La noche había caído sobre la ciudad de Miami y el club nocturno conocido como “La Palmera Loca” superaba la cantidad permitida de personas en su local. La música estaba a todo volumen, las luces de Neón brillaban iluminando aquel salón de baile donde la concurrencia tropezaba constantemente al verse tan limitada y apretada. El dueño del club se encontraba al lado de dos hermosas mujeres, sentado en una silla bebiendo su champagne. Sabía qué el local solo podía albergar a unas diez mil personas y en ese momento debía haber unas veinte mil. Calvo con mechones castaños a los costados demasiado cortos, llevando un traje azul brillante con una camisa de leopardo junto a una cadena dorada, Federick Tinwosky reía debido a las tonterías que las mujeres que se encontraban a su lado le decían. Sosteniendo con fuerza la pierna de su acompañante, Tinwosky, les contaba:
- Bueno pequeñas, es parte del negocio. Cuando vi que el Cristal Rojo podía reproducirse e incluso modificarse para que sus efectos fuesen menos constantes y mas adictivos, le dije por teléfono a los socios de kuroro notoco, o como mierda se llame, que se jodiera- riendo vio como uno de sus hombres le dejaba una bandeja de plata donde estaba el reluciente polvo rojo acomodado formando una M en el centro de dicha bandeja- ahora, mis nenas, primero probamos un poco del paraíso mental y después probaremos el terrenal
Aquellas dos mujeres con vestidos azul y blanco atigrado, rieron mientras bajaban su cabeza a donde estaba la bandeja, aspirando un poco del producto. Tinwosky estuvo a punto de aspirarlo cuando uno de sus hombres, un guardia de seguridad que tenía un traje verde oscuro con una camisa amarilla y una corbata anaranjada con lunares blancos, informó a su jefe la situación en el local nocturno:
- Señor, estamos superando el límite y las salidas de emergencia siguen bloqueadas ¿Desea que dejemos de permitirle el ingreso a las personas?
- ¿Bromeas? mientras más personas entren mejor será- le respondió Tinwosky sintiéndose molesto, sabía que las salidas de emergencia se encontraban con cadenas en caso de que alguien se escabullera de allí sin pagar por su trago o que entrara por la misma puerta sin pagar la entrada, solo había una demasiado vigilada por sus hombres y esta si llegaba a ser usada en un caso de emergencia podría atascarse debido a la cantidad de personas empujando hacia afuera a la misma vez cuando esa puerta se abría tirando hacia adentro, la segunda salida se encontraba cerca de su estudio y solo estaba reservada para él si llegaba a suceder algo- ¿O acaso piensas pagarme los tragos y las drogas que esos muchachos van a consumir esta noche?
- No señor- le respondió su guarda espaldas saliendo de la habitación
Con una risa, Tinwosky continuó bebiendo su champagne, las dos acompañantes ya estaban en el mundo de los sueños debido a la droga. Se dispuso a consumir su porción cuando sintió deseos de ir al baño. Sonriendo, se levantó de su sofá dirigiéndose al inodoro. Fuera del club, los guardias de seguridad estaban dándole una paliza a un muchacho solo por placer, no los había molestado ni nada por el estilo; pero aquel chico escuálido les era una oportunidad perfecta para que ellos pudieran consumir su droga favorita: la necesidad de tener poder sobre alguien. Sin decir nada, ni tampoco dar muestras de lo que pensaban hacer, tomaron al muchacho de nombre Steven Tonder, padre de un pequeño, delante de su esposa con quien había ido a pasar una noche agradable luego de varios meses de paternidad con su recién nacido. Lo llevaron a donde estaba la salida de emergencia y lo lanzaron al suelo para darle entre aquellos cuatro hombres una pateadura demasiado brutal. Aquel día se sentían demasiado motivados por la victoria de los Red Golden en el partido del día anterior. Riéndose mientras pateaban a dicho hombre quien les suplicaba por su vida diciéndoles lo de su hijo. No notaron algunas siluetas que se encontraban cerca de ellos.
La joven esposa del muchacho salió a defender a su esposo gritando que se detuvieran, uno de aquellos hombres, alto de piel blanca con brazos gruesos y vistiendo de negro de pies a cabeza, le dio una fuerte bofetada que la tiró al suelo. Los hombres dejaron de patear el cuerpo medio muerto de aquel muchacho para acercarse a la muchacha. Uno la sujeto mientras que el otro le rompió la blusa dejando su sostén al descubierto, después rompió su falda, los cuatro reían cuando una voz les dijo:
- Venimos a ver al señor Tinwosky- los hombres pararon su embestida de la noche y se dieron vuelta para ver a cinco personas vestidas de negro delante de ellos, quien estaba al frente era una mujer hermosa de cabello negro largo y ojos verdes- venimos en nombre del Conde Blau y de Kuroi Akumu
- Mierda- susurró uno de los matones de Tinwosky al ver que se trataban de los viejos socios de su jefe
- Tinwosky no desea verlos- les respondió el líder alejándose de aquella mujer y comenzando a pavonearse delante de los recién llegados, los demás hicieron lo mismo, al parecer sus emociones nocturnas se estaban incrementando aquella noche- incluso no se encuentra en la ciudad por lo que deberán volver por donde vinieron o de lo contrario…
Señalando a los dos que estaban en el suelo, rió diciendo:
- Su destino no será distinto al de ellos
- ¿Donde se encuentra?- preguntó otro de los que allí se encontraba, era un hombre enorme con una cicatriz en forma de X en su mejilla, su piel blanca junto con su cabello canoso daban a entender que no era la clase de persona con la cual se jodia; pero aquellos muchachos embriagados de poder decidieron querer fastidiarlo
- Ese no es tu problema idiota- rió el tercer matón- ahora largo o…
- No se lo preguntaremos otra vez ¡¿Donde se encuentra?!- le exigió saber el tercero que era un hombre de cabello negro con anteojos de sol y rostro de piedra
- ¡Púdrete idiota!- rió el segundo matón, antes de poder añadir algo mas escucho el grito del líder de los matones que se dobló en dos sintiendo su miembro ser masacrado por un franco tirador a distancia
- Mmm, rico- gimió de placer una mujer pelirroja con las cejas pintadas de purpura
El líder de los matones no pudo ni imaginar que aquellos sujetos tenían un franco tirador con ellos, solo sintió sus testículos explotar al recibir el disparo. Arrodillándose de dolor se sintió indefenso ante aquellos sujetos.
- Ultima advertencia- les ordenó la mujer de cabello negro y ojos verdes- dígannos donde está su jefe y los dejaremos vivir, caso contrario
Cualquiera en esa situación habría hablado de inmediato, habría dejado de lado su orgullo y confesado hasta la fecha de su nacimiento; pero aquellas tres sabandijas se sentían demasiado eufóricas aquella noche. Aun con el miedo de un franco tirador a la distancia, la sola idea de ser ridiculizados por esos sujetos delante de sus víctimas, quienes estaban juntas abrazadas viendo el espectáculo, provocó su ira junto a su envalentonamiento antes que su cobardía natural. Quizás al ser varios se sentían en cierta confianza de que podían ganar, quizás las dos mujeres que estaban en esos cinco les eran demasiado seductoras o quizás, solo quizás, eran más estúpidos que cobardes; pero fuera como fuera no accedieron a la advertencia y arremetieron contra ellos sin saber que tenían la batalla perdida.
Uno de los hombres que llevaba un sombrero de cowboy blanco, sacó un lazo detrás de su cinturón y con rapidez enlazó al segundo matón colocando la soga al cuello de este apretándolo. El matón cayó de rodillas con el rostro inflamado y rojo.
La mujer pelirroja vio al matón, que había roto la blusa de la esposa de su víctima, acercarse a ella y, con una sola sonrisa, dejo que este se le tirase encima sosteniendo sus brazos. Sin previo aviso, la mujer, lo besó en la boca dejando que un cierto narcótico actuase en su organismo. Era el veneno mortal del famoso pez globo, sus músculos se paralizaron y, al poco tiempo, los órganos le siguieron. Aquel matón se sintió incapaz de moverse mientras aquella mujer sonriendo le susurró de forma provocativa:
- Creo que antes del deber, haré el placer- sin esperar ninguna respuesta empezó a besarlo con la lengua incrementando el veneno que tenía en sus labios. Los ojos de aquel matón se agrandaron debido al dolor junto al horror que sentía al verse impotente, sus órganos dejaron de funcionar sintiendo como cagaba sus pantalones y su vejiga se desinflamaba dejando escapar su orina. La mujer pelirroja gimió de placer diciendo- si así muchachito, dame un poco de tu lluvia dorada
El corazón fue lo último que dejó de funcionar dentro de aquel matón, quien sintió como su sangre dejaba de fluir junto con la falta de respiración. Sintiendo un enorme dolor muscular en el cuerpo, aquel pobre diablo, murió en una agonía silenciosa.
El tercer Matón intentó golpear al hombre con la mejilla en forma de X; pero este esquivó el golpe y golpeó, con su pie, la pierna de su adversario rompiéndosela. Este cayó al suelo, sintiéndose todavía dispuesto a seguir el combate, cuando el filo de la espada de la mujer de ojos verdes se clavó en su pecho junto con el enorme cuchillo de guerra que tenía el hombre de cabellos oscuros y gafas negras, aquel bravucón sintió un dolor en el cuerpo. Encontrándose todavía en el suelo, los tres empezaron a golpearlo hasta matarlo.
El Vaquero se estaba divirtiendo demasiado al ver como la cabeza de su presa era un tomate en ese momento, gorda y roja con sus ojos al punto de salirse de las cuencas, viendo que el resto ya había acabado con los otros dos, decidió apretar un poco mas haciendo que su cabeza se volviese morada y sus fosas nasales sangraran junto con sus cuencas debido a la presión ejercida sobre la cabeza y la falta de oxigeno. Aunque su cabeza no estalló, las venas de su cerebro si lo hicieron acabando con la vida de su presa.
El líder de los matones estaba aterrado al ver a su último compañero caer al suelo con su rostro cubierto de su propia sangre, los demás se acercaron a él y sin decir nada mas empezaron a patearlo con todas sus fuerzas
- ¿Nos dirás donde está tu jefe?- le preguntó la mujer de ojos verdes al líder de los matones quien empezó a llorar como un bebe asustado
- ¡Está adentro! ¡Se encuentra adentro! ¡Por favor, no me sigan golpeando, no me asesinen! ¡Por favor, basta!- suplicó por su vida aquel matón
- Gracias- dijo la mujer de ojos verdes retirándose de allí, la joven pareja había presenciado todo y, lejos de sentirse agradecidos con esas personas, estaban horrorizadas por la crueldad de sus actos. Aquellos tipos eran peores que esos matones, escondidos desde lejos vieron como los cinco se adentraban en el club nocturno, aquel matón empezó a reptar por el suelo como si fuese un gusano cuando un disparo en su espalda lo obligó a gritar. Un segundo disparo dio en su espina dorsal desactivando sus funciones motrices y finalmente un tercero en su cuello reventándole la tráquea para que dejase de gritar. No hubo golpe de gracia, solo un sucio mensaje para los que se pasaran de listo con ellos, no habría piedad alguna con sus adversarios ni tampoco una muerte limpia o misericordiosa.
Tras unas cuatro horas de intensa agonía, aquel Matón, murió por la falta de sangre. Sintiendo como ese poder que anhelaba se escapaba de la sangre de sus heridas sin siquiera morir como un hombre o como un perro sino como una cucaracha.
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