Oliver y Meteo se entendieron desde que comenzaron a hablar, el chico de ojos bonitos estaba teniendo más confianza con el chico, el castaño lo hacía reír con cosas sin sentido que decía.
–Entonces... ¿Desde hace cuanto sabias que yo era quien te dejaba las flores? –pregunto con un leve sonrojo en sus mejillas.
–Desde hace tres semanas –ladeo la cabeza mientras terminaba el dibujo.
–¿Soy tan ovbio? –hizo un puchero, mientras comía un dulce.
–No exactamente, te descubrí dejando una flor –soltó una risita mientras le ponía los últimos detalles a su dibujo.
–Rayos –inflo sus mejillas cual niño berrinchudo.
–Además, eres malo escondiendote, descubrí mechones de tu pelo en más de una ocasión –negó un par de veces y miro al chico.
–Mi hermano siempre me decía eso –escondió su rostro sonrojado.
Mateo miro el dibujo, quedo boquiabierto, el chico lo había dibujado a él de nuevo, pero esta vez con una rosa en las manos, no pudo evitar sonrojarse, Oliver tenía un don para el dibujo.
–Es hermoso –suspiro al ver el dibujo.
–Mateo, ¿serias mi amigo? –pregunto cual niño pequeño, con las mejillas sonrojadas.
El castaño no lo pensó ni un segundo y asintió frenéticamente, quería ser más que su amigo, pero por algo tenia que empezar y si tenia la oportunidad de estar cerca del chico, aceptaria sin dudar.
Una sonrisa apareció en el rostro del chico de ojos azules, sin pensarlo abrazo al chico, era el primer amigo que tenia.
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