El camión de la basura recorría el vecindario. Sujeto al mismo camión un muchacho, de cabello negro con barba castaña y rostro pálido debido al sueño que tenia, intentaba no cabecear mientras el vehículo continuaba su recorrido. De unos treinta y dos años, Richard Hunter se preguntaba como carajos había acabado allí. Él había sido, en tiempos de antaño, MR Pillow, la imagen de las almohadas suaves. Recordaba cuando tenía unos veintiocho años y posaba en la cama completamente semidesnudo, solo con unos pantaloncillos slips rojos que resaltaban su masculino miembro. Su cuerpo lampiño y musculoso junto a su mirada que hacía a más de una mujer desearlo al punto de querer fornicar con él hasta que estuviese seco ¿Cómo pudo perder todo solo por acostarse con la mujer equivocada? Esa perra de Karol era la presidenta de la empresa que patrocinaba dichas filmaciones, ella también lo deseaba; pero Hunter veía con mejores ojos a su hija de veinte años antes que a esa anciana de cincuenta años. Una noche de pasión con aquella muchacha y al día siguiente se encontraba en una publicidad donde llevaba un pijama rojo junto a una mujer que se mofaba de su masculinidad diciendo que lo mejor de toda la noche fue la almohada.
Un sujeto de tez oscura ocupó su lugar y al parecer supo complacer a Karol en todos los sentidos de la palabra.
La carrera de Hunter había terminado al ser rechazado en varias audiciones hasta de películas para mayores de 18.
El único trabajo que no le había cerrado las puertas fue el de los recolectores de la basura.
Corría lo más rápido que podía para tomar los cestos de basura y vaciarlos en el camión. A medida que avanzaba por las calles se fijó en una casa en particular. Parada cerca del buzón y apoyada en él. Era una hermosa mujer de cabellos rubios, largas piernas fuertes como también seductoras, unos senos voluptuosos cuya carne era muy visible, a pesar de tener la hermosa bata color violeta cubriéndola. Sus penetrantes ojos verdes lo miraban de forma detenida, como si estuviese desnudándolo al verlo, terminando por enfocarse en sus propios ojos. Una sonrisa, en sus labios carnosos, se dibujó y la taza de café que sostenía, cuyo humo salía del mismo liquido, completaban la imagen que hizo detener a Hunter como también a los demás recolectores que la veían. A pesar de estar frente a un espectáculo que podía provocar en más de un hombre el deseo de silbar o halagarla de todas las formas posibles por su sensual y provocativo aspecto. Aquella mujer, por algún motivo, solo provocaba un éxtasis mental que dejaba a los hombres petrificados de forma muscular. La voz sensual de aquella belleza hecha carne salió de sus labios diciendo
- ¿Acaso ven algo que les guste caballeros?
- Yo… esteee… solo vinimos a sacar la basura- se disculpó Hunter tratando de salir de aquel estado de trance que lo tomó por sorpresa
- Y yo tengo la urgente necesidad de tomar algo caliente… dulce y… suave; pero duro a la vez- les habló aquella mujer acercando el café a su boca. Dando un pequeño sorbo, añadió- y que pueda tragarlo sin problema alguno… creo que este café no es lo que busco para el desayuno
- ¡Oh por Dios!- exclamó en voz baja el conductor del camión al contemplar dicha escena
- ¿Que dicen caballeros? ¿ustedes saben si hay algo que pueda complacer mi apetito?- les preguntó la mujer bajando un poco la cabeza dejando que su provocadora mirada fuese ocultada por su rubia cabellera, moviendo un poco de la tela que cubria sus bien provistos senos hacia el costado dejando ver sus propias líneas, añadió- ¿o tienen algo con ustedes para poder saciarlo?
- ¡Santa madre de…! ¡no puedo! ¡Lo siento señorita pero tenemos trabajo que hacer!- exclamó uno de los hombres volviendo a su deber- ¡vamos Sam! ¡continúa conduciendo!
- S… si claro- dijo Sam saliendo de su trance y encendiendo el camión
- Se ven tensos chicos, ¿acaso han desayunado siquiera?- preguntó aquella mujer insistiendo en lo que diablos fuese que deseara
- Lo siento… pero el deber llama- dijo Hunter atontado ante la belleza de aquella mujer. Aquello era algo inaudito, la mayoría de las veces uno deseaba estar en situaciones que solo ocurrían en las películas pornográficas; pero cuando estas ocurrían en la vida real… ¿se acobardaban? Era ridículo; pero… había algo en esa mujer que los asustaba, que les recordaba a las flores carnívoras, las ranas venenosas o a las trampas para ratones. Algo atractivo y bello; pero ni bien mordían el anzuelo… Hunter no tenía motivos para pensar algo malo de aquella mujer por lo que le dijo- por favor no me malentiendas, no me gustaría perder mi empleo por algo que podemos hacer después ¿a la hora de la cena quizás?
- Te estaré esperando dulzura- le respondió la mujer dándole la espalda mostrando sus duras, fuertes y esculturales nalgas tapadas por dicha bata- cuando vengas, pregunta por Grhix
- ¿Por quien?- se sorprendió Hunter; pero ella, con una risa casi maliciosa, le respondio
- Grhix querido. Margorie Grhix- adentrándose en su casa antes de cerrar la puerta añadió- soy lo mejor de Francia bebé
Hunter estaba anonadado y atontado. Oyendo el silbido de sus compañeros para que continuara trabajando largándose cuanto antes de allí, dio vuelta su cabeza pudiendo despertar y continuar con su labor. Aunque sentía la emoción de saber que esa noche tendría sexo con esa belleza, su interior le rogaba de forma instintiva, como si de un animal se tratase, de que la dejara plantada y huyese lo mas lejos de la ciudad para nunca más volver. Literalmente se encontraba horrorizado al punto de llegar al pánico sin razón alguna salvo por saber que esa noche estaría a solas con ella.
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