Sus ojos brillantes y puros se clavaron en los suyos, y al instante sonrió. Era una sonrisa de alivio que él no supo descifrar muy bien, pero que hizo que su pulso se disparara de inmediato. Sus manos comenzaron a sudar y no se sentía capaz de expresar con palabras lo que su corazón sentía, y mucho menos sabía cómo hacerlo cuando observó que ella comenzaba a correr en su dirección.
— ¡Christian!— sonriente se colocó frente a él, quien sentía que su pecho explotaría en cualquier momento. Había dicho su nombre por primera vez y él nunca olvidaría la manera en que su nombre sonaba al ser pronunciado por esos dulces labios—. Te estaba esperando, creí que hoy no vendrías.
Al escucharla su corazón se detuvo. ¿Ella solía esperar por el cuándo llegaba tarde? ¿De verdad? Christian siempre había pensado que a Daniela le daba totalmente igual si él iba con ella o no.
— Sí, lo siento... Se me hizo tarde— respondió como pudo aún sin reaccionar por completo, los labios le temblaban ligeramente y se preguntó cómo había hecho para contestar con tanta normalidad. Estaba gratamente sorprendido de sí mismo.
Ella le restó importancia al asunto con un gesto de manos y una sonrisa, y sacó un pequeño recipiente de plástico transparente de su bolso.
— Toma, ayer fue mi cumpleaños e hice una torta— explicó con suavidad a la par que se lo entregaba, él lo recibió, ausente, mientras que la observaba anonadado. Se había quedado sin habla—. Quería traerte un pedazo más grande, pero me descuidé un segundo y cuando me di cuenta mis hermanos ya la habían desaparecido.
Soltó una pequeña risita sumamente encantadora que lo hizo sonreír también, su corazón acelerado le daba cosquillas y su pecho se llenó de calidez. Por primera vez se sintió completo y quiso que le mundo se detuviera en ese preciso instante.
— No te preocupes, no importa. Más bien muchas gracias por acordarte de mí— la chica asintió con una pequeña sonrisa algo tímida y Christian repentinamente recordó que hace unos días le había comprado una Samba para regalársela cuando la volviera a ver. Tras guardar el envase plástico en su maletín, sacó el dulce de envoltorio rosado y se lo ofreció—. Puede que ya sea un poco tarde, pero ¡feliz cumpleaños!
Se sentía como en un sueño, hacía mucho que no se sentía tan feliz. Lo único que quería hacer era reír y celebrar, pero se contuvo. La chica tomó la golosina con ojos brillantes.
— Ay, de verdad muchas gracias— ella también sonaba algo emocionada—. Tenía mucho tiempo sin comerme una.
Christian quiso decirle alguna otra cosa, pero de repente comenzaron a escuchar el sonido del tren acercarse. No tardó más de dos segundos en llegar y comenzar a disminuir la velocidad.
— Ya llegó, vamos— por primera vez la chica tomó la iniciativa y, sujetándolo del brazo, comenzó a caminar con él hasta las puertas del vagón que acababa de detenerse.
Juntos se adentraron en la cabina abarrotada de gente entre empujones y Christian no pudo evitar preguntarse qué había cambiado. Hasta ahora él parecía ser el único que disfrutaba de su compañía y la tenía en cuenta ¿En qué momento todo eso había cambiado? ¿Desde cuándo ella era así con él?
— Estaba en época de parciales— la escuchó decir de repente mientras alzaba la cabeza para mirarlo. Aquella era la primera vez que le hablaba sobre su vida y la primera vez que iniciaba una conversación con él—. Como los tenía todos a última hora estaba yendo tarde a la universidad y... no sé, de alguna manera se sentía extraño no tenerte allí conmigo. Nunca pensé que me pasaría, supongo que ni yo misma me había dado cuenta de lo mucho que me había acostumbrado a verte—a medida que la escuchaba más sorprendido estaba. Hoy, en lugar de darle la espalda o estar de lado, lo miraba de frente y de alguna manera el tenerla tan cerca y centrada en él lo hizo sentirse ansioso. Su mente estaba en blanco y ella parecía un poco impaciente por su silencio. Se le veía nerviosa y avergonzada, nunca la había visto así—... ¿No te pasa?— aún sin habla por la sorpresa, no respondió y ella arrugó un poco el rostro ante esto, como si estuviera algo preocupada—… ¿Soy la única que extrañaba esto?
Al escuchar lo último su corazón casi se detuvo. ¡Por supuesto que no era así! Quería decirle que se sentía igual que ella y forzó su voz a salir con toda la naturalidad y vivacidad que le fue posible. Se sentía feliz, extasiado y en las nubes por lo que acababa de escuchar y quería que ella lo supiera.
— Claro que no, tontita— con su mano libre le dio un toquecito en la punta de la nariz, tratando de distraerla. Como su rostro estaba tan cerca de su pecho temía que escuchara el latir frenético de su corazón—. Nos pasa a los dos.... Yo también te extrañé.
En realidad, no lo había dicho como una confesión ni nada, sino que más bien trató de parecer que estaba jugando, pero al escuchar su respuesta tan directa ella lo miró más que sorprendida y él se quiso morir. Seguramente hasta se había puesto rojo navidad.
Se miraron a los ojos unos segundos en silencio y él temía que ella viera en su mirada todo lo que sus palabras verdaderamente trataban de expresarle. Temía que viera su alma y entrara en su corazón, y al parecer eso hizo. A pesar de todo Daniela era una persona que sabía leer entre líneas y, tras unos momentos observándose mutuamente, sonrió.
Christian tuvo la sensación de que esa sonrisa no era tan inocente como el resto, sentía que lo invitaba a algo más. Lamentablemente no tuvo tiempo de hacer ni decir nada porque el tren se detuvo en su estación. La burbuja explotó para su completa desgracia y ambos tuvieron que bajarse del vagón a regañadientes. Caminaron hasta el punto de separación en silencio y se detuvieron sincronizadamente.
— Daniela...— Christian se giró en su dirección, queriendo decirle algo, lo que fuera, pero no tuvo oportunidad de hacerlo.
En un parpadeo observó como el cuerpo de la chica se acercaba aún más al suyo y, al instante, la sintió abrazándolo firmemente por el cuello. Él ni siquiera tuvo que pensarlo, casi en automático sus brazos lo rodearon también, con fuerza.
Cerró los ojos sin poderse creer lo que estaba sucediendo y, temiendo despertar en cualquier momento, aspiró su aroma suave y dulce, justo como ella, y se sorprendió cuando sintió el corazón de ella latir tan fuerte como el suyo a través de su pecho. Estaban tan juntos que incluso podía sentir su respiración en su cuello y el suave movimiento de su caja torácica cada vez que inhalaba y exhalaba.
Debido a la diferencia de estatura, para poder abrazarla él tenía que permanecer inclinado hacia adelante mientras que ella se encontraba sobre la punta de sus pies.
Daniela tampoco sabía bien que estaba pasando, tan sólo sabía que en todos esos días en los que él no había estado a su lado se sintió vacía, sola. Desde que lo conocía jamás se hubiera imaginado lo mucho que le afectaría no tenerlo cerca. Lo había extrañado, le había hecho falta y sólo entonces se había dado cuenta de ello.
La verdad es que esa mañana no sabía bien que se supone que debía hacer, simplemente sabía que quería verlo y que quería darle a entender que se había dado cuenta de lo que significaba para ella tenerlo cerca.
Se separaron un poco minutos después y, aún abrazados, se miraron a los ojos manteniendo sus rostros a una corta distancia. Christian se perdió en su mirada profunda y sintió que le costaba respirar. No supo cómo ni porqué, pero de un momento a otro comenzó a acercar su rostro al de ella y, antes de que pudiera darse cuenta, sus labios ya se habían juntado suavemente.
Fue un beso gentil y breve, pero lo suficientemente dulce como para hacerla temblar. Se separaron pronto, tímidos e inexpertos los dos, y de inmediato rompieron todo contacto entre sus cuerpos.
Se miraron unos segundos sonriendo en silencio, hasta que ella abrió la boca.
— Adiós, Christian— dijo suavemente, algo sonrojada, y bajó un poco la mirada antes de volverle a hablar—... ¿Nos vemos mañana?
Él sonrió abiertamente al escuchar su tono tímido y no pudo más que asentir con mucha ilusión.
— Por supuesto, hasta mañana.
Por primera vez se despidió de ella, y fue tan placentero que se lamentaba jamás haberlo podido hacer hasta ese momento. Tras intercambiar una sonrisa y una mirada rápida pero dulce, ella comenzó a caminar y, como siempre, él la observó partir. Pero esa vez fue diferente.
Él la miró y ella, finalmente, lo miró de vuelta.
Comments (2)
See all