El color verde de la mira nocturna reflejaba la casa rodante de su sospechoso principal. Dentro de una camioneta gris, que tenía el logo de la compañía telefónica, cuatro oficiales de policía de la división de narcóticos se encontraban espiando a uno de los principales sospechosos de vender la mierda del señor del Cristal Rojo, la nueva droga de origen desconocido.
Hubo, durante varios meses, la circulación de un misterioso crack hecho con una especie de cristal desconocido. Este creaba estragos en los jóvenes que compraban esa mierda. El Cristal rojo era lo más nuevo en cuanto a drogas se trataba, este podía ser consumido de varias formas y era un alucinógeno demasiado potente que consumía a sus compradores debido a que esa porquería podía crear las fantasías mas intimas de quienes la probaban. Siendo de una composición cristalina muy moldeable y desconocida para los mismos expertos que la estudiaban, podía ser fumada, inhalada o incluso inyectada. En todos los medios de consumo existentes, dicha droga, creaba su alucinación; pero también destruía al portador de distintos modos. Si era fumada, el humo del Cristal Rojo desgastaba de forma rápida y constante los pulmones del individuo. Si era aspirada, las fosas nasales recibían un daño muscular irreparable y sus pulmones terminaban como un colador debido al filo de aquella sustancia; pero si era inyectada, las mismas venas recibían pequeñas; pero mortales, heridas que terminaban creando un sangrado interno seguido de la muerte. Sin importar el modo del consumo, el daño al cerebro era el mismo: las neuronas eran masacradas por los efectos de esa porquería y al final no habría diferencia para el consumidor entre fumar esa mierda o hacerse una lobotomía. Sabiéndose una droga potencialmente peligrosa por sus efectos, era la más solicitada por los adictos debido a que era el único alucinógeno, en el mundo, que podía hacer realidad las fantasías más oscuras que ellos pudiesen poseer. Según los testimonios recogidos de sus sobrevivientes, dichas fantasías podían variar desde vivir en una mansión o estar en un yate rodeado de chicas lindas, casi supermodelos, hasta ver cumplido algún anhelo como un trabajo soñado, o una familia soñada al lado del hombre o mujer que el consumidor quisiera. Literalmente el dejar aquella droga era como arrancarse un brazo, Cristal Rojo tenía varios nombres en las calles y uno de ellos era el Genio Escarlata, capaz de cumplir tus más profundos deseos a cambio de tu propia vida. El Contrato Diabólico era otro nombre y, quizás, era demasiado obvio el porqué de dicho apodo.
Para los oficiales de esa unidad el mejor nombre que podían darle era: mierda sangrienta, una a la cual deseaban tirar por el escusado cuanto antes.
Mirando por sus prismáticos con vista nocturna, el oficial de policía Stuart Voltage se colocaba su cigarrillo en la boca y sacaba su encendedor para poder prenderlo
- Al parecer el muchacho no piensa salir de casa esta noche chicos- susurró Voltage encendiendo su cigarrillo
- Quizás esté hablando por teléfono con ese malnacido- gruñó Jiménez, un oficial veterano de piel morena con poco cabello negro a los costados y detrás de su cabeza
- Lo dudo, la conexión telefónica esta en silencio, sabía que el micrófono en el teléfono era una pérdida de tiempo- se quejó Sam Tiwer, quitándose los auriculares. De piel morena con ojos saltones y cabello negro, aquel experto oficial de narcóticos se mostraba molesto por estar sentado en esa camioneta perdiendo el tiempo en lugar de actuar con rapidez y precisión- no ha recibido llamadas ni está haciendo llamadas, les dije que pusiéramos micrófonos en la casa en lugar del teléfono
- ¡Miren! una de las luces de la casa rodante se encendió chicos, tal parece que tiene compañía- señaló Gregory Harsen, un hombre de cabello rubio corto y ojos azules con rostro alargado
- A lo mejor su hijo fue al baño o ese tipo lo mandó a la cama sin cenar- le contestó Tiwer sintiéndose todavía molesto
- Piénsalo otra vez- señaló Voltage, mirando por sus prismáticos- porque desde aquí puedo ver que los dos se encuentran cenando, alguien más está en la casa con ellos
- ¿Qué sugieren muchachos?- preguntó Jiménez sacando su revólver de su funda- ¿vamos allí a preguntarles de forma amable si tienen una hamburguesa de mas para nosotros o esperamos a ver quién puede ser su invitado especial?
- Ese infeliz de Kloinger aun no sospecha nada de que le seguimos- le recordó Tiwer a Jiménez- si vamos allí a presentar nuestras placas entonces cualquier esperanza de atrapar al hijo de puta que trafica con el Cristal Rojo estará perdida; pero si esperamos unos días mas e incluso instalamos micrófonos en la casa rodante de ese sujeto, podremos tener algo que nos lleve al Señor del Cristal Rojo
- Según he escuchado en las calles tiene otro nombre- les contó Voltage, mirando todavía por los prismáticos
- ¿Cuál?- le preguntó Harsen a su compañero
- Kuroi Akumu- le respondió Voltage bajando sus prismáticos dejando ver sus ojos verdes, que normalmente estaban tapados por los rubios flequillos de su larga cabellera - la más oscura de las pesadillas en el mundo del crimen
Sin añadir palabra alguna, los cuatro oficiales, continuaron con su vigilancia por unos minutos más hasta que, pasada la media noche, se retiraron al ver que no sucedería nada interesante en dicho tráiler.
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