Jadeaba debido a su victoria; pero todos estaban en silencio viendo como Tyurant había demostrado aquel enorme poder, quien rompió aquel solemne silencio fue Zaratini exclamando, mientras la abrazaba
- ¡Cielos Tyurant, eso fue genial! ¡Lo más asombroso que he visto en toda mi vida!
- Emm… ¿Gracias?- preguntó Tyurant sonrojada
- No tienes que darlas- le contestó Mirai sonriente- al contrario, somos nosotras quienes te la damos
Sin añadir nada mas, las Yukis presentes, le hicieron una reverencia en señal de profundo respeto y cariño.
- Felicidades amiga- le habló con orgullo Devontar haciéndole la reverencia- sabía que podías hacerlo y que eras una autentica cazadora
- Quizás una mejor que yo- confesó Jianger agachando su cuerpo en señal de respeto. Jetaran la había desatado y se encontraba a su lado haciéndole una reverencia
Tras recibir aquella reverencia, Tyurant, se levantó del suelo y le hizo una reverencia a Dobertio diciendo
- Sin embargo no fui la única en sobresalir en este combate. Gracias Dobertio
- ¡Por favor, no fue nada!- rió Dobertio sonrojándose
- Así que ya sabes cómo canalizar la energía ¿verdad amigo?- le preguntó Devontar sonriendo
- Así es y es gracias a ti- le confesó Dobertio tomando las patas de Devontar en señal de cariño
Tras un minuto de silencio, Zaratini preguntó
- ¿Qué haremos ahora? ¿Entramos a la cueva o nos quedamos aquí afuera esperando al amanecer?
- Yo sugiero que…- le contestó Mirai, viendo que el peligro había pasado- estemos aquí afuera toda la noche. Algo me dice que no correremos ningún otro peligro en lo que queda de esta velada
- Estoy de acuerdo- afirmó Devontar sentándose en el suelo al lado de Dobertio, Tyurant hizo lo mismo siendo acompañada por Zaratini mientras que Jianger junto a Jetaran los acompañaron.
Los ocho Yukis se sentaron en aquel suelo rocoso del sendero del monte contemplando el vasto firmamento siendo iluminados por la misma lava. Convirtiéndose en una noche muy especial para todas ellas debido a que sería la última en el Valle del Yuki.
Se podía ver el sol salir por el horizonte en aquella desértica tierra que aguardaba por ser recorrida. Bajando del monte, dejando atrás lo que alguna vez fue su hogar, Dobertio, Zaratini, Tyurant, Devontar, Mirai, Jianger, Jetaran y Dokai observaban el inicio de su viaje con el mismísimo amanecer. Ante un ambiente tan desolador, cualquiera podría haberse roto, cualquiera podría haberse desesperado; pero esas ocho Yukis tenían una promesa en su interior que las obligaba a sonreírle a la desolación y celebrar un nuevo día en que ellas podían estar juntas, una promesa de una nueva tierra junto a una nueva esperanza.
- ¿Y ahora adonde?- le preguntó Dokai a Mirai viendo aquel nuevo mundo para todas ellas
- Hacia adelante, siempre hacia adelante y jamás retroceder- le contestó Mirai iniciando el viaje, con una potente voz, exclamó- ¡nuestro deber es nunca rendirnos! ¡Continuar hasta llegar a Yakusoku No Ji! cuando sientan que sus esperanzas fallan, no olviden que la única derrota es el rendirse. No estamos solas en esto, somos un equipo por lo que si una cae, nosotras le daremos la pata al que cayó para ayudarlo a levantarse o le daremos nuestra espalda para que pueda apoyarse, nuestro lema de supervivencia será: nunca se rindan, siempre hay un mañana
- Un poco complicado de recordar dicho lema- le contestó Zaratini a Mirai con una risa alegre- yo, Dobertio, Tyurant y Devontar ya hemos pensado en un mejor termino para eso
- ¿Y cuál es? – le preguntó Mirai sonriente
- ¡YUMI, YUMI, YO!- le contestaron los cuatro a la vez que significaba lo mismo pero en un idioma infantil similar a la jerigonza.
Mirai rió al oír eso y asintió.
Afrontando el amenazador horizonte, las Yukis se adentraron a él dispuestas a vencer la adversidad y encontrar su tierra prometida. Sus siluetas se alejaron del extinto valle con el rojizo amanecer delante de ellas.
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