partes y aún continuaba afectando sus sentidos, su temperatura aumentaba, su cuerpo sudaba, sus manos temblaban, su reparación era forzada y su fuerza disminuía. Entonces Takato finalmente pasa por un lado de Norio se va corriendo por el largo pasillo.
Norio lo mira alejarse, con aquella tipa expresión de dolor que siempre solía usar en el pasado cuando miraba a Takato. El pequeño llorón que había partido a Londres para iniciar sus estudios universitarios con tan solo 14 años, era ahora un joven apuesto de 17 años mucho más alto que antes.
– Esa expresión en tu rostro – Dice Norio en voz baja, al recordar la expresión de Takato cuando sus miradas se encontraron por primera vez después de casi tres largos años – Tu… ¿Aún sigues odiando que te toque?
Norio mira su mano derecha, la misma que había usado para sostener a Takato por la cintura y evitar que este callera. La mano emanaba una leve esencia color verde manzana, muy suave dulce y brillante. Norio coloca su mano derecha sobre su nariz, mientras cierra sus ojos he inhala lentamente.
– ¿Aun sigues odiándome tanto? – Continúa susurrando Norio.
Entonces, Norio lame suavemente su mano, justo en el lugar donde se pronunciaba más el olor que Takato había dejado en ella.
– ¿Quién eres tú? – Dice el pequeño Rem, parado justo en frente de Norio.
Norio reacciona, y sus ojos se abren por completo y brillan emocionados al ver al pequeño niño parado frente a él. Entonces corre y se agacha frente a Rem dándole un fuerte abrazo.
– ¡¡¡Rem!!! – Exclama Norio, abrazándolo con más fuerza aún.
– Hmg, No puedo respi… – Rem intenta decir, pero se detiene – ¿Norio?
– ¿Cómo que Norio? – Dice, liberando a Rem del abrazo asfixiante – Soy tío Norio.
– No eres mi tío – Dice Rem, y luego guarda silencio un largo tiempo, pensando – ¿Tú eres Norio?
– Claro que lo soy – Dice Norio – ¿Acaso ya no me recuerdas?
– Pero… ¿Cómo has crecido tanto?
– Ah, eso es porque yo…
– Mi mami dice que yo estoy creciendo muy rápido porque siempre como mis verduras… – Dice Rem impresionado por la estatura de su viejo amigo – ¿Cuántas verduras has tenido que comer para crecer así? Yo también quiero crecer rápido como tú.
Norio guarda silencio, rápidamente se levanta y mira el interior de la habitación.
– ¿Señor Shiroi? – Dice, recordando el motivo por el cual había venido al escuchar al pequeño Rem hablar de su madre.
Norio entra a toda velocidad a la habitación y se detiene justo en frente de la camilla. Sus ojos se cristalizan mientras mira detalladamente cada parte del señor Shiroi recostado inconsciente sobre aquella camilla. Él toma con gentileza la mano izquierda de Shiroi, entonces se agacha y recuesta su rostro sobre aquella mano adormecida.
– Está bien – Dice el pequeño Rem situado a la izquierda de Norio – Tío Takato dijo que ya le han dado una buena medicina y que solo debemos esperar.
Norio mira a Rem y sonríe dulcemente con sus ojos a punto de derramar sus lágrimas. Envuelve a Rem con su brazo izquierdo y lo abraza gentilmente, mientras aun sostiene la mano de Shiroi.
– Entonces aquí estaremos todos justos esperando a que despierte – Dice Norio mientras sus lágrimas caen.
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