La roca incandescente golpeó la tierra aplastando a su madre y su padre durante el impacto. Zaratini se quedó estupefacto viendo aquella grotesca escena, los gritos de su padre, junto a los alaridos de las demás Yukis que se estaban quemando, quedaría en su memoria durante el resto de su vida; pero a diferencia de Dobertio, Zaratini no lo usaría como combustible de pesadillas sino como una fuerte motivación para seguir adelante. Aquella horrible escena se estaba desarrollando delante de sus ojos; pero la misma Tyurant lejos de sentirse intimidada, como sucedió con la Pauk durante la muerte de Maconte, tomó un coraje que ella misma desconocía tener, tomando de la pata a Zaratini le gritó
- ¡Vamos! ¡Debemos ir con Devontar y con la Profetiza!- Zaratini veía los cuerpos incinerados de su madre y padre, la tristeza junto con sus ideas siendo confrontadas por primera vez en toda su vida y sintiendo aquel instinto de supervivencia latir en todo su cuerpo, la obligaron a mirar a Tyurant. Diciendo con los ojos húmedos junto con una voz valerosa e inquebrantable
- ¡Sí, vamos!
Ambos emprendieron la carrera por sus vidas mientras el Monte Yuki continuaba largando aquellas enormes y destructivas bolas de fuego. El fuego se estaba propagando por todo el bosque quemando aquellos hermosos arboles donde, hasta no hacía mucho, Zaratini y Dobertio habían jugado. Corriendo con todas sus fuerzas, ambos veían como las llamas se extendían a su alrededor como si estuviesen cazándolos, Tyurant creía que eso era lo que estaba sucediendo. Cobrando más coraje que antes, largó varias bolas de energía a las llamas logrando apagar varias de ellas; pero intentar apagar aquel incendio con sus bolas de energía era lo mismo que intentar apagar un incendio con un lanzallamas, las bolas solo añadían mas oxigeno a las llamas agrandando su tamaño. Viéndose cercados por las llamas, Tyurant, detuvo sus ataques mientras se preguntaba a si misma si no había caído en una trampa mortal junto con su admirable amigo, Zaratini, por otro lado, no pensaba dejar que aquellas llamas sepultaran todos sus principios de un solo golpe. Si iba morir en ese incendio ¡entonces lo haría peleando! Viendo a Tyurant, le dijo
- ¡Tyurant, tenemos que continuar!
- No podemos… el fuego nos está… cercando- le respondió Tuyrant, el humo comenzaba a tomar fuerza asfixiando a ambos
- Si no continuamos… ambas moriremos en este… incendio- le contestó Zaratini molesta tosiendo. Al ver que Tyurant estaba asustada, añadió con un tono burlón y severo- ¿qué sucede Tyurant? ¿acaso a la valerosa cazadora le da miedo un poco de fuego?
- ¡Zaratini!- exclamó Tyurant sorprendida
- Mi padre y mi madre están muertos; pero no pienso unirme a ellos sin pelear ¿quieres que veamos a la Profetiza? Pues tendremos que Pasar estas molestas llamas, aparte de que quiero hablar de algo importante con ella junto con la Sacerdotisa- tomando la pata de Tyurant, haciéndola sonrojar en el proceso, Zaratini exclamó- ¡ahora vamos!
Sin añadir palabra alguna Zaratini emprendió su carrera a donde estaban las llamas mientras su Esmeralda comenzaba a brillar con fuerzas, aquel brillo fue acompañado por el de Tyurant, dando un salto por sobre las llamas sus Esmeraldas brillaron con tal intensidad que fueron transportados a otra parte del valle. Ambos se quedaron de pie sobre una colina viendo como el Monte Yuki largaba aquel magma caliente que arrasaba todo a su lado mientras un terremoto, más fuerte que el anterior, movía los cimientos de la misma tierra. Ambos se quedaron de pie sosteniéndose de sus patas viendo su hogar morir de un modo horrible; pero ninguno de los dos cayó al suelo ni tampoco dejaron de sostenerse sus patas durante el horrible proceso.
Cuando el cataclismo terminó, Tyurant y Zaratini se vieron a los ojos. Sin decir una sola palabra asintieron con la cabeza emprendiendo la retirada, debían de buscar a Devontar junto con la Profetiza y la sacerdotisa. Tenían muchas preguntas que hacerles a las representantes de los Colores Primordiales.
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