El cataclismo no solo cambio el entorno y la vida de los Yukis, sino también de todas las criaturas que vivían en el valle. Desde los Titanes hasta… los Pauk. En especial uno cuyo ojo herido le era un motivo valido para no abandonar el valle ni tampoco dejar de sentir aquel vivo resentimiento ante aquellas Yukis, en especial las dos desgraciadas que hirieron algo más que su ojo, su orgullo. Aquella enorme Pauk con un ojo herido pudo contemplar a la distancia, con los otros dos ojos sanos, como su hogar temporario estaba siendo destruido por una fuerza mayor a la suya. No le importaba en lo más mínimo aquello. Estaba acostumbrado a vagar por la tierra creando nidos de araña en pequeñas cavernas u oasis en medio del interminable desierto. Aquella destrucción poco y nada significaba para la Pauk en su vida salvo que debería buscar un nuevo nido; pero el contemplar como aquellas miserables Yukis morían de un modo tan cruel, alegraba su día. Su felicidad se incrementó al ver a la Yuki que le quitó su ojo derecho huir a los montes donde él se encontraba. No debió de pasar mucho tiempo antes de ver a la segunda Yuki con quien estaba enojado, quien debió ser su presa. Convencido de que ahora esas dos junto a sus acompañantes estarían solas e indefensas. La Pauk largó una grotesca risa mientras se colocaba de panza al suelo dispuesto a cazarlas arreglando sus cuentas pendientes con ellas.
El valle estaba destruido, contemplando desde la distancia como su hogar estaba muriendo sin que pudiese hacer nada para impedirlo, Dobertio, rompió a llorar de angustia, él junto a Jetaran y su salvadora, Jianger, se encontraban a una distancia segura en las colinas más al sur de donde estaba el enorme volcán. La imagen era desoladora: una gran capa de lava tomaba todo el valle junto a los ríos y los quemaba al punto de que solo se veía esa enorme masa roja volcánica expandirse por sobre toda la tierra. Los arboles estaban en llamas y nada parecía indicar que aquel incendio fuese a apagarse o dejar de extenderse, los montes dejaron de verse seguros e imponentes para convertirse en aterradores y amenazantes. La presencia de cualquier otro tipo de vida o de las demás Yukis era nula. Dobertio, solo por un momento, sintió que él junto a su amigo y su salvadora eran las únicas tres Yukis en todo el mundo conocido hasta ese momento. Un pensamiento que duró muy poco cuando oyó una voz conocida y familiar para él, la voz de su amigo Zaratini quien exclamó:
- ¡DOBERTIO, GRACIAS A LOS COLORES QUE ESTAS BIEN!- sin siquiera añadir nada mas ambos amigos corrieron al encuentro para darse un fuerte abrazo y llorar sobre sus propios hombros.
UNOS MINUTOS ATRÁS
El templo estaba bajo la masa roja conocida como lava para nosotros; pero para Zaratini aquel liquido desconocido era la representación del mal puro, de la muerte y destrucción de su pacifica vida en el Valle Del Yuki, negando con la cabeza aquel pensamiento, se dijo a si mismo que aun podían haber sobrevivientes y aun podía haber una posibilidad de reconstruir su hogar. Tyurant se encontraba a su lado, en su mirada se podía ver una gran tristeza. Era obvio para ella, como también para Zaratini, que la Sacerdotisa junto a la Profetiza se encontraban muertas y si Devontar estuvo a su lado en aquel momento, entonces ella también se encontraba debajo de ese maldito liquido rojo.
Derramando unas pocas lagrimas, Tyurant cerró sus ojos y dijo
- Adiós amiga, te voy a extrañar toda mi vida- el lamento de Tyurant hacia Devontar le pareció muy enternecedor a Zaratini quien le respondió
- Pueden haber otras Yukis sobrevivientes ¡me niego a creer que nosotros dos seamos los únicos sobrevivientes de esta horrible tragedia!
- Esto no es una tragedia- murmuró en voz baja Tyurant, exclamando en una voz muy alta, como también fuerte- ¡Esto es un holocausto! todas las Yukis… todas las Yukis…
Su voz se cortaba al hablar debido a que el solo pensarlo le era doloroso y el decirlo aun mas; pero recobrando fuerzas gritó
- ¡TODAS LAS YUKIS DEBIAN REUNIRSE EN ESTE PUNTO!- tras dar aquel alarido, Tyurant, se puso a jadear, diciendo con mucho esfuerzo- antes… antes de que este… este horror sucediera… le avise a casi todas las Yukis qué…
- Tyurant- le habló Zaratini con un tono tierno- amiga, no te hagas esto… no fue tu culpa, no había forma de que supieras que esto iba a ocurrir
- No hace que me sienta mejor- le respondió en voz baja Tyurant, alejándose un poco de Zaratini- ni que mi culpa disminuya un poco, si no le hubiese dicho nada a nadie
- Hubiese muerto con mi padre y mi madre- le respondió con dureza Zaratini- salvaste mi vida al querer avisarme de este peligro que se avecinaba. Deben haber sobrevivientes que no alcanzaron a llegar a este punto, posiblemente se dirigieron a otra parte cuando este horror comenzó
- Quiero creerte- susurró Tyurant sintiéndose mal ante lo que veía- en serio que deseo creerte, le pude comunicar a varias; pero ¿Y si al llegar, decidieron esperarme y esta maldita cosa roja…?
- Entonces habrán huido al creerte muerta por ese maldito liquido rojo- encaró Zaratini con firmeza ante la angustia de su amiga- debemos buscar a los demás y quedándonos aquí parados no llegaremos a nada ¡Vamos!
- S… si- afirmó Tyurant emprendiendo la búsqueda al lado de Zaratini, aquel Yuki macho que la hacía sentir mejor y con mucha confianza en ella misma.
Durante la búsqueda, Zaratini, se preguntaba que habría sido de la vida de sus amigas y amigos, tenia tantos que su preocupación era más que legitima, era una amargura debido a que todos eran como miembros de su propia familia para él. De todos los nombres que surgían en su cabeza, el primero y más importante era el de Dobertio.
Para Zaratini, Dobertio, no era un amigo sino un hermano mayor del cual siempre buscar consejo. Siendo más maduro que él, Dobertio, siempre cuidaba de Zaratini, al punto de que era capaz de dar su vida por su mejor amigo y viceversa. Dobertio posiblemente tendría dos primaveras más que él en edad; pero Zaratini lo trataba como si fuese un gran sabio al cual recurrir cuando las cosas se ponían complicadas en su vida, aunque nunca como en ese momento en particular. Si Dobertio estaba muerto entonces, Zaratini, se desmoronaría por completo. Era cómico, él sintió dolor por la muerte de su familia; pero no se sentía tan devastado como se sentiría si llegaba a descubrir que su hermano del alma estaba en la tierra de los Colores, es decir: muerto.
Toda aquella rebeldía y pensamientos de superación masculinas se desmoronaron al verlo aun vivo en la cima de un monte al lado de otras dos Yukis. Su visión se nubló y las lágrimas comenzaron a correr. Ya no era un rebelde guerrero sino un dulce, amoroso y tierno Yuki que sintió una felicidad tan grande como también una paz muy profunda al ver a su gran amigo aun vivo en todo aquel caos. Tan grande fue su emoción que se separó de Tyurant y corrió a donde estaba Dobertio mientras gritaba con todas sus fuerzas:
- ¡DOBERTIO, GRACIAS A LOS COLORES QUE ESTAS BIEN!- Dobertio lo vio y, sin que ninguno de los dos se contuviera emocionalmente, ambos se abrazaron rompiendo a llorar debido a que las ideas o fortalezas poco o nada importaban en ese momento, solo la felicidad de que ambos estaban bien, vivos y juntos una vez más.
Tyurant sintió su corazón conmoverse al ver a Zaratini quebrarse de felicidad por encontrar a su amigo con vida, por desgracia, su mentora y mejor amiga, Devontar no se encontraba en ningún lado y las posibilidades de que hubiese sobrevivido eran muy pobres por no decir nulas. Sonriendo de felicidad al ver a ambos amigos abrazándose y llorando, se secó una lagrima, desviando su mirada hacia donde se encontraba Jianger, la mejor Cazadora que había en el extinto Valle Del Yuki. Ella también se veía conmovida como también lo estaba el Yuki que se encontraba a su lado. A menos que su memoria le fallara, aquel Yuki era Jetaran, un muchacho demasiado tierno y amoroso que, por lo general, era muy sobreprotector con sus hermanitas. El que ellas no estuviesen a su lado le contestaba la pregunta de si las pequeñas estaban bien sin siquiera tener que formularla. Solo largando un pequeño suspiro de pesar, decidió armarse de valor y preguntarle a Jianger
- ¿Solo son ustedes tres?
- Si- le respondió Jianger con el mismo pesar que Tyurant sentía en ese momento
- Me alegra saber que estas bien- continuó Tyurant con su saludo- en ausencia de la Líder, la Sacerdotisa junto con la Profetiza y de mi mentora como también gran amiga Devontar, eres la única en quien podemos confiar el liderazgo en este momento
- Me estás dando un cargo que no sé si puedo desenvolver a la perfección- le respondió Jianger sintiéndose sorprendida ante tal revelación- una cosa es liderar un grupo de caza o salvar al Valle de una terrible amenaza y otra muy distinta el poder llevar a un lugar seguro a los pocos sobrevivientes de esta horrible tragedia
- Tenemos confianza y fe en ti Jianger- le dijo Dobertio separándose de Zaratini, dejando de llorar, limpiándose una lagrima con su pata, Dobertio, sonrió añadiendo- si hay alguien de todos nosotros en quien poder dar nuestra completa confianza y seguridad entonces esa Yuki eres tú
Viendo como el valle se desintegraba lentamente por la lava volcánica, Jianger supo que Dobertio tenía razón. Si estuviese o no preparada, eso no importaba de nada ahora, sino que tomara las riendas de los sobrevivientes y los llevase a un lugar seguro donde poder reconstruir de cero sus vidas. No sería una tarea fácil; pero… ella podría hacerlo.
- Si voy a guiarlos- dijo con seguridad en su voz Jianger- entonces deben prometerme que ustedes no solo obedecerán mis órdenes sin cuestionarlas siquiera, sino que también me ayudaran a tomar las decisiones correctas, estamos todas juntas en esto
- Tienes mi palabra- le juró Dobertio
- También la mía- afirmó Zaratini viéndola con confianza y seguridad
- Y la mía también- confirmó Tyurant
- Prometo ayudarte en todo lo que pueda- asintió Jetaran con una sonrisa esperanzadora
- Entonces quizás debamos…- indicaba Jianger cuando una voz querida y amada por todas las presentes la interrumpió
- Quizás no deberías sepultarme sin antes revisar el cuerpo- Jianger se dio vuelta viendo para su agradable sorpresa que Mirai, la Profetiza, junto a Dokai la sacerdotisa y Devontar llegaban a donde se encontraban el resto de supervivientes
Mirándola con una sonrisa placida, Mirai le contestó:
- Tu humildad te hace digna líder; pero aun no estás lista para la tarea, aun no amiga mía
- ¡DEVONTAR!- exclamó Tyurant sonriendo para largarse donde estaba su amiga y abrazarla con todas sus fuerzas- ¡estas viva! ¡gracias a los Colores que estas bien!
- Je, sabes que se necesitara más que un liquido rojo para poder eliminarme- la consoló Devontar abrazándola con fuerzas, casi rompiéndose su voz, añadió- pero también… estoy feliz… de verte y ver que estas bien… amiga mía
Los ocho Yukis del Destino se habían reunido y a la distancia la Pauk las veía dispuesta a obtener su venganza de una vez por todas.
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