Se despertó un poco más tarde de lo habitual, miró su reloj y vio que este decía las 9:30 AM
- ¡Mierda!- exclamó Alex levantándose rápidamente de su cama como si un rayo lo hubiese golpeado, tomó su camisa blanca junto con sus pantalones vaqueros azules y fue corriendo al baño para poder darse una ducha rápida
Bajo las escaleras corriendo solo para ver a sus padres junto a sus dos hermanos pequeños desayunando
- Hola a todos- los saludó Alex tomando un poco de tocino con la mano y colocándolo con rapidez en la boca- lamento llegar tarde
- No hay problema pequeñín- le respondió su madre Carol, sin verlo a la cara debido a que aun cocinaba unos huevos fritos que deseaba desayunar
- Mejor que te des prisa al desayunar hijo o perderás el autobús- le señaló su padre leyendo el periódico
- Si claro
- Por cierto, la casa de enfrente ya no tiene el letrero de se alquila ¿Acaso estará por mudarse alguien?- señaló Carol sentándose a comer sus huevos fritos
- ¡No lo sé!- exclamó Alex huyendo de allí antes de que dijera por accidente que en efecto había visto a los nuevos vecinos y que no pudo evitar darles una bienvenida especial
El padre de Alex, Stewart Reinman, bajó el periódico al ver que su hijo apenas si había desayunado, con un gruñido de resignación, colocó el periódico en la mesa y tras ver que sus dos hijos se iban a la parada del autobús escolar, aprovechó la soledad para poder hablar con su mujer.
- Carol- le habló Stewart con un tono de voz sereno; pero triste
- ¿Si amor?- le preguntó ella comiendo su desayuno
- Alex si tiene amigos o al menos una novia ¿verdad?
- No lo sé amor, es un muchacho muy reservado, como lo eras tú en tu juventud- rió al recordar aquello- todavía tengo presente en mi memoria cuando me invitaste al baile de graduación
- Una camisa sucia, la corbata desabrochada y el cabello despeinado- rió Stewart recordando su juventud cuando era delgado, con un cabello brillante y con promesas de un futuro prometedor. Ahora, con sus cuarenta y cinco años, gordo, con poco cabello oscuro; pero muy opaco y siendo un mísero empleado de oficina de una compañía de seguros, Stewart se preguntaba diariamente qué diablos había hecho mal en su vida y como podía evitar que Alex o cualquiera de sus hijos cometiese el mismo error
- Recuerdo como papá creía que eras un pobre diablo sin futuro, amor- recordó Carol, con un tono nostálgico, el momento en que Stewart conoció a su padre cuando ambos aun eran novios. su esposo bajó su cabeza y murmuró en voz muy baja
- Quizás tenía razón
- ¿Qué dijiste amor?- le preguntó sonriente Carol y Stewart le contestó
- Solo quiero saber si Alex tiene amigos o alguna novia, ya sabes que es un muchacho muy …
- ¿Especial?
- En realidad iba a decir muy solitario. Contigo fue otra cosa, estoy seguro de que si no te hubiese conocido entonces mi vida habría sido distinta- al decir eso tuvo que añadir algo mas, algo que quizás no era para hacerla sentir bien a ella sino a sí mismo- habría sido muy triste
- Amor, Alex es un muchacho todavía. No creo que sea el capitán de un equipo de Futbol; pero sí creo que él puede hacer mucho de lo que se proponga en el futuro- esbozando una sonrisa, Carol, añadió- incluso los ahorros universitarios de Alex indican que él tiene grandes aspiraciones en la vida en lugar de ser
- ¿Un viejo gordo bebedor de cerveza en sus tiempos libres?- preguntó Stewart con un tono de culpa y pesar, debido a que acababa de describirse a si mismo
- Yo no pensaba eso sino en un pobre mecánico o en alguien sin futuro- se quejó Carol al oír la respuesta tan descriptiva de su esposo
- Tienes razón, tú no lo pensabas… yo si- se lamentó Stewart. Levantando el periódico, reinició su lectura, tras terminar su desayuno se quedo allí sentado durante un minuto antes de levantarse para ir a trabajar, corría riesgo de llegar tarde a su rutina diaria y poco esperanzadora
Comments (0)
See all