Acercándose a donde estaba aquel pobre hombre, Zefarin, pudo notar que este se encontraba temblando de frío, posiblemente era un espasmo debido a la mierda que debía tener en el cuerpo. Acostándolo sobre su sofá, Zefarin, lo cubrió con una manta que encontró en el cajón de su ropero en su cuarto. Siendo una casa rodante chica y destartalada, Zefarin podía moverse con la suficiente rapidez como para poder familiarizarse con su entorno. Los tiritones cesaron; pero su expresión se veía terrible. Parecía un hombre que de no tener esa porquería que se inyectaba cerca, entonces su vida carecería de sentido. Posiblemente porque así era. Tocando su frente con la pata, Zefarin, entró en contacto psicológico con él, intentando ver lo mismo que él veía en ese momento, intentando comprender su estado de degradación y poder ayudarlo a salir del mismo.
Durante dicho contacto, Zefarin, vio una hermosa casa distinta a la que ella veía en ese momento, un color anaranjado tomaba como fondo dichos recuerdos. Sam se veía al lado de la mujer que amaba, la que sería su esposa, siendo los dos unos jóvenes trotamundos en el pasado. Trabajando en distintos lugares del país: Texas, California, Colorado y finalmente Florida donde pudo establecer una familia al lado de aquella hermosa mujer que le sonreía en todo momento, en las visiones. Sam tocaba la guitarra mientras cantaba una hermosa balada de amor a su esposa quien sostenía a su pequeño hijo en brazos siendo solo un bebé, sus emociones mostraban una gran felicidad que acrecentaba el dolor del presente. Vio a Billy gatear, decir sus primeras palabras. Aprender a caminar, leer y escribir. Zefarin pudo ver como aquel hombre buscaba cumplir los sueños de su infancia siendo un cantante famoso, al igual que otros conjuntos como los “Beatles”, su esposa lo acompañaba en todo y su hijo también, ambos lo eran todo para aquel hombre quien estaba tan cerca de lograr su cometido cuando…
Las visiones terminaron de forma abrupta y Sam recobró la conciencia en ese momento dando una pequeña exclamación inarticulada. Viendo, con sorpresa, que se encontraba a oscuras; pero con una gema o cristal azul que brillaba en medio de la noche enfrente de él. Sintiéndose asustado, Sam, largó un grito que Zefarin inmediatamente interrumpió colocando su pata en su boca
- Tran… tranquilo- le dijo con esfuerzo- soy… soy una amiga
Intentó correr asustado al ver que esa criatura le hablaba; pero su voz dulce y amable impidió que sufriese un ataque de pánico y en lugar de correr solo se movió a un costado del sillón descubriéndose tapado con su propia frazada, Sam le preguntó en una voz casi alta
- ¡¿Qué eres?!- Zefarin le tapó otra vez la boca y, colocando su garra índice en la boca, susurró
- Shhh, que el pequeño aun duerme
- ¿Billy?- preguntó en voz baja Sam después de que Zefarin bajase la pata de su boca permitiéndole hablar
- Si- afirmó Zefarin con un tono tranquilo- soy… su amiga… mi nombre es… Zefarin
- ¿Qué carajos eres?- preguntó Sam asustado todavía
- Es… difícil… de explicar- le habló con esfuerzo Zefarin sonrojándose un poco y rascándose la parte trasera de su cabeza, si es que tenía una en un primer lugar- digamos que… provengo… de otra… tierra, larga historia
- ¿Y qué haces en mi casa, como sabes de mi hijo?- continuó con su interrogatorio Sam empezando a creer que era una alucinación provocada por la Heroína que se había inyectado
- Él me encontró en la playa… acepto traerme aquí… debido a que esta solo… y desea que lo ayude- le contó Zefarin con esfuerzo. Sonriendo con ternura, añadió- accedí a ayudarlo, también deseo ayudarte porque pude ver que sufres mucho por algo en particular
- Podría decirse- murmuró Sam en voz baja con su cabeza gacha, tras moverla a todos lados de forma violenta, añadió- de todos modos, yo… no sé si tengo comida para gatos siquiera
- Vi… que Billy… compro una tercer… hamburg… hambur… como se llame, vi que él compro una mas ¿te molesta si?
- No, adelante- le dijo Sam sonriéndose ante la actitud tan divertida de Zefarin
- Gracias- le dijo Zefarin sacando la hamburguesa del refrigerador y procediendo a calentarla por medio del fuego azul que salía de sus patas, cuando estuvo lista procedió a comerla
Podría ser que su modo de ser tan agradable evitase que tuviese pánico, podría ser que al verla comer aquella hamburguesa con esa expresión tan dulce le hizo tenerle cariño. Podría ser que el mero hecho de mostrar una preocupación tan grande por él y su hijo provoco en su interior un agradecimiento seguido de un gran amor por ella como amiga e incluso podría ser que al creer que era una alucinación provocada por las drogas lograron que sus nervios se relajaran . Fuese como fuese, Sam se tranquilizó y dejo de tenerle miedo a Zefarin solo para suspirar diciendo
- Creo que mañana tendré que hablar con mi pequeñito sobre esto, debería preguntarme antes de traer una mascota a la casa
- ¡Oye!- exclamó Zefarin molesta- ¡yo no soy una mascota…! también soy un ser… pensante dentro de… mi mundo
- ¿Y cómo es tu mundo?- le preguntó Sam largando un bostezo
- Eso puede esperar a mañana- le dijo Zefarin dejando de comer y acostando con sus patas a Sam- porque ahora es hora de dormir
- Creo que aun tengo una bolsita mas para poder inyectarme- le respondió Sam con un tono tranquilo
- ¡De eso nada!- lo regañó Zefarin molesta tapándolo con la frazada- no sé qué Diablos fuese eso que te estabas inyectando; pero si te hace daño, no puedo permitirte usarla
- Solo un viaje mas ¿sí?- se quejó Sam sin demasiada voluntad para resistirse
- No- le respondió Zefarin con un tono más severo- de todos modos la destruí, fue por tu bien… amigo
- ¡¿Que tú hiciste qué?!- exclamó Sam sorprendido levantándose de su sofá; pero Zefarin lo empujó con suavidad usando solo una pata delantera- ¡la bolsa me costó cien de los grandes!
- Tu salud vale más que eso- gruñó Zefarin tapándolo de nuevo- ahora duerme y no sigas gritando que el muchacho está descansando ¿entendido?
- De acuerdo, cielos, para ser una alucinación, si que eres demasiado gruñona- se volvió a quejar Sam largando otro bostezo y durmiéndose al poco tiempo
- Si no lo fuera, entonces no sería tu amiga- le dijo Zefarin viéndolo dormir
Dirigiéndose a la habitación de Sam, Zefarin, se sentía sorprendida de si misma al ver cómo, en un solo día, pudo dominar un nuevo idioma y ganar la confianza de dos seres de este universo que necesitaban de su ayuda con desesperación. Solo qué… era demasiado apresurado aquello; pero ella sentía que los conocía de antes, posiblemente de otra vida o algo así.
Acostándose sobre su cama, con el reflejo de las luces de la calle iluminando su ventana, Zefarin miró por el vidrio las estrellas y se preguntó cómo se encontrarían sus amigos.
¿Habrían podido vencer a Kuroi o Yume estaba en peligro? No lo sabía y eso la molestaba demasiado, la luz azul de la calle la iluminaba haciendo que su zafiro brillase de forma tenue en aquella oscura habitación. Las dudas abarcaban su cabeza, podía intuir el porqué esa familia estaba devastada; pero… ¿Podría ella ayudarlos a salir adelante? ¿Debía siquiera inmiscuirse en ese problema teniendo uno más urgente que resolver en su propio mundo? Tantas dudas, tantas preguntas y ninguna respuesta que la complaciera salvo una: ¡Debía hacerlo! Esos dos necesitaban de su consejo, de su cuidado y de su amistad cuanto antes o de lo contrario… estaban en peligro, eso le era claro por lo que no cedería en su deber como protectora de los sueños y la esperanza de todos los seres vivos en el mundo… o el universo en este caso.
Cerrando sus ojos Zefarin se durmió mientras contemplaba las estrellas a la luz de la Luna y las luces de la calle que acariciaban su blanco cuerpo ovalado.
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