—¡Dylan, no vale la pena! ¡Vete!— El grito de Lina me llegó desde uno de los rincones de la iluminada habitación.
— ¿Cómo llegaste?—La fría voz de Liam estaba tratando de aparentar serenidad y a decir verdad, lo hacía muy bien.
—No importa, ahora suéltala.
—¿O sino qué jovencito? ¿Me vas a matar con esa navaja de juguete?
—Yo no te mataría, no me arriesgaría matando algo que ya está podrido.
Y el resto ocurrió muy rápido. Liam se tiraba sobre mí, yo lograba esquivarlo, agarraba a Lina y corríamos, escapando de un Liam que se recuperaba del golpe que él mismo se había provocado.
—No escapes pequeña, recuerda que yo siempre te encuentro.

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