Las nubes ocultaban el enorme y nevado monte que se alzaba por el Valle del Yuki, el azul del cielo junto con las blancas nubes que lo cubrían y la verde como también extensa pradera con algunos pocos árboles siendo regados por los finos arroyos con un agua de un azul tan transparente representaban la paz que su eterno guardián les daba desde tiempos inmemoriales. Los Yuki se establecieron en aquel valle eras atrás huyendo de la amenaza de otras especies que fueron olvidadas con el tiempo. Siendo una hermosa tierra fértil, Los Yukis pudieron sobrevivir y expandir su tribu a lo largo de las generaciones. Las Profetizas decían que el monte Yuki los protegía de las amenazas del pasado e incluso que mientras él estuviese de pie, entonces la raza Yuki tendría un futuro. Poco o nada podían imaginar, aquellos ancestros de los actuales residentes de aquel hermoso valle, que se habían establecido sobre un enorme volcán que se encontraba inactivo de momento; pero era cuestión de siglos o años que este estallase y el conteo estaba llegando a su final.
La práctica de sus habilidades estaba saliendo muy mal y todo parecía indicar que iría a peor. Agitada por completo, debido a los constantes esfuerzos que ponía en la concentración de sus ataques, una Yuki con una Esmeralda en su estomago y ojos igual de verdes que su gema, jadeaba del cansancio mirando con enojo la calabaza que no había recibido rasguño alguno por su parte. Abriendo su pata tratando de concentrar mayor poder en ella, Tyurant, trató por vigésima vez intentar dar en el blanco; pero su reserva de energía se encontraba vacía y su pata dejo de brillar mientras ella caía al suelo cansada. Las risas de su amiga y mentora Devontar solo la hicieron frustrarse aun más que antes.
- Por los colores Primordiales Tyurant- reía Devontar acercándose a ella ofreciéndole su pata en señal de ayuda- cada día haces lo opuesto a mejorar amiga
- Ya les dije más de una vez que lo mío no es la cacería- se quejó Tyurant aceptando la pata de su amiga quien, de un solo movimiento, la incorporó de nuevo- no poseo en mi interior la misma fuerza de ataque que las demás, no soy una Yuki de combate
- Seguro que debes ser mas una amante que una guerrera- rió Devontar, una Yuki con un Rubí en su estomago y de ojos rojos casi violetas- pero nuestra líder ya lo dijo una vez hace ya mucho tiempo atrás…
- Las Hembras son fuertes por nacimiento, de modo que ningún obstáculo puede interponerse en su camino, mucho menos superarlas- dijeron las dos al unisonó, largando un quejido, Tyurant gruñó- a eso es a lo que me refiero, la líder asumió que todas las Yukis seriamos cazadoras o guerreras sin preguntarse si algunas de nosotras llegaríamos a poseer las habilidades, la inteligencia o fuerzas necesarias para el combate
- Hablas de Maconte ¿verdad?- le preguntó Devontar con un tono serio y de preocupación
- Si habló de ella- le respondió Tyurant desviando la mirada debido a la vergüenza y el pesar- era mi amiga y aun así no hice nada para…
- No fue tu culpa sino mía- le respondió con dureza Devontar tomándola de sus costados- yo fui quien la llevó a donde estaba esa maldita Pauk sin que ella tuviese la experiencia suficiente como para darle batalla
- Aun así debí…- continuó Tyurant; pero Devontar la interrumpió diciéndole
- No puedes darle a una calabaza ¿crees que hubieses podido darle en el ojo a esa monstruosidad cuando aquello sucedió?
Tyurant calló al oír aquello debido a que su amiga tenía razón. Hace un año atrás el Valle se encontraba bajo la amenaza de un Pauk que se encontraba demasiado cerca del sector de los Yuki con Rubies. La Líder decidió enviar a un grupo de guerreras experimentadas para poder darle fin a la criatura. Eligiendo a las cazadoras más experimentadas se encontraba Devontar como líder de caza, quien decidió llevar a sus dos amigas: Tyurant y Maconte. Ambas eran aprendices sin ningún tipo de experiencia, siendo líder del grupo de cazadoras, Devontar, creyó que sería una buena idea el que ambas las siguieran como asistentes de las cazadoras o como medicas en caso de que alguna Yuki fuese herida. Creyendo que en aquella misión ambas adquirirían la experiencia necesaria para futuras cacerías de Titanes se aprobó la decisión de Devontar. Solo tenían que ser sus acompañantes y asistentes, nada más; pero Devontar no contó con que Maconte sería más ambiciosa de lo que debía y tomaría la decisión de ir por su cuenta durante la cacería para darle fin a la enorme araña.
Las guerreras Yuki se dividían en dos grupos: estaban las que utilizaban bolas de energía con la cual podían atontar o, en caso de que su energía se reuniera al cien por ciento en una sola bola, asesinar a su presa. Rara vez se daba el caso de que una bola de energía fuese mortal; pero eran útiles a la hora de la defensa. Al lado de las lanzadoras de energía se encontraban las que podían materializar su energía en un objeto solido con el cual podían matar a todo lo que tocaran debido a la fuerza junto al poder del golpe. Entre los miembros de las “Físicas” se encontraba Devontar. Una cazadora experta con cientos de aventuras en las cuales había sobrevivido por medio de su astucia y poder físico.
A pesar de su amplia experiencia en batalla, Devontar, era alguien muy imprudente en muchas oportunidades y demasiado impulsiva en su accionar. Siempre era a su manera o a la calle, o a la tienda acompañada de los machos en este caso, por eso no debió de extrañarle a nadie que Maconte hiciera aquella torpeza. Solo había una Yuki que podía confrontar a Devontar en liderazgo y esa era Jianger, una Yuki inteligente, audaz, fuerte y capaz de juntar ambos estilos de pelea en uno solo siendo la preferida por la Líder a la hora de misiones importantes. Aquel día Jianger estaba en medio de una misión más importante que la de aquella Pauk. Un Titán había enloquecido y se dirigía a donde estaba el valle del Yuki, por lo que contaban con ella para salvarlas a todas de la estampida de esa bestia gigante.
Debían estar a mitad de la cacería, buscando la guarida llena de telarañas de aquella Pauk, cuando Maconte decidió separarse del resto. Tyurant la vio alejarse y, en lugar de avisarle a Devontar, la siguió en silencio creyendo que se había perdido en medio del camino. Ambas amigas se separaron y cuando Tyurant logró alcanzarla, ya estaban muy lejos del resto
- ¿Qué estás haciendo Maconte?- le preguntó Tyurant aquella vez
- Persigo a la Pauk, eso hago- le respondió Maconte con aquella arrogancia típica de las jóvenes Yuki antes de pasar por la primer cacería- si la atrapo entonces podré convertirme en una gran heroína como lo son Devontar o Jianger
- Ellas son cazadoras experimentadas mientras que nosotras no somos ni novatas siquiera- protestó Tyurant sintiéndose nerviosa y asustada al encontrarse en un pasaje demasiado oscuro del valle. No importaba cuantos años pasasen, Tyurant siempre recordaría aquellos arboles de un color negro marchito antes que oscurecidos por el ocaso del sol- debemos volver con las demás, de lo contrario podríamos
- ¿Olvidas que mis poderes están en su máxima plenitud?- le preguntó Maconte creando con sus propias patas delanteras un enorme mazo de color azul como el Zafiro que llevaba en su estomago. El brillo de su Zafiro se intensificó endureciendo aquel mazo convirtiéndolo en algo físico antes que espectral, riendo, añadió- con esta belleza podría matar a la Pauk sin problema alguno
- Si la Pauk fuese tan fácil de matar como piensas entonces ¿habrían necesitado un grupo tan grande de cazadoras experimentadas para buscarla y eliminarla?- intentó razonar con ella Tyurant; pero la arrogancia brillaba en los ojos azules de su amiga
- Después de hoy, solo necesitaran a una para combatir contra estas amenazas- se halagó a si misma señalándose con su rechoncho dedo blanco
- Pero…
- Voy por esa maldita, puedes seguirme o volverte con las demás para avisarles de mi heroica proeza; pero no pienso acobardarme ante esa alimaña- le contestó Maconte dándole la espalda continuando con su búsqueda
Tyurant lo pensó y dudó de verdad por un mísero minuto, siendo su idea inicial advertirles a las demás; pero luego creyó que si la Pauk atrapaba a Maconte, necesitaría de su ayuda. Con un suspiro de resignación, solo se limitó a usar el poder de su Esmeralda. Creando una onda empática que advertiría a las demás de lo que ocurría; pero, por desgracia, no podría revelar su ubicación a tiempo.
La búsqueda siguió durante unos veinte minutos exactos en los que se percataron de las telarañas en las copas de los árboles y cerca de algunos agujeros en los troncos de los mismos. Colocándose en pose de pelea, Maconte, materializo su mazo azul dispuesta a pelear. Tyurant aumento su poder empático casi como si gritase por ayuda a las demás cazadoras, ambas Yukis se movieron con cautela por aquel bosque lleno de telarañas hasta que la oyeron. Era un chillido aterrador y seco que se escuchaba por todo el oscuro bosque, Maconte no podía saber con exactitud de donde provenía aquel chillido; pero ni bien oyó el sonido de las patas acercándose con lentitud al principio y luego tomando velocidad a sus espaldas, se dio vuelta para confrontar a la enorme Pauk que descendía del tronco de un árbol con sus ocho patas, se movía a una velocidad demasiado enorme. Tyurant sintió miedo al principio; pero reunió las bolas de energía en sus patas, dispuesta a cubrir a su amiga quien no se sentía mejor que ella. Toda la arrogancia había muerto al verla de frente y su primer instinto fue correr antes que atacar; pero su orgullo seguía intacto. Este le gritaba que se defendiera, que era su prueba de fuego, ahora o nunca, ella debía de enfrentar a la Pauk y mostrar su valía delante de las demás.
La Pauk no parecía correr al moverse sino saltar más bien, se detuvo a unos pasos de ellas e hizo lo que ambas sabían que haría. Pararse en dos patas mostrando su horrible rostro con tres ojos ubicados de forma triangular con venas rojas palpitantes e iris igual de coloradas que sus venas. Una boca enorme se abrió en su pecho, solo que no de forma horizontal como todas imaginaban sino vertical. El chillido se intensificó y el miedo de Tyurant se transformo en pánico, si antes apenas si se podía mover, ahora estaba tan aterrada que se quedó inmóvil ante lo que presenciaba. Maconte intentó sonar nuevamente orgullosa diciendo
- Al… al parecer… eres más tonta de… de lo que imaginaba- tragando saliva añadió- porque te enfrentas a… a mí, tú sola… en lugar de huir ante mi… presencia
Los chillidos de la araña, quien se detuvo al escucharla, solo hicieron que se continuara aterrando; pero esbozando una sonrisa de confianza que solo mostraba su pánico interno antes que su anterior soberbia, Maconte exclamo
- ¡Siendo este tu error fatal!- alzando con sus dos patas su palo de energía, gritó- ¡prepárate a morir monstruo!
La segunda boca de araña que tenia la Pauk en su cabeza lanzó de forma sorpresiva una tela que ató sus patas y las inmovilizo, siendo su pico peludo el que sostuvo aquella soga de seda.
- ¡¿Qué?!- exclamó aterrada Maconte al ver que no se podía mover- ¡Oh no! ¡NOOOOOO!
La Pauk no esperó un solo minuto más y se abalanzó sobre ella abriendo aun mas su enorme boca llena de colmillos. Largando un solo rugido antes que chillido, le dio un mordisco a la cabeza de Maconte reventando cráneo. La orgullosa novata largó alaridos de horror y dolor que obligaron a Tyurant a orinarse encima al ver aquel horroroso espectáculo. La Pauk dio varios movimientos bruscos y rápidos mientras los alaridos se convertían en chillidos que se unían a los de la enorme araña, el sonido de los huesos al ser rotos junto con la carne al ser trituradas opacaron rápidamente aquellos chillidos hasta que estos cesaron. Tras terminar de moverse de forma brusca, la Pauk, se volvió a incorporar mostrando su boca llena de colmillos con sangre en ellos, en sus labios y en las cercanías de los dos ojos que tenia a los costados, solo el tercero en la parte superior del centro se encontraba limpio, si es que ese rojo era sinónimo de limpio.
Aquella monstruosidad no parecía chillar ya, sino largar risas roncas y burlonas mientras se acercaba a Tyurant; pero, antes de que reiniciara su ataque, un mazo rojo golpeo su ojo derecho por sorpresa reventándolo, haciendo que la Pauk chillara de dolor. Devontar había llegado a tiempo junto con el equipo de caza quien la atacó con sus bolas de energía por medio de la retaguardia. La enorme araña chilló una vez mas de dolor, enojo y frustración, sin saber que más hacer, volvió al suelo para emprender la huida dando un enorme salto al tronco de un árbol escondiéndose en las hojas del mismo.
- ¡Tyurant!- gritó Devontar angustiada y preocupada acercándose a ella. Primero le dio una rápida bofetada para que reaccionara, aunque en el fondo Tyurant también pensaba que fue en reprimenda por lo ocurrido aunque Devontar nunca se lo reprochara ni un solo día, tomándola de los costados le preguntó- ¡¿te encuentras bien?!
- Ma… Maco… Maconte- murmuró Tyurant intentando salir de su estado de trance y pánico, unas lágrimas salían de sus ojos corriendo libremente por sus mejillas- Maconte…
- ¡Por los Colores!- exclamó de horror una de las cazadoras al ver los restos devorados de Maconte, otra de las presentes no pudo evitarlo y vomitó al verla. Tyurant quiso ver también los restos de su amiga; pero Devontar se lo impidió colocando su rostro sobre su regazo
- ¡No la veas!- le ordenó con su voz de mando- ella… ella ya está en un mejor lugar
- Fue… fue…
- Fue culpa de ese monstruo- le dijo Devontar con una gran convicción, solo para susurrar en una voz demasiado baja e inaudible- y mía
No hubo ninguna otra conversación, Tyurant rompió a llorar de angustia, pena y horror mientras Devontar la abrazaba acariciando su cabeza al mismo tiempo que las demás cazadoras cubrían con las hojas de los arbustos el cuerpo de Maconte. Después de aquel ataque, la Pauk, abandonó el valle y no volvió a atacar a nadie desde ese entonces.
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