Hace 4 días que Lina no iba a la plaza. Me arrepentía de no haber corrido tras ella cuando pude, pero toda esa información realmente me había chocado. Me acerqué al columpio donde solía sentarse Lina. Bajo el columpio y entre la tierra estaban sus audífonos, los audífonos de Lina. En un lugar no muy lejos de ahí, había una chica llorando en su cama, esperando a que su padre se fuera a trabajar y que la dejara sola una vez más con sus demonios.
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