Oliver se encontraba en su cuarto, tenía un peluche en sus brazos y no podía evitar soltar suspiros cada vez que recordaba lo que pasó antes de que su papá llegara por él.
–Oli ¿que pasa? –una chica de cabello castaño entro a su cuarto.
Ella es Vanessa, hija de la esposa de su papá, era dos años mayor que él y la chica le tenía un gran cariño, lo quería como el hermanito menor que nunca tuvo.
–Nada, solo... No puedo olvidar lo que pasó antes de venir –abrazo más el peluche y escondiendo sus mejillas completamente sonrojadas.
–¿Y que fue lo que pasó? –pregunto la chica mientras se sentaba a su lado.
La chica comprendió todo, su pequeño hermanito se estaba enamorando de aquel chico que le dejaba flores cada mañana, le acaricio el pelo con cariño y sonrío.
–¿Que sentiste cuando te hablo? –pregunto con cariño.
–Sentí bonito, fue muy cálido y mi corazón no dejaba de latir muy fuerte, además de que el estómago se me encogió –ladea la cabeza y mira a la chica–. ¿Estoy enfermo o algo? –pregunto con inocencia.
La chica no pudo evitar soltar una risita, su hermanito solía ser muy inocente en ese aspecto.
–No, no estás enfermo –le sacudió el pelo con cariño–. Es es amor, cariño. Es algo tan bonito que todos sentimos alguna vez –le regalo una tierna sonrisa al chico.
Los ojitos azules del chico brillaron con ilusión, nunca había sentido amor por nadie que no sea su familia, siempre que estaba fuera de casa prefería vivir en su propio mundo, pero tal vez (solo tal vez) por fin dejaría que alguien más entre a su mundo.
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