El rojo atardecer que todas las pobladoras del valle del Yuki verían seria para muchas el último de sus vidas y para sus supervivientes el último que contemplarían en aquel hermoso valle. Con el pasar del tiempo los supervivientes hablarían a sus hijas y nietas sobre la mágica belleza que aquella hermosa tierra les brindó durante generaciones, aunque alguien les hubiese contado que la culpa de aquel cataclismo fue del volcán ellas negarían con la cabeza tales dichos. Para todas las habitantes de aquel valle, el Monte Yuki era y seria, hasta ese fatídico día, su protector de roca. Solo las generaciones posteriores culparían lo ocurrido a dicho volcán; pero seria tomado como una anécdota o aprendizaje de su tierra antes que como un resentimiento ante una antigua idea de sus ancestras.
En el sector de los Yukis con Zafiros Dobertio se reunió con su madre y su padre viendo el rojizo cielo junto con el monte Yuki, se veía tan ancho aquella tarde; pero el mero hecho de que no tuviese nubes a su alrededor lo hacía ver más que imponente… lo hacía ver amenazador. Tragando saliva, Dobertio se dijo a si mismo que debía ser solo su impresión. No había forma o modo de que el Monte Yuki pudiese hacerles daño, a menos que… se estuviese muriendo.
En el sector de los Yukis con Esmeraldas, Zaratini observaba en solitario aquel evento, se había alejado un poco de su madre y padre. En el fondo le daba vergüenza el estar al lado de ellas y sintiéndose como un Yuki independiente antes que un frágil macho que necesita a su madre al lado para estar a salvo, decidió que la única forma de mostrar sus fervientes convicciones era no estar cerca de sus seres queridos mientras contemplaba al ancho Monte Yuki.
Una fina hilera de humo salía de su pico, haciendo que Zaratini frunciera el entrecejo, Dobertio también se extrañó al ver aquello.
Volviendo del campo de entrenamiento, Devontar y Tyurant también observaron al Monte Yuki despejado con un fino hilo de humo en su pico, aquello extraño a ambas. El instinto de supervivencia que Devontar había aprendido a escuchar en sus años como cazadora la puso en alerta casi de inmediato, sin perder un solo segundo le dijo a su amiga.
- Tyurant, ve con los Yukis de los cuatros sectores y diles que se reúnan en el templo con la Profetiza, yo iré con ella en este momento para preguntarle lo que sucede
- ¿Cuál es tu plan Devontar?- le preguntó Tyruant al ver a su amiga alejarse
- Poner a todas a resguardo- señalando el Monte Yuki afirmó- en los años que llevo de cazadora, siempre he tenido una sensación que me indica cuando el peligro se encuentra al acecho. Lo tuve cuando te salve de la Pauk y lo tengo ahora; pero lo siento en este momento con mas fuerzas que en otras oportunidades. Algo me dice que va a ocurrir una tragedia a menos que podamos evitarlo ¡ahora ve!
- ¡Si!- exclamó Tyurant corriendo a donde se encontraban las demás
A pesar de las nobles intenciones y heroicos actos que Devontar deseaba realizar, la verdad era que poco o nada podrían hacer para evitar aquella trágica calamidad.
La sacerdotisa veía aquel cielo con autentico horror, quizás para los otros Yukis fuese un simple atardecer con una vista más que magnifica del monte en toda su gloria; pero para la Sacerdotisa Dokai aquello era un presagio nefasto. Mirai se acercó a ella con la misma expresión de malestar y preocupación
- Gracias a los Colores que tú también te vez igual de preocupada que yo- le dijo Dokai sintiéndose angustiada, la angustia de su amiga también era captada por su amatista
- Estoy más que preocupada o angustiada Dokai- le respondió Mirai mirando el Monte Yuki fijamente como si estuviese hipnotizándola- estoy aterrada
- ¿Qué es lo que te aterra?- le preguntó Dokai asustándose también
- El porvenir- le respondió Mirai de un modo tan difuso que la misma Dokai sintió un escalofrió al tratar de entender aquel dicho
- ¡Sacerdotisa, Profetiza!- gritó Devontar tomándolas por sorpresa, corriendo a donde estaban ellas desde el costado del templo, las saludó con un gran alivio en sus facciones- ¡gracias a los Colores Primordiales que las he encontrado!
- Devontar, ¿Qué sucede?- preguntó Dokai sintiendo aun mas aquel terror nacer en su interior al verla tan agitada y consternada- ¿qué haces aquí?
- ¿Y todavía lo pregunta?- se quejó Devontar deteniéndose delante de ellas, agachándose para poder tomar un poco de aire y así evitar cansarse o jadear en ese critico momento, recuperando su aliento les explicó- algo raro está pasando en el monte Yuki, mi instinto me dice que un gran peligro se avecina. Decidí venir aquí a consultarles mientras mandé a mi amiga Tyurant a que reuniera tantas Yukis como pudiese y las trajeran aquí
- Alabado sea tu instinto Devontar- la felicitó Mirai con un tono maternal, tomando sus costados añadió- porque, sin saberlo, has salvado muchas vidas en este momento. Solo espero que no sea tarde
Dokai tocó su espalda con su pata llamando su atención, Mirai se dio vuelta solo para ver como su amiga señalaba el humo que estaba en el pico del monte Yuki, al darse cuenta de que ya era tarde, ambas amigas, dijeron al unisonó
- Colores Primordiales, tengan piedad de nosotras
Devontar se horrorizo al oír a sus líderes decir aquello. Su instinto de supervivencia largó un sordo alarido que recorrió todo su cuerpo advirtiéndola del cataclismo que no tardó en desatarse. En su interior solo pudo rogar porque Tyurant hubiese sido lo suficientemente rápida como para lograr advertir a todas las Yukis posibles.
Sin un previo aviso, fuera de aquel dicho de la Sacerdotisa y la Profetiza, el suelo comenzó a temblar iniciando la muerte del Monte Yuki.
El temblor tomó por sorpresa al valle, Dobertio se encontraba al lado de su madre y padre cuando la tierra se movió. El primer temblor no fue un constante movimiento sino una enorme sacudida que tiró al suelo a los Yukis. Dos pequeñas Yukis junto a su joven hermano que habitaban en el sector de los Zafiros fueron empujados al río sin quererlo. El sector de los Zafiros se encontraba cerca del río Han’ei y en aquel instante Jetaran, un joven Yuki masculino, se encontraba con sus dos hermanitas pequeñas cerca de la costa del ancho y bello rió cuya agua reflejaba el anaranjado cielo en ese momento. Aquello habría sido gracioso sin no fuese porque la sacudida fue tan violenta como para empujar a varios Yukis al suelo o tumbar sus chozas con algunos Yukis ancianos todavía dentro. Dobertio vio como las pequeñas estaban asustadas, gritando que no sabían nadar todavía. Debían de tener cinco o seis años de edad en ese momento. Jetaran intentaba ir por ellas; pero la corriente del río también actuaba extraña ese día. Tenía mas fuerza de lo normal. Dobertio no perdió tiempo y fue al rescate de Jetaran junto a sus hermanas.
Tyurant también fue tirada al suelo por el fuerte sismo; pero había logrado avisar al sector de los Rubies junto con el sector de los Diamantes y de las Amatistas, solo le quedaban el sector de los Zafiros junto al de las Esmeraldas. Se encontraba cerca de donde estaba Zaratini quien se fijó en ella y, manteniéndose de pie todavía a pesar del fuerte empujón que recibió, fue en su auxilio separándose de las demás Yukis siendo la única razón por la cual sobreviviría a lo que pasaría a continuación.
- ¿Te encuentras bien?- le preguntó Zaratini acercándose a Tyurant, ella al verlo se sonrojó un poco respondiéndole
- Si, lo estoy… escucha Zaratini, debes ir con tu familia a donde se encuentra la profetiza ¡No hay tiempo que perder!
- No debes decírmelo dos veces amiga- sonrió Zaratini ayudando a Tyurant a levantarse del suelo
- Gracias- le dijo Tyurant sonriendo con cariño ante Zaratini. Nunca se lo diría ni en un millón de años; pero Tyurant estaba enamorada de aquel valiente Yuki macho que solía tener más actitud que ella ante la idea de enfrentar el peligro, al punto de pensar que, si algún día, la enviaban con los machos a hacer sus tareas. Le pediría personalmente a Zaratini que le enseñara todo lo necesario para ser la mejor en esa labor
El sonido de una fuerte explosión siguió a aquel fuerte sismo. Delante de todo el valle, el Monte Yuki explotó en pedazos largando rocas incandescentes a donde estaban los sectores de los Rubíes, los Diamantes y los Esmeralda. Las bolas de fuego golpearon las chozas quemándolas hasta los cimientos. El sector Esmeralda recibió de lleno una enorme roca de fuego que aplastó a la familia de Zaratini sin siquiera tener una oportunidad de defenderse o huir siquiera. Las otras rocas volcánicas golpeaban los arboles junto a las verdes praderas originando un incendio forestal de grandes magnitudes. Otro terremoto dio inicio siendo seguido por lo que parecía un liquido rojo que se movía a gran velocidad por la tierra y, al tocar el agua, se calmaba solidificándose. Por desgracia el rio no tenía el suficiente líquido como para poder calmar aquellos océanos de magma que salían del enorme volcán. Solo pudo detenerse cuando el magma tocó el océano que se encontraba a más de un kilómetro de distancia.
Aquel magma ocupó una gran parte, o casi todo, del valle quemando y arrasando con todo lo que veía. Cuando el cataclismo terminó, el Valle del Yuki ya no existía y varios de sus habitantes estaban muertos o dados por muertos y separados del resto ante tal suposición. Creándose cuatro nuevas tribus que seguirían su camino dando inicio a las naciones Yuki que no prosperarían hasta pasada la era Yumerica.
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