Mateo termino su entrenamiento cansado y con todo el cuerpo sudado, fue a su casillero y al abrirlo se llevo una gran sorpresa.
Un dibujo había caído de allí, era un dibujo de él y a un lado estaba escrito un gracias... Firmado con una caligrafía hermosa por Oliver.
Sus mejillas se sonrojaron hasta las orejas ¿como es que el chico lo descubrió? Había sido muy cuidadoso con que nadie se diera cuenta de que se trataba de él, aunque ya todos sabían que se trataba de él.
–¿Que tienes allí? –escucho la voz de su mejor amigo.
Volteo y le enseño el dibujo, demasiado sonrojado y avergonzado como para hablar.
–¿Como supo que era yo? –oculto su rostro en su casillero, grave error olía horrible allí adentro.
–¿Es en serio? –su amigo alza una ceja y nego, miro a su amigo que hacía una mueca–. Eres demasiado obvio, Mati. Todos se daban cuenta que eras tu, solo era cuestión de de tiempo para que él también se diera cuenta –nego y le regreso el dibujo.
–¿Crees que deba dar el siguiente paso? –pregunto el castaño guardando el dibujo.
–¿Acercarte a él e intentar entablar una conversación? Sí, deberías –ladeo la cabeza, sacando ropa limpia de su casillero.
–Esta bien, lo intentaré –asintió.
Había pasado un mes entero dejándole flores al chico, era el momento de dar el siguiente paso y hablar con él, el chico era introvertido así que no esperaba conseguir mucho la primera vez que hablara con él.
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