- ¡Chili, por aquí!
Dos bellas galgas de color blanco corrían gráciles por el sotobosque mientras perseguían alguna mariposa. A unos pocos metros, otra pareja de galgos, sus padres, estaban sentados en frente de los restos de una hoguera ya consumida. Divagaban sobre cuál sería su próxima dirección a tomar, mientras observaban minuciosamente un mapa de la zona.
- Deberíais descansar, aún no sabemos cuanta jornada nos queda – les dijo el cabeza de familia a sus hijas – Terminaos la cecina y el pan, recoged el arco y la mochila que retomaremos el camino en breve.
- Pero papá, los titos se fueron ayer ya cansados, estamos a tres días del asentamiento más cercano y ya apenas nos queda comida para la vuelta – Replicó una de ellas, con tono casi repelente - ¿Por qué no volvemos a casa? ¿Tan importante es este trabajo como para costarnos la salud?
- La salud… - El padre contestó, mientras se le ensombrecía la cara. Su pareja se acercó para calmarlo, como si supiese que aquella respuesta iba a desencadenar una reacción agresiva – Desde que tu hermana y tu nacisteis llevo evitando la caza por vuestro bien. Este mundo cada vez es más cruel y nuestro futuro más imprevisible. Tu abuelo murió cuando yo apenas era un niño, atravesado por las flechas de los que creía que eran sus compañeros de caza porque no querían compartir el botín con él. Tengo amigos que han perdido hijos en esos estúpidos torneos que organizan los chuchos que se creen mejores que nosotros. Toda mi vida he intentado esquivar este supuesto “destino” que nos imponen. Cuando era joven no me importaba jugarme la vida, sin embargo, ahora tengo una responsabilidad que sois vosotras dos, lo que más me importa junto a la felicidad de vuestra madre…
Ambas galgas comenzaban a arrepentirse de haber respondido de esa forma. Sabían que su padre no se ganaba la vida como es lo corriente a los de su raza, pero tenían una casa humilde y vivían decentemente. Nunca les impuso que hacer con su futuro.
…desde que sé que ibais a llegar a este mundo he intentado buscarme otras formas de ganarme un plato de comida. He trabajado la tierra junto a nuestro vecino Denzel, el labrador y durante un tiempo fui feliz viendo como de la tierra surgía vida en forma de verduras y fruta, y nada más orgulloso que llevar a casa alimentos que he criado con mis propias manos. Todo se acabó cuando un grupo de galgos me vieron con un azadón en la mano y me denunciaron a la Iglesia Racial. A los dos días vinieron un bichón maltés junto su escolta, un pitbull armado hasta los dientes, amenazándome de que si se volvían a verme con cualquier instrumento de labranza me encarcelarían por “Intrusismo racial” y le impondrían una multa a Denzel por permitirlo. Aquello me pareció tan estúpido, tan inverosímil ¿Por qué un can no puede vivir como él quiera? ¿Por qué tenemos que hacer caso a algo que no hemos escogido?
No soy el único que piensa así, cientos de revolucionarios recorren el país en busca de ayuda para cambiar nuestro sistema, y muchos de ellos, jóvenes como vosotras, acaban colgados en frente de la entrada de todos los pueblos como símbolo de que la única opción es la de seguir las reglas raciales. Nunca os he dicho que hacer con vuestra vida mientras sigáis con vuestra madre y conmigo, aunque si todo continua así, desgraciadamente deberéis partir a buscaros algo mejor porque yo dudo que pueda manteneros a base de mis penosas capacidades de caza. No cuestionéis ni por un segundo que no daré la última miga de pan para vosotras, aunque yo lleve sin comer una semana. Pero este contrato que he aceptado es nuestra última opción, puesto que he empeñado nuestra casa para contratar los servicios de un rastreador, comprar las armas y las reservas de alimento. Lo único que nos quedaba en nuestra situación era esperar hasta morir de hambre. – Tras dicho discurso, recitado casi de golpe y con un toque de rabia, el padre comenzó a toser fuertemente. Él siempre achacó este problema respiratorio transmitido a los varones de la familia a la incapacidad de cazar, ya que no podían correr durante mucho tiempo antes de asfixiarse.
- Perdona, papá – dijeron casi al unísono, pero la hermana mayor tomó la voz cantante – No pretendíamos ofenderte, pero pienso que ya somos mayores como para echarte una mano en lo que necesites y si la familia ha de permanecer unida, así será, no cargues tu sólo con esa responsabilidad. Sé que aún somos tus cachorritos, pero deja de ser tan cabezón y danos una oportunidad.
- Gracias – les respondió sonriendo, haciendo gestos con la mano para quitarle importancia al asunto – Tenéis razón. Toca ser un poco sensato y confiar más en mis hijas. Bueno, pues entonces me toca contaros qué vamos a hacer. Mirad, el contrato consiste en la caza de un venado con una gran cornamenta. El rastreador que me lo propuso trabaja directamente con un burgués de los alrededores que las colecciona y, al parecer, este es el último que le queda para su muestrario de la zona. – Sacó de su mochila el papel enrollado, y lo estiro frente a ellas. En él se mostraba un imponente ciervo con una espléndida cornamenta retorcida, así como la ingente cantidad de dinero que se pagaba por ella- El rastreador escuchó mis antecedentes y me ofreció este trabajo como favor, ya que es una buena oportunidad para conseguir el dinero que necesitamos y marcharnos a otro lugar. Nada más consigamos este extra, venderemos todo lo que no sea esencial e iremos a vivir al norte, donde las noticias dicen que los galgos no sólo viven de la caza.
El buscador nos ha cedido aparte un mapa que muestra donde la presa suele volver a descansar últimamente, allí esperaremos tranquilamente. Este reto no consiste en perseguir al objetivo hasta que caiga exhausto como suelen hacer algunos, porque nos arriesgamos a que si fallamos no vuelva a este lugar, perdamos nuestra oportunidad y el poco dinero que nos queda. A casi ningún cazador que he conocido le gusta este estilo tan paciente para capturar una única presa, pero os garantizo que tiene su recompensa. Según el mapa, tras subir esta ladera habrá un pequeño bosque donde vuelve la presa al anochecer, y según el sol, vamos con el tiempo perfecto.
Sin más dilación se pusieron en marcha de nuevo. Los ánimos se volvieron a tornar favorables; se notaba que aquel galgo había pasado más de una desgracia en su vida y conocía como hablar a sus compañeros para subir la moral y las ganas de permanecer juntos. No obstante, la madre, aunque un poco ausente durante el altercado, no estaba muy a favor de este plan. Se estaban jugando todo a una y, si salía mal, estaban condenados. Ella prefería estar trabajando todo el día para sufragar los gastos a poner en riesgo a algún miembro de su familia. La peletería y la carnicería eran subvariantes del oficio de la caza que normalmente aprovechaba los restos de la presa que el noble no quería para su disfrute, en muchos casos, casi toda la pieza. Pieles, carne, pezuñas… todo se podía emplear y normalmente había familias que por herencia habían sido excluidas de la caza como excepción para ejercer este oficio considerados por muchos “de segunda”. Tantos sus hijas como ella, pertenecían al linaje de peleteras y a ello se dedicaban. La escasez de la caza, la intromisión de la ganadería y la inclusión de otras razas en esta profesión habían hecho que la competencia fuese cada vez más feroz y el dinero que se ganaba iba reduciéndose para la mayoría. Debido a que el padre apenas traía presas para desollar, ellas tenían que ser contratadas en otras casas porque comprar a un animal para tal fin no solía ser rentable.
Casi exhaustos consiguieron subir la ladera, siendo más empinada de lo que parecía. Frente a ellos se presentó algo que no esperaban: un inmenso y denso bosque. Según el mapa aquel lugar sólo debía de ser una pequeña agrupación de árboles, pero era todo lo contrario. El plano estaba lleno de símbolos y números por todas partes, pero ellos solo sabían interpretar lo más básico y esencial. Se reunieron y empezaron a discutir su situación, a ver si realmente estaban en el camino correcto: esta montaña de aquí, estos árboles de allá, el camino continúa así… Todo estaba tal y como veían en el dibujo. A los galgos no les gustaba este tipo de vegetación tan densa porque para cazar se basaban enormemente en la visión dejando el olfato bastante de lado; la espesura que contemplaban apenas dejaba entrever unos cinco metros antes de que otro tronco bloquease el resto. Además, en breve el sol comenzaría a caer y se haría de noche. Inicialmente el plan consistía en esperar al venado en una especie de claro que se mostraba en el boceto que les dejo el rastreador, donde la criatura volvía al anochecer a descansar. Si llegaban pronto su olor se haría demasiado predominante en la zona y la presa no volvería a aquel lugar y si llegaban muy tarde seguramente alertarían a la criatura. Debían proseguir ahora o no lo conseguirían puesto que las provisiones comenzaban a escasear.
Se adentraron, juntos y cautos, con arco y flecha en mano, así como daga en el cinto, atentos a cualquier a amenaza que apareciese. El bosque parecía muy antiguo; los árboles eran anchos y muy altos, todo el suelo estaba lleno de raíces y el canto de los pájaros era cada vez más lejano. La luz comenzaba a escasear, pero afinando un poco la vista podían discernir el camino. Tras un par de horas llegaron al claro. Resultaba inverosímil dicho lugar en medio de tanta arboleda retorcida. Formando casi un círculo perfecto estaba rodeado por una serie de árboles talados a la misma altura, donde las enredaderas casi lo habían hecho suyos. El padre sugirió que seguramente fuese una zona de descanso para cazadores abandonada hace mucho. Resultaba ser un lugar tranquilo y agradable, donde no se oía ningún sonido, tal vez algún roedor o pájaro en la lejanía, pero estaban seguros de que si algo del tamaño de un ciervo se acercaba lo escucharían sin problema. Volvieron a sacar el mapa, y ahora comprendieron la flecha y la indicación que venía anotada cerca del lugar en cuestión. Apenas podían verlo, pero aquel símbolo se refería a la zona por la que presa solía acudir al claro y sobre qué hora aproximada. Se quedaron impresionados como un rastreador puede describir el patrón de un ser vivo con tan solo seguir su olor, y más teniendo en cuenta que dicha información no les costó tanto dinero como habitúan a cobrar los buscadores de renombre.
- Ya sólo nos aguarda esperar – susurró el galgo a los suyos – Nos queda apenas una hora en la que tendremos que tener el arco tensado y estar atentos, pero tengo que decir unas palabras antes que nada. Os agradezco que hayamos continuado siempre juntos, como una familia, en las buenas y en las malas. Perdonad por haberos llevado conmigo a esta misión, pero no nos quedaba otra, porque os he ocultado algo: He estado llevando provisiones de contrabando a los emisarios de los revolucionarios del norte. En principio no lo creo, pero una redada pasó bastante cerca de nosotros. Estúpidos sabuesos – se murmuró para sí mismo –Abandonaremos cuanto antes este pueblucho e iremos donde ya me tienen un puesto reservado como agricultor…
- ¿Para eso me tienes? ¿Para jugarte la vida de tu familia porque no quieres cazar? ¿Tanto te cuesta asumir tu trabajo y hacerlo como un perro normal de tu raza? – No le dejó acabar su esposa, cuyo tono se entremezclaba con el llanto y el enfado pero a la vez sin alzar la voz- Dios no quiera que te hayan pillado el olor mientras hacías esas fechorías y más te vale que esto salga como debe, o por el bien de tus hijas que cojo los bártulos y me voy con ellas. Yo te quiero como nadie, pero buscas una ilusión que nunca será real. Prométeme que, si no logramos conseguir los cuernos del ciervo, iras a la primera rehala que encuentres y te alistarás para lo que sea. No me importa deslomarme todos los días y dejarme las manos entre el salitre y las cuchillas, pero no quiero que a nuestras hijas les falte de nada. Y si ellas quieren ser cazadores o peleteras que lo sean. Y júrame también que, si vienen los de la Iglesia racial a casa, aceptarás los cargos y te someterás a ellos.
- Lo siento cariño, debí habértelo dicho antes, lo sé – respondía arrepentido – pero confío plenamente en nosotros para acabar esto y tener una vida más feliz. Hijas mías, gracias de nuevo por acompañarme. Donde vamos podréis ser lo que queráis…
Comments (0)
See all