Recordaba algo. No era mucho, solo un pequeño fragmento de su vida; pero era mejor eso que nada. Él veía la nieve que caía de la montaña y luego se veía a sí mismo cavando esa misma nieve para evitar que alguien muriera. Recordaba el doloroso frío asesino de esa montaña y también que llevaba un collar con un barril pequeño lleno de Cerveza o Alcohol. Veía al hombre atrapado por la nieve siendo rescatado por él, por Arthur “el perro heroico”. También veía que todos lo saludaban y lo condecoraban; pero eso fue en el pasado. Fue antes del experimento.
R 29 observo como W veía con suma atención a aquel pobre diablo de A 32. También notaba como, aunque no mas fuera por un momento, aquel enorme Bobtail parecía pensar en algo, por lo menos no se notaba tan ausente de la realidad.
- ¿Qué sucede mojita?- le preguntó R 29 a W con curiosidad- ¿acaso estas interesada por mi cuate?
- Estoy preocupada por lo que pueda sucederme y quiero ver cómo actúa aquel can- le contestó W sin dejar de mirar a ese enorme Bobtail
- Ya te lo he dicho antes carnal. En el pasado fue alguien muy ladrador; pero después de que le hicieran quien sabe qué, cambió radicalmente- le contó R 29 con cierto pesar en su voz
- ¿Qué era lo que solían ladrar?- inquirió W sin desviar la mirada ni un solo momento
- Su pasado. No me dijo mucho; pero lo poco que menciono fue que, mucho antes de llegar aquí, él era un perro de rescate en las montañas del Colorado. Fue durante muchos meses una celebridad en su zona llegando a ser un héroe local
- ¿Entonces por qué acabó aquí?- se preguntó realmente extrañada W pudiendo desviar la mirada de A 32
- Nunca llego a decírmelo- respondió igualmente extrañado R 29 – cada vez que se lo preguntaba él cambiaba completamente el tema
- Supongo que nunca lo sabremos; a menos qué… ¿puede ladrar si le pregunto?- continuó W volviendo su mirada sobre A 32
- Claro que puede ladrar mojita, que le entiendas es otra historia chava- le contestó R 29 esbozando una sonrisa maliciosa
- ¿a qué te refieres?- preguntó W sorprendida volteando su mirada junto a su cabeza a R 29
- Me refiero a que no puede ladrar en un lenguaje que le podamos entender. Lo que le hayan hecho lo ha destruido en más de un sentido chava. Puede considerarse afortunado de que aun recuerda como respirar- concluyó R 29 con un tono serio
- Ya veo- se resignó W bajando su cabeza dejando de ver ambos perros por el momento
Antes de poder decir algo más, se abrieron las puertas y salió de ella el doctor Lisandro acompañado por dos soldados armados con rifles de asalto. Todos los perros empezaron a ladrar mientras que este observó a W y dijo:
- Llévenla a la sala de experimentos
Los hombres abrieron la reja y la cachorra intentó morderlos; pero fue sedada con una pistola tranquilizante disparada al primer indicio de problemas. Viendo como se la llevaban sin poder hacer nada al respecto para detenerlos, R 29, dijo con tristeza:
- Adiós mojita, fue un gusto conocerte
Los soldados seguían al doctor hacia un pasillo oscuro. Las puertas se cerraban una vez que ingresaron al mismo. A 32 seguía ajeno a todo lo sucedido con su cabeza enfocada en el pasado donde recordaba algo: era su antiguo dueño, un hombre de cabello negro con un flequillo largo peinado a la izquierda que lo acariciaba y decía “buen muchacho Arthur, buen muchacho”. Recordaba su campera de cuero marrón oscura y su casa en el cuartel de los guardabosques, podía, entre fuertes dolores cerebrales, ver algo de su antigua vida antes del experimento.
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