Habían pasado unas semanas desde que Oliver recibía una flor, como siempre llego temprano y la flor estaba allí, pero había algo nuevo, también había una nota, la primera nota que recibía del chico de las flores.
Se sento en su lugar y leyó aquella nota.
"Tienes una sonrisa muy bonita y unos ojitos azules que iluminan mis días, al igual que cada día te deje una nueva flor.
Las mejillas del chico tomaron un leve color carmesí, era la primera vez que leía algo tan bonito dirigido a él, busco a su alrededor, sentía como su corazoncito latía muy rápido ¿por que era aquello? No lo sabía, pero le preguntaría a su mamá luego, ella siempre tenía la respuesta a todo.
Sin darse cuenta se le escapo un pequeño suspiro, no estaba seguro de que era aquella sensación, pero le gustaba mucho, de nuevo se había perdido en su mundo, sin darse cuenta que el chico de las flores estaba muy cerca.
Mateo, suspiro, ver a ese chico de ojos bonitos con sus mejillas rojitas y esos ojitos azules tan ilusionados hacían a su corazón volverse loco.
–¡Boo! –grito su amigo en su oído.
El chico se asustó, cayendo de donde estaba subido para poder ver al chico, después de eso solamente escucho la escandalosa risa de su amigo, ese rubio solía ser cruel con él.
–Hubieras visto tu cara –reía muy escandalosamente que llamaba la atención de los demás estudiantes.
–Eres malo, Carven –cual niño berrinchudo se levanto.
Su amigo amaba molestarlo y lo molestaba aun más cuando se la pasaba mirando al chico de lejos.
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