Ambas mujeres se levantaron desenvainando sus espadas.

-          Lo escuchaste tu también ¿cierto?- le preguntó Jeriko sintiéndose muy aterrada

-          Si- le respondió Irene tratando de mantener la calma- parece ser un León; pero… pensé que ya no habían Leones en estas partes del imperio

-          Pues al parecer ambas nos equivocamos ¡Mira!-  le señaló Jeriko hacia adelante e Irene vio a una Leona aparecer de entre las sombras.

Aquel animal era majestuoso. De un temple fino; pero amenazador a la vez. Aquella Leona las veía con intriga, dando un gruñido se quedó allí, sentándose cerca del fuego. Irene vio directamente a los ojos del animal y sintió una extraña atracción hacia ella, sin poder contenerse, comenzó a caminar a donde estaba el animal mientras Jeriko le gritaba:

-          ¡Irene! ¡¿Qué estás haciendo?! ¡¿Acaso estás loca?!  ¡Vuelve aquí!

Irene no le hizo caso, solo se acercó a la Leona. Ella le alzó la pata en señal de saludo e Irene sonrió, sintiéndose un poco más calmada que antes, acercándole su mano para estrecharla con la pata del animal. Al tocar aquella fuerte y suave pata, Irene sintió  un calor que emanaba de una fuerza interna que ella misma desconocía. El animal se quedó mirándola con su pata tocando la mano de aquella muchacha por un minuto, pasado ese minuto bajó la pata y rugió.  Jeriko quiso atacar al animal; pero Irene la contuvo moviéndose con una velocidad que su amiga desconocía que ella tuviese. Sosteniéndola con fuerzas exclamó:

-          ¡No! Ella es inofensiva Jeriko, no creo que quiera hacernos daño

-          ¡Es un animal Irene!  Dudo mucho que sea alguien razonable- le contestó Jeriko todavía sorprendida por la presencia de la Leona y por la velocidad de su amiga junto a su increíble fuerza

-          Confía en mí- le pidió Irene con calma- es nuestra amiga

La Leona rugió nuevamente, levantándose del suelo. Miró por un momento a Irene y ella le devolvió la mirada en señal de despedida. La Leona se dio vuelta dándoles la espalda y alejándose de la fogata hasta desaparecer perdiéndose en las tinieblas otra vez.

Ambas se quedaron sin habla por una hora más.