Se me olvidado mi libro de cocina favorito. Tendría que volver a casa.
Caminé las cuadras que separaban la casa de mi tía con mi antigua vivienda. Cuando llegué ya era de noche.
Abrí cuidadosamente la puerta.
— ¿Sandy? ¿Eres tú?
—No, mamá. Soy yo no papá.
—Ah.
— ¿Dónde edtas? Deberías prender la luz.
— ¡No!
Pero era muy tarde y ya lo había hecho. La casa era un caos. Había basura por todas partes, platos rotos principalmente. Habían alimentos a medio comer y las camas están desechas. Para mayor preocupación mi madre se encontraba en el sillón con botellas de cervezas y ron en el piso.
— ¿Estás bien?
—Pensé que no vendrías. Me permití bajar la guardia.
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