A pesar de tener una buena posición social, la mamá de Laura no le da tantos lujos a sus hijos. Siempre ha creído que es mejor que aprendan a vivir como lo haría cualquiera de clase media; nada de autos o teléfonos caros, si quieren algo deberán trabajar y ganarlo como lo haría cualquiera. Es un concepto que no agrada mucho a los hermanos, pero que Alicia como su madre cree que es necesario porque no desea que sean unos chicos inútiles el día que ella ya no se encuentre con ellos.
Laura debe tomar el bus a una cuadra de su casa y a veces desearía que su mamá fuese más flexible con el tema del dinero y los lujos, porque ir en el trasporte público es toda una aventura desde esperar el bus bajo el sol o la lluvia, el frío o el calor, la mayoría de buses está en tan malas condiciones que si vas sentado es en la estructura sin relleno, si estás parado vas de espalda encorvada porque los buses no son tan altos; y muchas veces se encuentra por encima de la capacidad máxima del transporte. Ella detesta eso, pero no existe otra opción porque no trabaja y debe depender del gasto que se le da cada semana y el vuelto del pago de la universidad.
Pero hoy es su día de suerte, no hay tanta gente en el bus y encuentra un buen asiento en la parte delantera a un lado del conductor; no es un lujo, pero se va más cómodo que en la parte trasera.
Llega a las 3:50 p.m. a la universidad sintiendo alivio de tener margen de tiempo para encontrar su clase. Se dirige al rótulo de anuncio para ver si ahí encuentra donde será su primera materia y quien la impartirá; atenta recorre el rótulo intentando encontrar el nombre de su carrera y el número de semestre, cuando unos brazos repentinos rodeando su cintura. Sobresaltada gira para ver quién ha sido tan atrevido
- Tu expresión no tiene precio – dice entre risas Karla, su mejor amiga desde el primer año, es una chica fácil de reconocer, es blanca, cabello rubio, ojos azules y muy alta
- Por si te interesa tengo la foto de su expresión son 20 pesos – dice Andrés, de cabello castaño claro, ojos color café, una cicatriz en el cuello, ha diferencia de Karla, Andrés es vecino de Laura de toda la vida y amigos de la infancia
- Ya encontramos la clase, así que no te preocupes – dice Andrés
- Aunque con lo desubicada que eres te haré un mapa – dice Karla
- Qué exagerada, no soy tan desubicada, solo un poco distraída y la última vez que me perdí fue porque la cambiaron y no solo era yo, había otras cinco personas conmigo
- Ya, ya, no le hagas caso a Karla y vamos, en la primera clase esta Fernández y él llega cinco minutos antes
- Es cierto ¿Recuerdan el día que Marta entro tarde? - Dijo Laura – No dejo que nadie le diera copia de lo que había apuntado
- Ya no me recuerdes, solo de pensar que la primera clase es con él, me da estrés – dijo Karla
Iban caminando cerca de la clase y Laura jugaba con un lapicero entre las manos, Karla le dijo que dejara de jugar, que lo botaría. Ella ignoró por completo la advertencia y el lapicero se le fue de las manos, cuando Laura se iba, se dirigía a donde se había caído para agarrarlo, observo como alguien más lo levantaba, subió la mirada y veía a esta persona aproximarse con una sonrisa amplia y un lindo traje azul marino – Creo que esto se te ha caído – dijo entregando el lapicero – Gracias – respondió ella mientras él retiraba la mano rozando la suavemente contra la suya. Karla no supo que hacer ante lo que acababa de ver – Buenas tardes, licenciado Mendel – dijo Karla con una expresión seria – Vamos Laura – dijo tomándola de la mano y entrándola a la clase. Cuando estaban dentro Karla giro – Ten cuidado con él, su fama es buena, pero por lo que yo sé es mejor mantener la distancia – Laura sintió intriga – No entiendo ¿Quién es? - pregunto con incertidumbre – Te contaré en el descanso – respondió ella, mientras Laura veía hacia la puerta y miraba como él sonreía hacia ella y se iba, perdiéndose entre la gente.
Cuatro clases después llego la hora de receso, Laura se levantó de su asiento – Iré a la cafetería – dijo agarrando su bolso – Te acompañamos – Respondió Andrés -. Entrando al segundo nivel en el área de comedor pudo divisar a Mendel que hablaba con una estudiante, la cual parecía bastante cercana a él, ambos sentados en una mesa solo de dos asientos. Se aproximó a la fila para comprar sin perder de vista la mesa, para Laura era obvio que no parecía una relación solo mentor/estudiante sino algo más como si fuesen una pareja – Ya te aparte lugar – gritó Andrés y Karla hacía gestos con las manos. Cuando ya era su turno sintió que le pusieron una mano en el hombro
- Eres bastante distraída ¿Verdad?
- ¿Disculpe? - dijo Laura y al girar pudo ver que era la misma persona que le había devuelto el lapicero
- Perdona no me pude presentar con se debía. Mi nombre es Diego Mendel soy…
- Señorita ¿Qué desea? - dijo la dependiente de mostrador
Laura recordó las palabras de Karla y volteo a pedir un jugo natural y una galleta, sonrió amablemente y se fue con sus amigos dejando a Mendel con la palabra en la boca. Él regresó a su mesa y la chica lo esperaba algo molesta - ¡¿Quién era esa?! - preguntó en un tono pesado – Tranquila, la confundí con alguien más. No te preocupes – respondió sintiendo un poco de molestia, era la primera vez que lo ignoraban de esa manera.
Laura se fue pensativa a su mesa y de cierta forma se sentía incómoda, no tanto por él sino por la chica que estaba con Mendel
- ¿Qué te paso? – Preguntaron ambos
- No es nada… seguro se me pasará
Laura no les iba a contar que se había encontrado con él (con Mendel) sobre todo porque le intrigaba. Parecía alguien en interesante e independientemente si la chica de la mesa es su novia o no, pues su interés no era de forma romántica, solo le daba cierta curiosidad saber un poco más.
Comments (0)
See all