La música se escuchaba en cada rincón del imperio. No importase en qué remoto lugar, calle o pasillo oscuro o sin vida.
Gente bailando en las calles. Gente bailando en sus casas. Gente celebrando hasta que no haya mañana. Comiendo, bebiendo, ingiriendo lo que sea que se encontrase para sentirse vivos, sin preocuparse del mañana.
Hoy era un día especial que la gente del imperio ha estado esperando más de 10 años.
El fin de la batalla final.
Y con todo el reino en celebración , no había duda que habían ganado. Y en grande.
No importa en qué clase estabas; baja, media, alta, lord o con sangre azul. Todos sin importar, celebrando, llorando y rezando de felicidad, agradeciendo a los viejos Dioses que por fin llegó el fin del oscuro túnel de muerte y destrucción pero aún más agradecidos a su rey.
La luz de una era de gloria y esperanza.
Por supuesto que sí la gente del reino estaba celebrando, en el Castillo imperial no se quedaba atrás. Estaba decorado de colores ,sabores , comidas y bebidas. Nunca se había visto tanta comida en un lugar. Platillo por platillo en una mesa que recorría todo el salón la cual estaba conectada a otra con postres que uno nunca se hubiera imaginado que existieran. Esa mesa se veía aún más larga qué uno pensaría que no había final de ella. Al fin de acabo, la poca gente que se permitía asistían a fiestas era para ponerse high de azúcar y de alcohol para no sentir nada más la sangre bombeando por su venas.
El Castillo nunca se había visto así. Ni aun cuando fue hecho ya por unas generaciones pasadas más de 500 años .
Los 15 gobernadores que se ocupaban en mantener en orden los estados en el país se encontraban en el Castillo. Una vista rara que no se presenciaba ni en un momento en los libros que contaba la historia del país. Todos riendo, bebiendo y celebrando pero con ojos y oídos abiertos por cualquier signo de rareza o peligro.
Cada uno, sentados en en mesas que se encontraban a lado derecho o izquierdo del rey.
Sirvientes iban y venían, trayendo comida, bebidas y cualquier deseo que los gobernantes y sus acompañantes requerían.
-Mi rey-dijo el gobernante que se encontraba a su derecha mientras se levantaba con su vino en su mano.
La habitación llena de risas y conversaciones de pronto se encontraba en total silencio, esperando que estupidez o comentario sin sentido diría ese hombre. El gobernante a su derecha del rey; Eres era más que conocido en el reino por su mal humor y violencia a todos aquellos que estaban debajo de él.
Innumerables historias de cómo torturaba a sus enemigos recorrían en tabernas todo el imperio por soldados, hombres que han estado presentes en uno de sus actos de mal humor. Una de aquellas, muy famosa y temida, contaba un humilde sirviente que estaba presente cuando Eres dio la orden de quemar a todos los presentes culpables o no, después de que recibió la noticia sobre un levantamiento rebelde en uno de los muchos campos de trabajos que tenía a través de su estado.
Los campos de trabajos que Eres escribía no eran más que trabajar más de 15 horas para revivir un pedazo de pan y poder dormir unas cuantas horas. Eran mejor conocidos por el reino como campamento de muerte. Nadie sobreviva más de 17 meses en ellos. Hombres, mujeres, niños y bebés fueron quemados hasta que no quedaron más que cenizas e historias sobre los gritos y cómo ese día, el cielo se torno de rojo como sangre por el sufrimiento de más de 1500 personas. Que los viejos Dioses nos den sus bendiciones y que nunca se repita nunca un día como ese. Historias como esas eran un amable recordatorio de Eres para sus enemigos sobre qué lejos podía llegar y de las consecuencias que habría si alguien se atrevía en ir contra él.
No fue hasta que Attis, el rey más poderoso que se haya visto en mucho, mucho tiempo abrió los ojos por primera vez en este mundo.
-Mi rey..creo que es el momento indicado para que nos dé unas palabras a su público y sus aliados que han luchado a su lado en esta larga guerra.- Dijo Eres con una sonrisa forzada y sarcástica que más bien parecía mueca torcida.
El rey Attis, los observó con cara de aburrimiento a su gobernador a la derecha.
-y qué quieres que diga?-. dijo Attis
-Bueno, han pasado más de 10 años desde que tuvimos paz en este reino. Juntos, tu y me largo y explícito ejército hemos abierto las puertas de una nueva generación que no verá sangre ni muerte en su vida.- dijo Eres con una sonrisa engreída mientras con superioridad a los otros gobernantes que se encontraba en la habitación.
Murmullos de indignidad empezaron a sonar después de que Eres terminó de hablar.
-Juntos? Tu ejercito?.- El rey empezó a reír. Risa que hizo a todos los de la habitación estremecerse y bajar la mirada al piso. -Esque quieres que te recuerde que fui yo solo que te salvo a ti y tu pueblo cuando mas lo necesitabas?.- dijo Attis
Eres, tras escuchar las palabras del rey se quedó callado y muy quieto tratando de controlar su odio al rey.Lentamente se sentó a lado de sus acompañantes que se trataba de su esposa, su mano derecha y unos de sus más cercanos soldados. Su esposa por su físico podría ser pasar por su hija, y sin importar por cuán pesado sea el maquillaje que estaba usando, las marcas de diferentes colores se extendían desde el largo de su cara hasta los lugares debajo de su vestido.
Attis levantó su mano por lo cual estaba ocupada por una copa del más exquisito vino del continente, haciendo que el resto de la habitación levantara la vista hacia él y dijo.-Hoy es el final de la gran Guerra final. Este día será escrito y recordado por siempre en la historia como el Reino de Khauta quebró al Reino Bophelo. Hoy aliados míos, es el primer día hacia un futuro de Gloria.
Gritos y sollozos de felicidad a través de la habitación sonaron, olvidando el amargo sabor de boca y olvidando la conversación pasada.
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