Se podía escuchar el canto de las aves y el movimiento de los árboles al compás del viento, era un día domingo y Diego seguía en la cama, sobre su pecho profundamente dormida se encontraba su esposa. Despertó repitiendo en su mente una y otra vez ese día, no era posible que lo hubiesen ignorado de esa manera, nunca antes le había sucedido ¿Cómo era posible que lo hubiesen dejado con la palabra en la boca? Tal vez estaba perdiendo ya el toque; en lo que pensaba y repetía ese día como una película en su cabeza, una y otra vez intentando encontrar en que se había equivocado, de manera inconsciente, acariciaba el hombro descubierto de su esposa con el dedo índice - Pensé que dormías - dijo ella casi balbuceando. Al escucharla hablar, él salió de sus pensamientos, sonrió y tapándola, fingiendo verla con ternura, le respondió - Lo estaba, pero no te preocupes, quédate en la cama un rato más, yo iré a hacer el desayuno - ella sonrió y se quedó dormida de nuevo, de inmediato borro la expresión de su rostro.
Para el estar casado con ella, como todo lo demás, era una fachada. La estimaba de cierta forma, le había dado un hijo hermoso y al que amaba, pero no sentía amor por ella, de vez en cuando atracción o deseo, pero no amor, ella era parte de un juego que debía ganar constantemente si deseaba mantener su buena imagen, y parte de ello era hacerla feliz encargándose que nunca se enterara de la realidad.
Diego bajo a la cocina, tomo de la alacena una caja de panqueques instantáneos, que era lo único que sabía cocinar, preparó café, colocó la mesa y subió por su hijo de 5 años, el cual no quería bajar hasta que bajaran junto con su madre.
La realidad es que ni él, ni nadie podía imaginar a Diego casado hace 7 años, siempre ha sido un hombre que le gusta la buena vida, nada de compromisos y siempre relaciones pasajeras. Pero empezó a notar que para moverse bien el medio hacía falta más que una buena carrera, también una buena reputación; sin pensarlo dos veces realizó una búsqueda de la mejor candidata, alguien de buen nombre, hogareña, que supiera moverse en sociedad, maternal, que deseara con todas sus fuerzas formas una familia y sobre todo ingenua.
Entre todas sus candidatas había una chica que para él sobresalía de las demás, Cora del Cid era la hija del director de radio. Era una chica inteligente, pero de cierta forma inocente porque sus padres, a pesar de ser una joven de 25 años, seguían tomando muchas decisiones alrededor de toda su vida y conocía muy poco del mundo, pero a su favor tenía que ser una chica que sabía moverse en sociedad, muy bien educada y en las conversaciones que tenían en algunos eventos sociales siempre exponía su deseo de formar una familia pronto.
Para Diego era la indicada, pero conociendo como pensaba la familia del Cid, comenzó a actuar con más cautela, más sobrio y mostrándose como una persona en la que se podía confiar. En seis meses logro cambiar la mala imagen que proyectaba, encontrado la oportunidad perfecta en las fiestas de independencia.
Cada año se realizaba una conferencia de prensa para presentar al comité encargado de organizar las actividades de la temporada y quienes serían los patrocinadores de los diferentes eventos y luego por la noche un cóctel con la prensa invitada. Durante el cóctel iba su jefe con su esposa e hija, Diego se aproximó hacia donde él estaba y aprovechando el ambiente y un poco el licor, comenzó a desviar la conversación hacia Cora hasta que quedaron solos. Durante el evento, Diego logró cautivar no solo a Cora, también a su familia.
Durante los próximos meses la relación de amistad entre la familia del Cid y Diego se fue dando poco a poco y los sentimientos de Cora fueron cambiando hacia él con un poco más de intensidad.
El más ilusionado con todo esto era el padre de Cora, él creía firmemente que Diego era la mejor elección de hombre para su hija y se había convencido de que si quería tener a alguien como él en su familia debía tenerlo cerca, así que le ofreció un puesto como editor (el cual era un puesto mucho mejor y mejor pagado que el de corresponsal). Esta decisión en realidad tomo por sorpresa a Diego, no esperaba que su amistad con Cora le diera esa ventaja tan grande y para muchos de sus compañeros de trabajo les parecía injusto que muchos de ellos con más talento y más esfuerzo en ningún momento se les diera la oportunidad de ascender.
Obviamente, al tener ahora un puesto de editor y ver la ventaja que tenía de salir con la hija del Señor Del Cid, tomaría esta nueva oportunidad y no dejaría esto como una simple amistad. A seis meses de su nuevo puesto, una noche de diciembre, dos días antes de noche buena, Diego llego a casa de su jefe.
—Señor del Cid buenas noches
—Diego buenas noches ¿Buscas a Cora?
—No, señor, en realidad lo buscaba a usted y a su esposa
—¿A nosotros?— Respondió sorprendido el señor del Cid
—Sí, a ustedes - respondió Diego fingiendo nerviosismo - Verá… yo… lo siento, estoy muy nervioso - suspiro profundamente
—Tranquilo, espera un momento, pasa adelante
—Gracias
Al entrar a la sala, Diego se quedó un momento solo. Él sabía que era una jugada arriesgada, pero si solo salir con Cora le había dado un puesto mejor del que tenía ¿Cómo sería salir con ella? O ¿Casarse?
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