La cueva se veía oscura aun con la lava iluminando su sendero. Dobertio fue el primero en sentir que algo andaba mal y Mirai la segunda, Devontar no tardó en sentirlo también siendo seguida por Zaratini junto a Tyurant y Dokai. Quienes no sintieron nada fueron Jianger y Jetaran quienes se acercaban a la cueva sin temor alguno. Viendo ese acto de imprudencia, la misma Mirai les dijo con severidad:
- ¡Esperen!
- Algo anda mal- continuó Devontar mientras sentía su propia gema brillar con una fuerza que antes no había sentido
- Siento como si nos dirigiéramos hacia una trampa- prosiguió Tyrutant
- Jetaran ven con nosotros, algo… hay algo que esta mal, puedo sentirlo- le pidió Dobertio con una sonrisa amorosa
- Yo…- dudó Jetaran en voz baja al sentirse confundido y asustado
- Si no entramos en la cueva, es posible que las criaturas que el Monte Yuki mantenía alejadas se abalancen sobre nosotras durante la noche- les recordó Jianger sintiéndose desesperada, por primera vez en toda su vida se encontraba ante algo a lo cual no podía controlar ni combatir, intentaba ser fuerte, intentaba recomponerse para darle seguridad a las otras; pero… la situación la estaba superando y eso no le gustaba- tenemos que correr el riesgo
Desde dentro de la cueva, la misma Pauk observaba como esas Yukis dubaban de entrar en su nueva guarida, aquello la incomodó ¿acaso sabían de su presencia? Podría ser posible debido a que esa especie era un poco más especial que las otras. Poseían poderes que otras especies de menor rango no poseían… aunque no parecían gran cosa en comparación a otras especies que había visto en el pasado, especies que si le intimidaban un poco más que esas criaturitas ovaladas.
- Jianger, entiendo que estés asustada- intentó convencerla Tyurant con una sonrisa amorosa; pero Jianger exclamó:
- ¡¿Asustada dices…?! ¡¿Quién, yo?! Je… no digas tonterías, solo estoy preocupada por ustedes- mentía con descaro Jianger al verse acorralada ante la terrible verdad que estaba delante de todos- nada mas
- Jianger- murmuró Jetaran alejándose de ella
La espera era una estupidez, solo habían ocho de esas criaturas y de esas ocho solo dos eran cazadoras de cuidado mientras que las otras seis apenas si le debían ser un desafío, si perdía el tiempo esperando entonces podrían encontrar a las otras sobrevivientes que vio durante su persecución a la distancia. Sobrevivientes de las cuales esas ocho no se habían percatado todavía; pero solo debía ser cuestión de tiempo para que lo hicieran ¡No podía perder el tiempo con una tonta espera! Tenía que atacarlas ¡ahora!
- Jianger, tener miedo es natural- le habló Mirai con un tono maternal- no hay nada de qué avergonzarse; pero mi instinto me dice que en la cueva hay algo que no está bien, hay un verdadero peligro dentro de ella
- ¡Con el valle destruido, todo el mundo es peligroso para nosotras ahora!- exclamó Jianger furiosa, peleando contra esa impotencia que la atormentaba a cada minuto- el tiempo de paz terminó Profetiza y si queremos recuperarlo entonces debemos mantenernos unidas, a salvo. Es mi… todas confían en mí ¿Cómo puedo ayudarlas si desisto ante la primer duda provocada por el miedo?
- Confiamos en ti Jianger- le habló Dobertio con un tono amoroso- pero tú ¿confías en nosotras?
- Yo… si, lo hago- le respondió Jianger bajando la cabeza mientras que, a sus espaldas, unas enormes, como también largas, patas de araña salían de la oscura cueva dispuestas a atacarla por la espalda- confió en ustedes, quizás mas que en mi misma
- Bien- le respondió Zaratini con una expresión de terror en el rostro- entonces hazme caso cuando te diga ¡que te apartes de la cueva ahora!
- ¡¿Qué?!- preguntó Jianger mirando a sus espaldas contemplando como el rostro arácnido de la Pauk salia de la oscura cueva siendo seguido por su segundo rostro con dos ojos sanos y un tercero herido goteando un pus maloliente del mismo. Su boca estaba abierta dispuesta a devorarla. Aterrada, Jianger, exclamó- ¡mierda!
La Pauk estuvo por lanzarle su tela de araña cuando una bola de energía golpeó su pico. Zaratini no perdió tiempo en contra atacar, Tyurant, al ver que era la misma Pauk que asesinó a Maconte, se sintió completamente aterrada.
- ¡Cuídalos!- exclamó Devontar, corriendo dispuesta a pelear contra la Pauk creando un mazo en base a su propia energía.
Dobertio veía a Devontar correr al combate mientras que Jianger caía al suelo; pero lejos de cubrirse, lo que hizo fue contra atacar lanzando otra bola de energía que golpeo una de las patas de araña de la Pauk. Esta lanzó un grotesco quejido. Lanzando, como respuesta, una sorpresiva tela que la cubrió por completo. Viendo a Zaratini, quien continuaba con su ataque, no tardó en lanzarle un escupitajo de tela que pegó su pata delantera en la roca montañosa. Devontar golpeó su rostro con su mazo; pero la Pauk le devolvió aquel golpe con su pata izquierda tirándola al suelo. Dobertio, al ver aquello, sintió aquella energía nacer en su interior. La Pauk se acercaba a Zaratini, quien forcejeaba con su propia pata para liberarse. Tyurant, al verlo en peligro, reunió toda la energía que pudo y, sin esperar un solo minuto, lanzó una bola de energía a su ojo izquierdo reventándolo de forma sorpresiva. La Pauk, viéndose abatida, se hizo hacia atrás moviendo su cuerpo cerca del acantilado donde se encontraba la lava. Devontar se levantó del suelo, sosteniendo todavía su mazo, y observó con sorpresa a Tyurant, quien continuaba lanzando bolas de energía mucho mayores a la anterior. Mirai reunió todo su poder y lanzó un potente ataque energético que tenía la forma de avispas color dorado que golpeaban el cuerpo de aquella Pauk empujándola más cerca de aquel abismo. Jetaran se puso delante de Jianger con intenciones de protegerla aunque él no fuese de ninguna ayuda en realidad; pero si con eso evitaba que la dañaran, pues valía la pena el sacrificio.
La Pauk se encontraba furiosa debido a que no esperaba semejante batalla, no esperaba que esas ocho le dieran pelea. Creía que sería una victoria sencilla. Al parecer cometió nuevamente el error de subestimar a aquellas Yukis. Un error mortal sin lugar a dudas.
La energía se encontraba en sus patas y sabía como proyectarla. Sintiendo, pensando y decidiendo, Dobertio, convirtió su energía en un arma nueva. Era una especie de rama, como las que lo cubrían más temprano de los rayos del sol, aquella rama color azul tenía una punta filosa al final de la misma. Sin siquiera esperar un solo minuto, la arrojó sobre su presa mientras gritaba:
- ¡Come esto, maldita desgraciada!
La rama se incrustó sobre el ojo central de la Pauk dejándola ciega. Zaratini pudo liberarse con la ayuda de Dokai, continuando con su ataque. Tyurant se unió a él lanzando bolas de energía cada vez más grande hasta al final su propia esmeralda sobrepaso su propio límite de energía y está, en lugar de concentrarse en sus patas, se concentró en su esmeralda lanzando un destello puro que golpeó a la Pauk arrojándola a donde estaba la lava. Aquella monstruosa araña encontró su agónico final hundiéndose en el rio ardiente; pero el combate aun no había terminado. Concentrando aquella fuerza, Tyurant, largó su destello final a donde estaba el volcán destruyéndolo por completo en represaría de su propia maldad. Siendo la muerte definitiva del Monte asesino de los Yukis.
Su Esmeralda dejo de brillar mientras Tyurant se calmaba sentándose en el suelo dando fuertes jadeos. Todos estaban sorprendidos de contemplar como quien parecía la menos fuerte y poderosa de las Yukis demostró su verdadera fuerza en el momento de la verdad.
El combate había terminado.
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