R 29 sentía como su conciencia lo remordía. Cuando se llevaron a W, él, pensó que sería solo otro can que caía victima de los experimentos de los humanos, un juguete más que él llegó a conocer; pero la verdad era otra: R 29 le había tomado cariño a W, podía sentir en su corazón que, de algún modo, era su amiga y posiblemente la segunda si contaba al pobre de A 32.
Ahora los humanos se la habían llevado para hacer un jodido experimento con ella y posiblemente volvería de la misma manera que volvió aquel Bobtail: como una tonta. En cuanto a él, pues volvería a estar solo entre tantos perros que no le tenían estima e incluso le temían. Poco a poco cayó en cuenta de que debía dejar de lado su propio egoísmo y tratar de salvarla.
Los generales se retiraban hacia el estacionamiento hablando entre ellos mostrándose cuan felices estaban por lo que acababan de ver. Sin embargo, Glen Anderson, estaba muy tranquilo y para nada feliz con lo sucedido.
- Le felicito doc- dijo, con un tono bastante alegre y calmado, Glen- pudo superar la obra de su antecesor
- Sabe que no fue fácil señor Anderson- le contestó, con mucho orgullo, el doctor Lisandro- fueron muchos años de estudio e investigación; pero, como pudo ver, valieron la pena
- Cierto, muy cierto y supongo que la parte en donde su sujeto de pruebas casi se muere en frente de nuestros compradores también fue parte del acto ¿verdad?- le recordó Anderson sin perder ni un solo gramo de su tranquilidad
- Supuse que podía haber un posible paro cardíaco pero, como usted ya lo sabe, estaba preparado- le respondió Lisandro sintiéndose asustado
- Claro, porque el tener que decirle a usted que su paciente se estaba muriendo delante de todos, sin que usted se diera cuenta, es una buena forma de definir la palabra “estar preparado”
- Yo… este…- dubitó Lisandro sintiéndose más nervioso que antes
- No sabías lo que iba a pasar e ibas a costarme mi prestigio, reputación y el proyecto PRL- lo confrontó Anderson perdiendo la paciencia
- Pero señor Anderson, el experimento tuvo éxito, aparte nuestro espía perfecto yace ahora en esa camilla durmiendo, todo salió bien- Anderson se encontraba de perfil al lado suyo; pero, aun con esa luz roja tapando sus ojos, sintió como él lo vio de reojo.
Glen se dio vuelta, con una velocidad increíble, y tomó por el cuello al doctor Lisandro con una gran fuerza, inclusive mayor de la que algunos decían que podía tener su padre.
- Escúchame bien doctorcito- le habló Glen con una voz más grave de lo normal y llena de furia- estuve en Vietnam durante el 72 y te puedo asegurar lo que ocurre cuando un arma falla en su primer intento, durante su prueba de fuego. Aunque luego tenga suerte en el segundo intento, de todas formas la palabra “todo salió bien” no es la adecuada para usarse. ¡Es el primer intento es el que cuenta! ¿Entiendes? Porque es el primer intento el que marca la diferencia entre la vida y la muerte en el campo de batalla ¿Comprendes de lo que estoy hablando, doc?
Lisandro asintió con la cabeza emitiendo una sonrisa demasiado forzada e incomoda. Miraba con mucho miedo a Glen, miraba con mucho pavor a aquellos extraños ojos rojos que brillaban dentro de su máscara de oxigeno, aquellos ojos eran demasiado tenebrosos para ser desafiados o ignorados.
- Bien- continuó Glen recuperando su postura agradable y calmada- ahora que aclaramos lo más importante entonces… déjame felicitarte. Lograste revolucionar la investigación genética muchacho, ve a casa a festejar. A partir de mañana quedas a cargo de toda la operación- riendo un poco, soltó a Lisandro y se alejo de él unos centímetros
- ¿Y usted señor?- le preguntó Lisandro casi suspirando de alivio porque el enojo de Anderson se había calmado y lo había soltado
- Yo volveré a Nueva York, aun tengo asuntos que atender allí. Buena suerte doc- le contestó Glen retirándose del laboratorio
- Gracias señor Anderson
- Puedes llamare Glen doc, te lo has ganado- dijo Glen abriendo la puerta y saliendo a la profunda oscuridad de aquella tenebrosa noche donde sus ojos rojos eran lo único que resaltaba.
Después de que Glen se retirase, Lisandro llamó a un guardia para que devolviera a la cachorra a su jaula; pero antes de hacerlo, cambió la placa de identificación W 19 por otra de oro que decía: W.O.L.F.
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