Capítulo 14 (suaves y cálidos)
– ¡Roy! – Exclama él – Ya lárgate y déjame solo.
– AH! Como sea, maldito perro adormilado – Dijo Roy y finalmente se marchó.
Entonces el rápidamente cerró la puerta y manteniendo su mano sobre su nariz, se apoyó con la otra mano sobre el escritorio. Gotas de sudor caían por su cuello, era invierno y hacía mucho frío, así que esas gotas de sudor solo podían significar un gran aumento de temperatura corporal. Él definitivamente estaba siendo afectado por mis feromonas.
– Tu aroma es… – Intento decir él, pero parecía serle difícil – Es muy fuerte… ¿Cómo es posible que Roy no lo haya notado? ¿Cómo es posible que estén afectándome a mí?
No entendí aquel comentario. Él era un Alfa, así que era completamente normal que las feromonas de un Omega lo afectaran de esa forma. Finalmente, él cerró sus ojos, inhaló y luego exhaló y retiró su mano de su nariz. Me miro desde la distancia y luego camino hacia mí. Su resistencia ante las feromonas era increíble, cualquier otro Alfa estaría convertido un salvaje animal en estos momento, mis feromonas era tan fuertes que hacían enloquecer a cualquier Alfa, es por esa razón que mis inhibidores eran más costosos de lo normal.
Mi corazón se aceleró aún más cuando él se acercó y se posó justo en frente de mí. Me miraba fijamente, con una expresión dolorosa, producto de los efectos secundarios del celo.
Era extraño, a pesar de que me encontraba débil, sin poder moverme del todo y con mi celo cada vez más fuerte, no sentía ni una pizca de miedo. Tenía a un Alfa entrando en celo por mi culpa en frente de mí, completamente solos, encerrados en un salón de clases en el tercer piso, durante una época en la que no había prácticamente nadie por los alrededores, pero aun así, no sentía miedo de lo que él pudiera hacer con migo en ese estado.
Él extendió su mano, y comenzó a deslizar su dedo índice por mi rostro. Podía sentir como el dibujaba con su dedo cada parte de mi rostro, hacia cosquillas pero era realmente agradable. Su dedo probablemente se había empapado por completo por el sudor de mi cara, lo sentía cálido y húmedo, pero él aun así continuaba deslizándolo lentamente. Mi reacción involuntaria fue cerrar los ojos, para poder sentir aquella caricia con mayor profundidad, pero él se detuvo en ese instante.
– No – Dice él – No los cierres.
Yo inmediatamente abrí mis ojos al escucharlo decir eso, de alguna forma no podía evitar obedecerlo, sentía un inmenso deseo por hacer todo lo que a él le hiciera feliz. En un instante aquella pequeña y delicada caricia hecha con su dedo pasó a ser un toque suave con toda su mano posada en mi mejilla izquierda. Su dedo pulgar se movía lentamente de un lado a otro, frotando mi pómulo, mientras yo solo lo miraba directamente a los ojos. Estuve tentado a levantar mi mano y colocarla sobre la de él, pero temía que eso pudiera ocasionar un cambio y acabaría aquel agradable momento.
– Tus ojos son realmente hermosos.
Dijo, mientras correspondía mi mirada. Mi corazón dio un salto, me sentía feliz de saber que él se sentía atraído por mis ojos. En ese momento no estaba del todo seguro de lo que sentía, solo sabía que lo deseaba, lo quería a mi lado, amaba sus caricias y su proximidad corporal. Nunca antes había permitido que alguien se acercara tanto a mí.
– Con esto – Continúo diciendo él – Finalmente poder terminarlo.
– *¿Terminar qué?* – Me preguntaba a mí mismo.
No sabía el significado de esas palabras. No pude evitar fruncir el ceño he inclinar ligeramente el rostro a un lado.
– Hace un tiempo – Comenzó a aclarar él, tal vez por notar mi confusión – Te vi llegar al instituto. Yo estaba en un aula de clases en el segundo piso, y te vi desde la ventana. Yo… me sentí extraño y solo podía pensar… en lo hermoso que eras. Pero fue extraño pensar eso, ya que no pude verte con claridad debido a la distancia, ni siquiera pude detallar tu rostro ni mucho menos ver tus ojos. Desde entonces, cada vez que me sentaba frente al lienzo para comenzar con algún cuadro, tu imagen era lo único que llegaba a mi cabeza. Así que decidí pintar lo que mis sentimientos me mostraban. Al cabo de un tiempo, el resultado fue, un gran cuadro, tuve que pintarlo en cuatro piezas que al unirlas mostraban a un hermoso chico, de piel bronceada, cabello negro, con un collar de cuero en su cuello, vistiendo el uniforme de este colegio y sosteniendo en su mano una hermosa mariposa azul celeste.
En ese momento, mis recuerdos fueron activados he imágenes sobre ese cuadro llegaron a mi rápidamente, o al menos una parte de ese cuadro. Aquel día, en aquel salón de clases vacío, estaba ese cuadro que solo mostraba una mano sosteniendo una mariposa. Su aroma estaba por todas partes, pero principalmente concentrado en ese cuadro.
– *¿Se refiere a ese cuadro que vi?* – Pensé yo, pero no quise preguntarle.
– Pero no pude terminarlo – El bajo un poco su mirada, y su tono de voz se tornó algo apagado – Me faltaba una última parte. La más importante de hecho… sin importar cuanto lo intentaba, no podía visualizar tus ojos en mi mente… Aquella vez, en el almacén de la clase de deportes pude ver tu rostro pero…
Él se detuvo de hablar por un momento, dirigió su mirada hacia un lado y guardo silencio. Tal vez pensando que decir, o tal vez aquellos eran recuerdos borrosos. Mientras el continuaba pensativo, yo solo podía pensar en aquel almacén. No recordaba un encuentro con él en un almacén, de hecho, no recordaba ningún tipo de encuentro con él, ningún acercamiento que le permitiera ver mi rostro. Entonces ¿A qué se refería?
– Pero eso ya no importa. Tus ojos, por fin he podido verlos así que por fin poder terminarlo… – Guardó silencio, y me observo – Son más hermosos de lo que jamás hubiera podido imaginar.
Esas palabras me hacían sentir emocionado. Mis síntomas empeoraban con cada palabra que él me decía. Yo intentaba concentrarme en algo que pudiera ayudarme a controlar mis instintos, pero lo único que podía ver era su hermoso rostro frente a mí, sus manos acariciándome, su aroma envolviéndome y su voz hipnotizándome.
Comencé a sentir escalofríos en mi cuerpo, mi piel se erizaba y todo mi interior hormigueaba. Yo presionaba con fuerzas mis piernas, con la esperanza de calmar un poco aquellas sensaciones, coloque mis manos sobre mi entre pierna para ocultar mi reacción ante la situación. Estaba empapado en esas partes. Me sentía avergonzado, pero mis deseos eran cada vez más fuertes y difíciles de controlar. Mi cuerpo comenzó a emanar un fuerte aroma de color fucsia, y múltiples flores del mismo color brotaban por todas parte, las mariposas azules, comenzaron a emanar de su cuerpo y revoloteaban felices sobre las flores de color fucsia.
– Increíble.
Un sutil pero peligroso susurro resonó en mi oído derecho, acompañado de un cálido aliento que acaricio mi piel. El sostuvo mis hombros con sus manos y posó su cuerpo encima de mí. Podía sentir su respiración en mi cuello, él lentamente inhalaba y luego exhalaba. Eso me hiso enloquecer, no podía evitar sentir aquellos deseos. Yo simplemente lo envolví entre mis brazos y lo presione contra mi cuerpo con todas mis fuerzas. Entonces, comencé a hacer lo mismo que él, junto a su cuello, inhalaba lentamente hasta que su aroma penetrara todo mi interior.
– ¿Por qué? – Dice él, mientras colocaba sus brazos e mi espalda y correspondía mi abrazo – ¿Por qué estoy siendo afectado por tu aroma?
Aquello de nuevo.
– Eres un Alfa – Le dije, con una voz muy baja – Y yo un Omega en celo.
Pude sentir como sus manos se cerraban en mi espalda, formando unos puños fuertemente cerrados mientras apretaba mi uniforme. Me gustaba pensar, que aquella reacción había sido causada por mi voz. Amaba descubrir el hecho de que yo no era el único que enloquecía por el aroma del otro.
– ¿No es esto normal entre un Alfa y Omega? – Continúe diciéndole, en la misma posición.
– ¡No! – Dice él, con un tono un poco más elevado que antes.
Él rompió el abrazo, y se separó un poco de mi cuerpo, era por esto que temía decir o hacer algo. Sus manos continuaban sosteniendo mis brazos, pero la distancia era suficiente como para que dejara de ser un abrazo.
– No lo entiendes – Dijo él, con una dolorosa expresión en su rostro – Tu aroma, tu cuerpo, tu presencia… Nada de eso debería afectarme… Es verdad, somos un Alfa y un Omega, ambos en celo… el hecho que despertaras mi celo es lo imposible… Yo nunca antes había …
– ¿Cariño?
Aquella molesta voz femenina, interrumpió el momento. Él reaccionó al instante y dirigió su mirada haca la pequeña ventana de la puerta. Yo presioné mis manos con fuerza sobre su pecho y lo mire fijamente, no dije nada, pero por dentro le suplicaba que no me dejara. El tomo mis manos y me miro.
– Quédate aquí – Dijo susurrando – No hagas ningún ruido y trata de calmar un poco tu aroma… Ella podría olerte.
– *¿Olerme?* – Pensé.
¿Cómo era posible que un Omega pueda oler las feromonas de otro Omega? ¿Era eso posible? Yo nunca antes había podido sentir siquiera un poco el aroma de otro Omega. Él finalmente soltó mis manos y se levantó, se dirigió hasta la puerta y la abrió solo hasta cierto punto, suficiente como para que ella no pudiera verme sentado en aquel escritorio.
– Lum – Dice él.
– Con que aquí estabas, Roy me dijo que te encontraría aquí y me pareció estúpido, pero ya había buscado en todas partes así que…
Ella se aproximó a él, y poso sus manos detrás del cuello de él. El peso de la chica pelirroja sobre él hiso que retrocediera un poco, hasta ser completamente visibles por mí. Ella solo tenía que voltear un poco a su derecha y me vería fácilmente, pero estaba más concentrada en estar pegada a él, besándolo.
Lo odie, verla a ella, tan cerca de él, tocándolo de esa forma. Quería desviar mi mirada hacia otra parte, pero algo me lo impedía. Mi corazón dolía, pero una chispa de felicidad se encendió en mí cuando él me miro, mientras era besado por ella, entonces él rápidamente la alejo un poco. El simple hecho de que el prefiriera verme, en lugar de concentrarse en aquel beso, me hacía pensar que era totalmente consiente de mí. Y eso definitivamente me llenaba de felicidad.
– ¡Lum! Sabes que no me gusta que hagas eso.
– ¿Por qué no? – Dice ella enfadada – Eres mío, así que puedo hacerte lo que yo quiera.
– Eso no… – Él intento decir algo, pero se detuvo al mismo tiempo que miro hacia mí de nuevo.
– ¿Qué pasa? – Ella volteo su mirada, para ver lo que distraía a su chico.
ÉL rápidamente coloca sus manos en las mejillas de ella y la besa. Sabia el significado de ese beso, él no lo hacía porque quisiera besarla, lo hacía porque quería evitar que ella me descubriera, pero aun así mi corazón dolía al verlos.
– Tienes razón – Le dice él, luego de terminar el beso – Tú puedes hacer lo que quieras ¿Pero podríamos ir a otra parte?
– ¿Eh? ¿A dónde quieres ir? Este lugar es perfectamente solitario para lo que quiero hacer.
– No – Dice frunciendo un poco el ceño – Este lugar no sería como para ti… busquemos…
Podía sentir lo difícil que era para él hablar de ese tipo de cosas en mi presencia. Sé que le incomodaba, tal vez porque estaba preocupado por mí, o al menos eso era lo que yo prefería creer.
– Busquemos un lugar con una cama, o un colchón – Terminó de decir él.
– Oh! Tengo el lugar perfecto ¡El almacén de la clase de deportes! ¿Lo recuerdas?
– Si… – Dijo, y luego guardo silencio por un momento – Adelántate, yo tengo que organizar algunas coas aquí primero.
– No hay problema, yo te ayudare – Ella era bastante insistente.
– No es necesario, por favor – Suplicó él.
Ella no respondió, y él no dijo nada más, yo no sabía si se estaban mirando, si estaban cerca el uno del otro o ya estaban separados, yo había logrado apartar mi mirada, y solo me mantenía en aquel escritorio, abrazando mi cuerpo con mis brazos, para controlar un poco los fuertes escalofríos que está sintiendo.
– Está bien – Finalmente dice ella – Pero solo porque… este salón de clases huele asqueroso.
Escuche sus pasos alejarse al mismo tiempo que el rechinar de la puerta cerrándose lentamente, entonces sentí sus manos sobre mí, otra vez. ÉL levanto mi rostro rápidamente y me miró. Su respiración era agitada, él parecía desesperado.
– En cuanto me valla – Dice, con una voz muy baja – Sal de aquí inmediatamente, ve a la enfermería y ponte a salvo. Ya te has graduado ¿cierto? Entonces por favor, te suplico que no vuelvas aquí nunca más.
– Pero… – Intente decir.
Mis palabras fueron interrumpidas por aquella suave y cálida sensación. Mis ojos estaban completamente abiertos, incrédulos de lo que sucedía en ese momento. Sus labios acariciaban los míos lentamente, sus ojos estaban completamente cerrados y sus manos sostenían con firmeza mi rostro. Su lengua comenzó a rosar mis labios, como pidiendo permiso para entrar, y yo simplemente abrí mi boca y se lo concedí. Cerré mis ojos, y coloque mis manos en su pecho, su lengua jugueteo un poco con la mía, mientras recorría todo el interior de mi boca, hasta que finalmente se detuvo, dejó salir su aliento acompañado de un suave suspiro y me miro.
Nuestras respiraciones era agitadas, mi corazón latía velozmente casi al mismo tiempo que los latidos que podía sentir en mis manos posadas sobre su pecho.
- Por favor - Continuó suplicando él - No vuelvas.
El coloco su pulgar sobre mis labios y delicadamente lo paso de un lado a otro, entonces lo retira, se levanta y se aleja rápidamente. Intente sostenerlo de su camisa para evitar que se fuera, pero no tenía fuerzas. En cuestión de segundos, me encontraba en aquel salón de clases, impregnado con su aroma, intentando recomponerme luego de haber sentido aquellos suaves y cálidos labios.
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