Las visiones que Mirai tuvo meses atrás se estaban cumpliendo casi al pie de la letra. Sintiéndose avergonzada por no haber podido avisar a nadie, preparar un plan de emergencia o solo intentar evitar aquello, Mirai se sentía igual de responsable de lo que ocurría de lo que debía sentirse aquel enorme volcán. Las enormes rocas incendiarias caían sobre el bosque devastando su vegetación, varios sectores eran golpeados con fuerza por aquel fuego proveniente del cielo, Devontar veía aquello con asombro y, por primera vez en su vida, se sintió impotente ante tal evento, incluso con lo ocurrido con Maconte pudo haber hecho algo para impedirlo; pero aquí veía como su propio hogar era destruido y ella no podía hacer nada para evitarlo, no podía salvar a las Yukis de morir incineradas, mucho menos salvar su propia tierra. Dokai también se sentía horrible al contemplar como su propia tierra era devastada por culpa de su guardián invencible. La palabra traición no existía en el Valle del Yuki, quizás por eso fue que no pudo entender o darle un nombre a lo que sintió en ese momento.
La tierra volvió a temblar, obligando a las Yuki a sujetarse de las piedras que conformaban aquel templo, el magma no se hizo esperar y Devontar, al ver aquella sustancia anaranjada que arrasaba todo a su paso, no pudo hacer otra cosa más que preguntar
- ¡Sacerdotisa, Profetiza! ¡¿que en nombre de los Colores está ocurriendo?!- Dokai no sabía que decirle porque estaba igual de confundida que ella; pero Mirai le respondió
- Nuestro destino- cerrando sus ojos añadió- tenemos que partir de aquí ahora Devontar, tú también Dokai, no podemos quedarnos más tiempo en este lugar o las tres moriremos
- ¡No podemos hacer eso!- exclamó Devontar horrorizada al oír la orden de Mirai- Tyurant pudo haber logrado avisar a varias Yukis, antes de que este horror comenzara, a que se dirigieran hacia aquí. Si nos vamos nosotras entonces…
- ¡Esas Yukis no vendrán!- afirmó Mirai con sus ojos aun cerrados- y en caso de hacerlo no se quedaran mucho tiempo aquí debido a que estamos en el camino de esa enorme masa de fuego. Si las esperamos lo único que lograremos es morir aquí, incluso muchas de nuestras hermanas o amigas ya deben estar dándonos por muertas. Debemos partir cuanto antes de este lugar
- ¿Y a donde nos dirigiremos?- le preguntó Devontar con un tono de pesar muy grande al ver que Mirai tenía razón en lo que decía
- Esa es una buena pregunta Mirai, ¿A dónde vamos ahora? El Valle está muriendo y fuera de él solo hay una tierra seca, muerta y peligrosa para nosotras- le secundó Dokai con la misma amargura que sentía Devontar
Esbozando una sonrisa al saber que ambas tenían razón ante su pregunta, Mirai solo se limitó a abrir sus ojos y mirar al horizonte respondiéndoles:
- A Yakusoku No Ji, la tierra prometida de los Colores
El silencio de ambas no se hizo esperar al igual que la incertidumbre de semejante revelación.
- ¿Qué?- preguntó Dokai, cuando vieron la lava acercarse hacia ellas
- No hay tiempo para preguntas o explicaciones- les dijo Mirai haciendo notar lo evidente- solo para retirarnos ¡ahora!
Las dos Yukis asintieron con la cabeza y se retiraron cuanto antes de allí siendo perseguidas por la lava junto con el fuego que se extendía aun mas a cada minuto que pasaba.
El magma rojo tomó el templo junto con el verde pasto que se encontraba a su alrededor y lo quemó hasta las cenizas. Las rocas, de las que estaba conformado aquel templo milenario, no se derritieron de inmediato; pero si fueron debilitándose conforme pasaban los minutos hasta que uno de los pilares cayó al suelo siendo tragado por la lava, ni siquiera el magma tenía respeto por los Colores Primordiales.
Mirai corría con todas sus fuerzas; pero sabía que la lava los atraparía tarde o temprano, viendo un sendero que debía estar a casi un kilometro de distancia donde el fuego, junto con la lava, aun no había llegado, tomó a Dokai y, con su Citrino resplandeciendo, gritó
- ¡Desviación Divina!
Su cuerpo desapareció en el mismo momento en que tomaba a Devontar de la espalda con su otra pata, reapareciendo en el sendero que había visto haría un solo segundo. Viendo el rojo atardecer, junto con el valle siendo destruido, les dijo a las demás
- ¡Acompáñenme rápido! siento la presencia de otras cinco Yukis cerca
- ¿Solo cinco sobrevivieron?- preguntó Devontar angustiada, casi al punto de llorar
- No pequeña- le sonrió Mirai- hubo más sobrevivientes; pero…
Con un suspiro, bajó su cabeza y añadió
- Es muy probable que nos crean muertas y ahora estén lo demasiado lejos de nosotras como para que podamos alcanzarlas a tiempo. Tenemos que ir con esas cinco si queremos sobrevivir nosotras- alzando su mirada añadió con una sonrisa- aun hay esperanza para las Yukis; pero lo mejor será que nos separemos entre nosotras en distintas tribus. Solo de ese modo evitaremos que la sombra de la aniquilación que vimos hoy vuelva a repetirse ¡ahora, vamos! debemos encontrar a las cinco sobrevivientes como a de lugar
- Si- asintieron Devontar y Dokai emprendiendo la marcha
El cataclismo había terminado, ahora era momento de juntar las piezas rotas y volverlas a unir en una sola gema.
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