Era fin de semana y el licenciado Diego Mendel tenía programado dar una conferencia sobre medios alternativos a un grupo de estudiantes de penúltimo año de comunicación en la universidad pública. Lo que más amaba de presentarse en estas actividades, además de parecer más inteligente era la invitación que hacía a los estudiantes “seleccionados” para comer con él y platicar, que curiosamente siempre eran mujeres a las cuales de último siempre les pedía alguna forma de contactarlas para crear lazos profesionales. Y, es que siempre en sus pláticas resaltaba el hecho de crear conexiones en el Siglo XXI.
Al terminar su presentación hizo la misma táctica de siempre, invitando esta vez a un grupo de cinco estudiantes mujeres, entre ellas Claudia, la mejor amiga de Abner. Claudia conocía muy bien la fama que tenía Diego
- No me gustaría ir sola ¿No me quieres acompañar? - le preguntó a Abner
- Pero si no iras a solas, además sería una buena oportunidad para ti de abrirte campo
- No quiero, vamos, acompáñame y te compro comida
- No entiendo por qué no te agrada
- Ya te dije que tengo mis razones
- Si me contaras sería más fácil de entender
- Algún día te contaré, pero por esta vez acompáñame
- Bien, voy contigo, pero si me saca me dejas ir a dormir a tu carro - dijo Abner a bostezando - No he dormido casi nada
- Hecho, ahora ven te voy a comprar un desayuno que te deje tan lleno que no te puedas mover
Ambos se vieron, sonrieron y se dirigieron al lugar donde sería la reunión.
Al entrar estaban dispuestas seis sillas en una mesa redonda de madera con un letrero que decía en letras mayúsculas -RESERVADO-, en la silla del centro se encontraba Diego viendo su teléfono y acompañado de cuatro estudiantes, al subir la mirada Diego sonrió y viendo fijamente a Claudia extendió la mano hacia una de las sillas.
- Bienvenida Claudia, veo que traes un acompañante - sonriendo sarcásticamente dijo - pero por desgracia no contamos con sillas extras
- Creo que si se la pedimos a un mesero traerá la silla que hace falta - Respondió Claudia en el mismo tono sarcástico
- Es que solo he invitado a gente seleccionada
- No se preocupen, me retiro - dijo Abner apenado
- No, el señor debe aprender que si me quedo es contigo y si te vas, me voy contigo - Dijo Claudia un tanto molesta
- Qué pena que no nos pueda acompañar entonces, será en otra ocasión - dijo Diego de forma burlona
Claudia molesta se aferró al brazo izquierdo de Abner y murmuró - Vámonos -. Abner no entendía qué sucedía y porque entre ellos se sentía un ambiente tan tenso, pero decidió no hacer preguntas, y salir junto con su amiga del lugar. Cuando se dieron la vuelta, ambos lograron visualizar por el rabillo del ojo una sonrisa burlona, como si hubiese ganado.
Claudia estaba furiosa, ella no lograba entender ¿Cómo era posible que él fuese así después de lo que le hizo?
Mientras ella tenía este conflicto interno, Abner se quedó en silencio y llevándola del brazo se dirigió hacia el carro de su amiga, se giró levemente - Un trato, es un trato ¿Me dejas dormir en tu carro? - Claudia saliendo de sus pensamientos lo vio y con duda le preguntó - ¿No me vas a preguntar nada? - Abner negó con la cabeza y sonriendo le respondió - Cuando estés lista me vas a contar y si no me quieres contar no tengo problemas tampoco - ella devolviendo le la sonrisa le dijo - tenemos tiempo -. Entrando al carro Claudia se sentó y suspiro
- Verás, en el segundo año de la carrera empecé a buscar trabajo, estaba desesperada por comenzar a crear una carrera y para mi suerte estaban buscando corresponsales en El Portavoz de Occidente, estaba ilusionada y sería mi primer trabajo formal en algo que me gustaba. Envié mi información por correo y al día siguiente me llamaron - Claudia pauso un momento y tomando una respiración profunda continua con el relato - me llamaron como a eso de las 8:30 de la mañana y me citaron para el mismo día a las 3:00 de la tarde. Te prometo que estaba muy nerviosa pero entusiasmada. Arregle las cosas que me hacían falta para completar mi papelería en físico y llegue a la hora acordada en la oficina que se encuentran en el centro histórico. Al entrar habíamos tal vez unas 10 personas, algunos compañeros de otros semestres, así que nos dividieron en dos grupos, mi grupo sería el último.
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