R 29 observaba como el doctor Lisandro salía de la puerta que llevaba al pasillo en donde, hasta no hacía mucho, se habían llevado a W, golpeó la puerta donde se encontraba el gordo que siempre oía la radio y le dijo:
- Stevie, quedas a cargo de cuidar el laboratorio esta noche. Los soldados traerán con ellos el W.O.L.F. y quiero que lo cuides con tu vida- mirando con dureza y desprecio las demás jaulas, agregó- es altamente importante para todos nosotros, como tambien para todo el proyecto el que lo hagas ¿Entendido?
- Claro que si, doctor Lisandro- le respondió Stevie con voz calma- delo por echo
- Bien, buenas noches Stevie- se despidió Lisandro retirándose a la puerta
- Descanse doctor- lo saludó Stevie volviendo su mirada a donde estaban las cámaras de seguridad
Lisandro se retiró del laboratorio por la puerta de entrada, no volvería sino hasta la mañana siguiente. El tiempo suficiente para poder huir.
A 32, quien ya no podía recordar nada más de su pasado sin que le doliera la cabeza, escuchó a R 29 volver a hablarle:
- Arthur, sé que es posible que no me entiendas lo que diga; pero necesito que me ayudes huir de aquí, también que me ayudes a poder sacar a todos de aquí
Los ladridos de R 29 sorprendieron a todos los canes presentes. A 32 que, hasta no hacia un momento atrás, se encontraba totalmente perdido, se dio vuelta queriendo ver al pequeño Chihuahua
- ¿Cómo me llamaste?- le preguntó ladrando de forma casi normal, por lo menos de momento
- Arthur- le repitió R 29 con un tono agradable – ese era tu nombre antes de ese experimento ¿verdad?
- Ya no ricurdo- le contestó A 32 con su pronunciación habitual
- ¡Pues yo sí!- empezó a ladrar R 29 con más vehemencia que antes- ¡También sé que eres un chavorruco muy importante que no merece estar aquí! lo mismo digo para todos ustedes carnales ¡Estos humanos que tienen poca madre nos han puesto en una situación humillante; pero después de ver lo que le hicieron a esa chavita de W, pos yo digo que hasta aquí nomas wey!
Todos los perros presentes empezaron a ladrar en señal de aprobación
- ¡No se ustedes pero yo quiero salir de aquí y si muero en el intento pues creo que es mejor a vivir de esta manera! ¡¿ Qué opinan ustedes?!
Si Stevie hubiese hablado idioma canino hubiese escuchado un “Siii” y un “Estamos contigo amigo” pero él solo oía a los perros seguir ladrando como lo habían hecho durante todo el día.
- ¿Cómo saldremos de aquí R 29?- preguntó uno de los canes con un tono de esperanza que rayaba en una alegría desmedida
- Ya he pensado en eso carnales- le respondió el Chihuahua esbozando una ancha sonrisa
W.O.L.F. empezó a despertar sintiendo como su cerebro empezaba a recordar lo sucedido de una forma más nítida de lo que usualmente recordaba las cosas. Una sensación se apoderó de ella y esa era la ira. Quería hacerles pagar a los humanos por lo que le habían hecho, de algún modo pensaba que ahora estaba en condiciones de hacerlo.
Los soldados que la escoltaban no habían notado que estaba consciente y, por lo tanto, sus posibilidades de sobrevivir eran muy escasas.
W.O.L.F. Mordió sus correas de cuero con la suficiente fuerza para que estas comenzaran a ceder. Después de un minucioso trabajo, de dos segundos, en donde no debía moverse demasiado para que los soldados no sospecharan, logró romperlas. Teniendo sus patas libres pudo moverse con la suficiente fuerza para zafarse de las otras correas.
Los soldados no lo alcanzaron a notar lo que ocurría y para cuando pudieron hacer algo ya era tarde.
W.O.L.F. Se paró en frente de ellos y su pelaje cambio a un color rojo. Largando unos gruñidos y mostrando sus afilados dientes, ella los amenazó con la mirada. Los soldados desenfundaron sus armas; pero ella se abalanzó sobre el soldado de la derecha desgarrándole el cuello, antes de que pudiera disparar un tiro. El otro soldado se quedo completamente petrificado por el pánico al ver lo que sucedía. Intentó desenfundar su revólver; pero, cuando movió su mano, W.O.L.F. estaba sobre su yugular.
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