Se detuvieron en un pequeño risco dispuestas a descansar, seria por cuestión de unos minutos; pero aquellos minutos fueron largos y valiosos para las ocho supervivientes.
Aprovechando aquel descanso, Tyurant vio unas pequeñas rocas apiladas de forma natural, la lava que pudo haberlas salpicado moldeó su forma para convertirlas en estalactitas de piedra situadas hacia arriba en lugar de hacia abajo. Sin perder un solo segundo de aquellos veinte minutos de descanso, Tyruant, largó una bola de energía hacia la roca dispuesta a probar su puntería una vez más, le era imperante el mejorar su ataque si quería sobrevivir y… proteger a Zaratini junto a sus amigas. Sentía mucha seguridad al saber que Jianger se encontraba con ellas, siendo una de las mejores cazadoras dentro del valle; pero ni la misma Jianger podría estar siempre presente en cada momento que pudiese presentarse ¿ Y si Zaratini corría un gran riesgo y solo se encontraba Tyurant para ayudarla? Ella debía protegerlo aun si era su propia vida la que estaba en riesgo. Siendo su único modo de protección el que pudiese controlar su poder. Viendo aquella roca delante de ella, lanzó su bola de energía; pero esta paso de lado, sintiéndose frustrada, volvió a lanzarla. Una tras otra golpeaban en cualquier lado menos en el blanco. Sintiéndose molesta, Tyurant, largó un sonido de queja que fue respondida por la voz de Zaratini
- Sintiéndote molesta no le darás al blanco
Dándose vuelta, Tyurant vio a Zaratini acercarse a ella con una sonrisa amorosa
- Me frustra el no poder dar en el objetivo- le contestó Tyurant sintiéndose agitada por sus fallidos esfuerzos
- Y debido a eso te desesperas, dejando que el impulso de tu ataque se guie por la rabia concentrada junto a las demás emociones, menos por lo que debería guiarlo- señalándose el pecho, Zaratini, afirmó- que es tu corazón junto a tu deseo de superación
- Eres un chico Zaratini- remarcó Tyurant con una sonrisa calma- se supone que no debes saber nada de estas cosas
- Hay muchas cosas que se supone que no debería saber- afirmó Zaratini acercándose a la roca, sus patas se cerraron y unas luces verdes las rodearon, para la sorpresa de Tyurant, Zaratini sabia concentrar su propia energía. Sin siquiera esperar una exclamación, él lanzó su ataque a donde estaba la estalactita destruyendo el centro de la misma- pero las sé Tyurant… y… también puedo enseñarlas
- ¿Como… cuando?- preguntó Tyurant sorprendida haciendo que él riese al ver su expresión de sorpresa
- Practique en secreto toda mi vida debido a que deseo poder mostrarle a Mirai, junto a Dobertio y las demás que los Machos Yuki también podemos dar batalla a monstruos como la temible Pauk- le contestó Zaratini guiñándole el ojo
- Supongo que debería mostrarme en contra de esto; pero… en vista de lo ocurrido yo…- rascándose la cabeza y murmurando de forma tonta, Tyurant, se ruborizó. Esbozando una sonrisa le pidió a Zaratini- ¿No sería mucha molestia si te pidiera que me ayudases a entrenar?
- Para nada- le sonrió Zaratini viéndola con cariño
Ambos se pusieron delante de una roca más grande y resistente, con el atardecer delante de ellos, comenzaron su práctica. Al principio Tyurant fallaba en cada ataque que lanzaba; pero, conforme pasaban los segundos, su puntería iba mejorando. Zaratini estaba a su lado atacando y enseñándole a apuntar.
- Tus emociones no deben ser un obstáculo Tyurant- le decía Zaratini colocando su brazo en posición por medio de sus patas, ambas Yukis estaban sonrojadas por tal acción- sino un motivo. Escucha, no debes pensar en lo que no puedes hacer ni en lo que quieres hacer, sino en lo que sabes hacer y por que debes hacerlo. La confianza en ti misma es vital para esta acción, si dudas podría ser tu fin
- Devontar me dice eso a menudo- recalcó Tyurant viendo el objetivo que deseaba atacar
- Pero estoy seguro de que ella no te dice lo que puede estar en juego si fracasas- le respondió Zaratini con una voz suave
- Sí, mi vida y la de los demás… yo… no sé si estas enterado; pero hace un año atrás yo…- quiso contarle Tyurant a su amigo; pero la vergüenza era demasiado grande como para poder confesarla
- No fue tu culpa- le respondió Zaratini con un tono severo y calmo
- Me lo dicen a menudo; pero me cuesta aceptarlo, me cuesta…
- Fue culpa de Maconte- le respondió Zaratini con la misma dureza- eran un equipo y ella debía aceptar lo mismo que yo he aceptado a pesar de ser un macho: no subestimar a nadie ni a nada. Maconte debió de oír a las demás, se puso a ella en peligro y te puso en peligro, si no hubiese sido por Devontar todas te hubiésemos perdido amiga. Nunca perdoné a Maconte por lo que hizo y me parece injusto que tú o Devontar carguen con la culpa cuando toda la responsabilidad fue de ella y de nadie mas
- Su vida estuvo en peligro y nada pude hacer en ese momento para…- trató de explicarle Tyurant; pero Zaratini la interrumpió diciendo
- Imagina que es mi vida o la de Devontar la que está en peligro- le pidió Zaratini con una voz suave
- Por favor no me pidas…
- Solo hazlo, no me enojare si llegases a fallar- susurrando a su oído añadió- lo prometo
- Bien, aquí vamos- afirmó Tyurant concentrando la energía en su pata
- Piensa que es una Pauk que desea devorarme y solo tú tienes el modo de salvarme- continuó Zaratini con una voz suave
Tyurant recordó aquel momento en que ella estuvo delante de la Pauk, solo que ahora no veía a Maconte con los brazos atrapados sino a Zaratini quien estaba asustado y necesitaba de su ayuda. La bola de energía creció un poco más de lo habitual.
- La criatura me va a devorar; pero aquí es donde debes defenderme- le indicó Zaratini, la bola verde de energía aumento aun mas- ahora ¡ataca!
Tyurant vio la escena en su interior, en su cabeza y por un momento, solo un mísero momento, creyó que era real. Largando un grito de furia, Tyurant, lanzó su enorme bola de energía a donde estaba la estalactita y esta, al recibirla, desapareció en pedazos. Tyurant había dado en el blanco.
- ¡Wow!- exclamó Zaratini asombrado y emocionado al ver aquello, ella realmente se preocupaba por él- ¡eso fue genial! Tu bola de energía era más grande que la mía
- ¿En… en serio?- preguntó Tyurant sintiéndose agitada y feliz de haber conseguido su cometido
- ¡Claro que sí! ¡Felicidades amiga!- le contestó Zaratini dándole un fuerte y cálido abrazo, Tyurant lo recibió con una sonrisa de cariño
Ambos Yukis estaban contentos por lo sucedido.
No lejos de allí, algo similar ocurría con Devontar y Dobertio. Mirando las ruinas de su antiguo hogar sentado en un risco, Dobertio, no pudo soportar la amargura de saber que vería aquel lugar una última vez antes de partir hacia una nueva y desconocida tierra, rompiendo a llorar sintió como tomaban su espalda de forma cariñosa, dando vuelta su cara se encontró con Devontar quien no se encontraba mejor que él, solo que las Yukis Hembras eran más fuertes emocionalmente que los machos.
- ¿Te encuentras bien?- le preguntó Devontar, aunque dicha pregunta era estúpida, nada estaba bien en aquel desastre
- Es… que … la sola idea de… haber… haber perdido todo en un solo día me… ¡Por los Colores me siento devastado!- lloró Dobertio haciendo que Devontar cerrara los ojos y comprendiera lo que ocurría
- Te entiendo, yo también perdí a seres queridos hoy día junto con un hermoso hogar; pero aun tenemos a nuestros amigos al lado junto a la esperanza de encontrar un nuevo hogar. Solo debemos creer que lo conseguiremos y en los Colores Primordiales
- Lo sé; pero… me cuesta aceptarlo- sollozó Dobertio, Devontar la vio por un minuto y, esbozando una sonrisa, le preguntó
- Oye ¿quieres que te enseñe a pelear?
- ¿Pelear?- preguntó Dobertio sorprendido
- Sip, pelear. Supongo que tu amiga tiene razón en cuanto a que los machos también deben saber defenderse de vez en cuando, parece que las viejas costumbres no van a ser de mucha utilidad ahora, así que ¿Qué opinas al respecto?
Tras un minuto de duda, Dobertio le respondió
- Muy bien; pero como le digas una palabra de esto a Zaratini
- Sera nuestro secreto- rió Devontar dándole su pata para que él pudiese levantarse, aceptando su pata, Dobertio se incorporó mirando de forma fija a Devontar mientras mantenía su sonrisa
Ambos comenzaron con su entrenamiento.
Colocándose de costado, Devontar le dijo a Dobertio
- Lo primero que debes hacer es concentrar tu energía, es algo difícil de hacer lo sé; pero es el único modo de poder iniciar la batalla
- Y como sabré identificar mi energía- preguntó Dobertio siendo una duda obvia; pero no por ello graciosa para Devontar quien le respondió
- Lo que tienes que hacer es sentir tu gema- señalándole su Zafiro, Devontar continuó con su explicación- toda Yuki posee en su gema un poder increíble, siendo estos capaces de varias cosas. Por fortuna las más experimentadas cazadoras hemos aprendido a canalizar dicha energía convirtiéndola en algo físico como un mazo por ejemplo. Nuestras gemas son la fuente de nuestro poder y nuestro punto débil si no las cuidamos debidamente. Debes de saber que nuestro poder no es ilimitado Dobertio, si tu gema deja de resplandecer quiere decir que estas agotando tu propia fuente de energía y estarás indefenso ante cualquier amenaza enemiga. Si tu gema es destruida entonces perderás tus poderes casi de inmediato, por lo que debes de ser cuidadoso con ello también. Respecto a tu energía… dime lo que sientes en tu interior
- Un gran enojo junto a una gran tristeza por lo ocurrido- le respondió Dobertio intentando no romper a llorar de nuevo- miedo, pesar, ira y una gran desesperación
- ¿Hay algo mas aparte de todo eso?- continuó con su interrogatorio Devontar
- Sí; pero lo siento dormido, como si fuese un sentimiento. Algo que está en mi interior y que se distingue de las emociones; pero no mucho
- Esa es tu energía- le contestó Devontar con una sonrisa amistosa- si está dormida se debe a que nunca antes la has usado de forma consciente, debemos despertarla antes de usarla. tú nunca haces cosas antes de despertar o recién despierto
- Con excepción del desayuno- le contestó Dobertio sonrojándose debido a la pena
- Con excepción del desayuno, cierto- rió Devontar ante tal verdad- pues debemos alimentar aquella energía tras despertarla
- ¿Cómo puedo…?
- Es fácil, lo primero que debemos hacer, tras sentirla, es concentrarla en un punto en especifico: nuestras patas delanteras- con una voz más suave y calma, le susurró- debes sentir aquella energía reunirse en tus patas para poder usarla, debes de sentir que tus patas tienen un objeto invisible o una sensación propia que esta desconectada del resto del cuerpo
- Bien- le contestó Dobertio cerrando sus ojos y enfocando sus emociones a donde estaban sus patas; pero, por mucho que lo intentaba, no podía. Los pensamientos, las dudas junto con las demás emociones le obligaban a desistir sin siquiera probar- Devontar, yo… no pue…
- Si puedes, mi gema me indica tus dudas junto a tus temores; pero debes de concentrarte en esto para que puedas defenderte y defendernos a todas nosotras ¡Enfócate Dobertio! No pienses en todo lo que pasa, sino en lo que deseas
- ¿Y que es lo que deseo?- le preguntó Dobertio dejando de usar la pose rindiéndose por completo
- Eso solo lo puedes saber tú y nadie más amigo- afirmó Devontar entendiendo que ese no era el momento perfecto- pero cuando sientas la energía en tus patas, lo sabrás porque será como una sensación propia que te obligara a usarla tomando la forma que desees
- Lo siento Devontar yo…- se disculpó Dobertio sintiéndose avergonzado y triste por su fracaso
- No te disculpes- lo consoló Devontar sonriendo- la primera vez siempre suele ser la más complicada; pero con el tiempo logras dominarla y algo me dice que, a pesar de ser un macho, tienes en tu interior un poder tan grande que podrías competir contra Jianger
- ¡Exageras!- sonrió Dobertio y Devontar le devolvió la sonrisa diciéndole
- ¿Tú crees?
Observando desde lejos todo lo que ocurría entre las cuatro Yukis, Mirai veía algo mas, algo interesante que sus poderes proféticos le permitían deducir sobre el porvenir de su raza ¿Podría haber un futuro para los Yukis en esas ocho sobrevivientes? Mirai sabía que sí; pero ¿Qué futuro era el que les esperaba? la gran y verdadera pregunta. Aquella de la cual apenas si tenía una respuesta. Con un movimiento de su pata junto a un silbido agudo, Mirai dio la orden de continuar por el monte antes de que fuese demasiado tarde.
La Pauk observaba todo a la distancia, aun no era el momento para atacar, no todavía; pero estaba cerca. Solo debía de esperar a que uno, quizás dos, de esos Yukis se separaran y ella se daría su festín sobre ellos. Los mataría uno por uno de forma lenta y satisfactoria. Aquellas Yukis se lo pensarían dos veces antes de ponerse en su camino de nuevo. Largando otra risa gruesa, como también maliciosa, la Pauk continuó con su cruel, paciente y lenta persecución.
El brillo anaranjado del sol se disipó en el horizonte, como si fuese una luz tenue que se apagaba de a poco. Las estrellas se vieron en el firmamento y el sonido de los grillos fue reemplazado aquella noche por el sonido de las burbujas de magma que corrían debajo de los montes. La luz anaranjada iluminaba su camino de forma demasiado cínica para las Yukis. Era como si aquella lava que los había desterrado, asesinado y separado ahora se estuviese burlando de ellos al mostrarle el camino fuera del extinto valle para que no se perdiesen en la oscuridad de la noche. La ira se mostraba en el rostro de Jianger al pensar que aquello era lo que ocurría. Las cazadoras iban por delante mientras que Dobertio y Zaratini caminaban a sus espaldas siendo seguidos por Mirai junto a Dokai. Caminaban en hilera y con una lentitud casi insoportable para todas ellas, al punto de que la misma Devontar deseaba acelerar el paso; pero Jianger le daba señas de que no lo hiciera, era muy peligroso el tomar aquel recorrido a la ligera, quizás demasiado. Toda precaución fue descartada al ver una cueva a casi un kilometro de distancia. Estaban cerca de su destino; pero lo que aquellas Yukis no sabían era que la Pauk se les había adelantado y se encontraba en el interior de esa cueva esperándolos ansiosamente, incluso deseaba cantarles una canción de cuna para que se durmieran pronto y darles el privilegio de arroparlas con su tela y matarlas ni bien estuviesen en sus patas de araña.
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