Emeraud Thomas Salazar, como decía la identificación que sobresalía descuidada de la bolsa de su cardigán en el respaldo de su asiento, era un hombre simple, le gustaba su trabajo, mucho. Y como era habitual en su círculo, su aspecto no era muy elaborado tampoco, cabello corto y negro, lentes de última generación con un centenar de funciones integradas que casi no se notaban, de diseño discreto se apoyaban en una nariz un poco torcida sobre labios finos. Usaba una camisa y un saco, el uniforme de los científicos no había variado mucho durante los últimos 700 años.
Siempre estaba ocupado pero entre una emergencia y otra, había cosas que disfrutar como una copa de vino una noche a la semana en Gold un bar de confortables servicios, música suave, luz cálida y gente que la mayor parte del tiempo mantenía su nariz en sus propios asuntos.
Esa noche por el contrario a lo habitual, había un troglodita insípido de modales repugnantes, apoyado a su lado en su lugar usual en la barra, haciendo un pobre intento de llevárselo a la cama.
Unos 15 años antes tal vez ya lo habría golpeado, pero su día había sido malo, terrible en realidad, recibir en pedazos los mimos que su departamento tan eficazmente elaboraba para cubrir la cada vez más creciente demanda de obras de arte para Mind Palace era desagradable e incómodo, no estaba feliz de que todas sus medidas para contrarrestar a Sacred fuesen burladas como si se tratara de minucias insignificantes y tampoco estaba del mejor humor de no haber podido obtener nada de los restos que acercara a los mozos acualquier indicio para ubicar y erradicar a esos fanáticos extremistas. El cuerpo siempre estaba destrozado y nunca lo dejaban acerarse a las conciencias.
Luego un agarre apretado lo tomó por sorpresa, soltó su trago y el contenedor rodó por el suelo después de salpicar su bebida por todos lados, mientras ese bruto lo acercaba a su rostro con las pupilas dilatadas, aunque más bien parecían complemente fuera de órbita.
Y en un parpadeo, tan rápido como lo había estado sosteniendo, de repente ya no lo hacía, el rostro del sujeto golpeó violentamente la barra a su lado y saltó un poco sosteniendo su plato con frutas secas para evitar más desorden a su alrededor.
El bruto gruñó.
Emeroaud parpadeó antes de chocar con un par de ojos marrones y brillantes con una arrogancia adolescente que era entrañable y le había recordado sólo un poco a su hija en sus primeros pasos a la pubertad.
—Ahora, ahora hombre, la noche es joven y todos aquí sólo queremos un momento tranquilo, que tal si dejas que los adultos reflexionen sus asuntos sin tener que lidiar con tu pobre control de impulsos. No es halagador, en realidad es triste. ¿Qué dices, uh?
El tipo había hablado con una jovialidad amable pero para ser un nerd larguirucho como con los que estaba acostumbrado a trabajar en el laboratorio, parecía estar en buena forma y el modo en el que retorcía la mano de ese hombre era una confirmación extra.
Emeroaud hizo una mueca casi imperceptible, realmente algo así debía ser incómodo y doloroso.
Un autómata se acercó y el muchacho dejó que se llevará al cliente molesto farfullando con una absurda histeria. Era entrañable. A veces eran más humanos que los humanos y luego la razón por la que había llegado ahí para empezar volvió con toda su fuerza a su mente y se empezó a poner de mal humor, otra vez.
El chico colocó su vaso junto a él y pidió una recarga con un gesto divertido.
—¿Se encuentra bien?
Emeroaud miró de medio lado y luego tomó su bebida sorbiéndola de golpe.
—¡Wuah! Está bien, está bien, no es buen momento, que tenga una buena noche.
—Eso querido muchacho…
—Dust, me llamó Dust, bueno Imón también, tenemos los nombres del conquistador, que en este caso es un grupo destartalado de empresas y a veces conservamos el que es parte de nuestra línea histórica más común, en mi planeta nos nombran como el universo o sus resquicios. Yo soy Dust.
Una mueca, similar a una sonrisa apareció en su boca y continuó, realmente el chico había sido amable y no era su culpa su mal humor.
—Bueno, Dust Imón, sobre la buena noche, tendría que pasar algo extraordinario para que lo fuera, lamentablemente al parecer mi frágil constitución sólo sirve para atraer cavernícolas patanes.
Se había abanicado solemne como una mujer de la regencia y Dust apenas pudo contener sus risitas.
—Uh sí, eso no es cierto, realmente intervine porque parecías a punto de apuñalarlo o pisarlo como si fuera una cucaracha, no parecía sabio considerando que el tipo esta hasta el tope de adrenalina.
—Bueno, ¿no tenemos aquí a un tipo amable? Que considerado, al menos sé que mi reputación en el trabajo se va a mantener intacta. Gracias, Dust.
—Por nada, doctor Salazar.
Por un momento parpadeo confundido y casi molesto.
—¿Cómo tú…?
—Oh, lo siento, ahí dice —murmuró señalando su credencial parpadeante sobresaliendo como neón de su ropa.
—Diablos, sí que estoy demal humor —gruñó apoyando los codos sobre la barra y la cabeza sobre el dorso de sus manos.
—Definitivamente, Doc., pero no es que fuera extraño o el único. La mayoría de los clientes aquí viene a quedar inconsciente y olvidar su existencia al menos una noche a la semana.
—¿También tú, joven Dust? —dijo apoyando su rostro con cansancio sobre su mano.
—Yo más que nadie, se lo aseguro, mi trabajo esta semana fue doloroso, un mimo en mal funcionamiento me golpeó, justo aquí —dijo señalando con torpeza su pómulo, que, en efecto, lucía recientemente curado.
—Te aseguro que no pudo haber sido tan malo como mi semana, recibí un mimo histérico, disociado y violento y me apuñaló dos veces antes de que pudiera ser contenido —ironizó levantando un poco su camisa donde había un moretón desvaneciéndose justo debajo de las costillas.
Dust hizo una mueca y pidió otra bebida para ambos.
—Esa es por mi cuenta, Doc., lidiar con un mimo es complicado, mucha gente los adora, pero son un trabajo difícil, no importa si eres un simple transportista, están hechos con mucho cuidado y más solidez que la que uno esperaría de ellos. Es inquietante, pero brillante si me lo pregunta, puedo decirle a quien los hizo que soy un fan de su trabajo, definitivamente es de la mejor calidad —dijo sonriendo mientras distraídamente se frotaba el pómulo herido.
—Bueno, gracias, eso es inusualmente halagador sobre mi trabajo.
Dust volteó a mirarlo y entrecerró los ojos.
—Emeroaud Thomas Salazar, jefe de desarrollo de Tree Of Life, mi proyecto más desafiante de la vida en realidad —dijo extendiendo su mano en su dirección observando divertido los ojos de Dust abrirse cómicamente y luego se sonrojó como un colegial adorable, lo cual definitivamente no era, pero sí que resultaba ser interesante y halagador.
—Oh, ¡oh rayos! Yo leí su biografía, en un viaje a la colonia australiana —susurró tomando su mano con un apretón firme y ansioso—. Definitivamente no decía que su primer nombre era Emeroaud.
—Ah, es un poco suave para el medio, como autor puedes firmar como quieras y mi trabajo habitual atrae menos atención cuando el nombre del científico es sólo aburrido.
—Eso tiene sentido, aunque supongo que en su trabajo habitual Emeroaud no es tan suave.
—Soy doctor Salazar, y eso es porque hay tantos doctores con distintas especialidades en mi área que tenemos que distinguirnos de algún modo sin lastimar los egos de nadie. Emeroaud sólo me llamaba mi madre, mi esposa y ahora Elye... Como te dije, es suave.
—Creo que es inusual y bonito, nadie me llama Imón, la gente especula y bueno, es mejor si te confunden con un autómata.
—Oh, no creo que sea realmente mejor que lo confundan a uno con un autómata, si lo prefiere lo puedo llamar Imón y usted puede decirme Emeroaud, después de todo esto es una casualidad inesperada. Y ya me invitó un trago y se deshizo del troglodita, eso realmente lo hace inusual.
—¿Por qué?
—Nadie más habría intervenido.
—Oh, eso, extraño rasgo de la zona, en la mina australiana todos habrían estado muy ofendidos en su nombre, comportamientos de esa naturaleza, tan Terranos, sin ofender, no son bien vistos.
—¿No eres un local? —preguntó Emeroaud sorprendido y curioso.
—Es complicado. Nací aquí pero cuando el empleador de mi padre murió tuvo que tomar una medida desesperada y terminamos todos en la colonia exterior australiana, era un niño en ese entonces así que las cosas útiles que me dieron forma las aprendí allá —dijo mostrando el dorso de su antebrazo donde había un código que no se instalaba en la Tierra para identificar a ninguno de sus ciudadanos.
—¿Te dolió?
Sus ojos se estrecharon observando los bordes irregulares en su piel, eso era de salvajes desde su particular punto de vista, pero era médico, a Imón parecía hacerlo sentir orgulloso de un modo que no entendía, tal vez era alguna clase de ritual de la colonia y realmente no era su asunto.
—Un poco. No nací ahí después de todo el número ciudadano se coloca al nacer y no hay dolor asociado a lo que te distingue como individuo, digamos que para mí el proceso fue un poco más complicado que eso. Para empezar tenía que ganarme un nombre apropiado.
—¿Dust?
—Sí, polvo. Es lindo, en la colonia australiana hay polvo dorado cubriendo las banquetas de los suburbios durante los meses de extracción. Es un espectáculo de belleza incalculable. Lo único que hay en las calles de la Tierra es basura. No sé por qué mis padres estaban tan ansiosos por volver.
—Mnh… tal vez se deba a que nadie habla como tú de las colonias exteriores, es una especie de naturaleza humana, aquí nos enseñan a pensar que los que no se crean aquí son menos personas que nosotros, tal vez ciudadanos de segunda si lo ponemos con más claridad. Pasaba cuando sólo éramos países y seguirá pasando aún si habitamos planetas fuera de nuestra galaxia. Pero creo que a mi hija le gustaría conocer ese lugar, se queja de mi trabajo y de que nunca vamos a ningún lado, podría necesitar un guía, Imón. ¿Qué dices?
—¿Por qué no? Me gustaría ir más a menudo que solo en la época de transportación.
—¿Por eso conseguiste un trabajo aquí? ¿Para poder regresar?
—Después de un tiempo, un pariente del viejo empleador de mi padre buscó a mi familia y nos reinstaló, mis padres viven en Solar City en el nivel superior y yo bueno el distrito Rusia se parece un poco a la colonia australiana, el trabajo es duro y la paga es buena, no soy realmente exigente y definitivamente me hace feliz poder visitar de vez en cuando la colonia cuando debo llevar o traer cosas de ahí.
—Trabajas para M.I.M.O Corps.
—Sip.
—Por eso estas aquí esta noche, llevaste a Tree Of life el cargamento de Mind Palace.
—Entrega especial ultra segura. Los altos mandos creen que esos lunáticos de Sacred pueden seguir intentando cosas y no planeaban arriesgarse.
—Eso por lo menos es sensato. Espera. ¿Tienes un arma?
—Duh~
Emeroaud parpadeo ligeramente confundido y Dust se río de él con fanfarria infantil.
—Sí tengo, pero sólo la puedo usar en mis horas laborales, aunque realmente no estoy indefenso, la vida aquí es suave en comparación al trabajo en una mina.
—Niño, tú no dirías eso si trabajaras en mi departamento. Esta marca que vez aquí fue de un chip de personalidad que se inserto mal, se auto destruyen cuando los desinstalas de modo equivocado. Si no fuera un médico hubiera perdido los tres dedos —explicó mostrándole su mano derecha donde Imón vio tres cicatrices blanquecinas alrededor de sus dedos. Y una marca ancha del interior de su mano a su muñeca. Sus ojos refulgieron con diversión y Dust notó que eran de un tono azul duro y llamativo, con los anteojos puestos casi no se notaba, eran muy bonitos si observaba todas las tonalidades que podían adquirir según el ángulo y los tipos de luz del entorno.
—Una vez un carro de transporte se volcó y los imanes arrastraron un mazo, me golpeó la rodilla y sino hubiese sido porque el médico estaba cerca seguro que hubiera cojeado por el resto de mi vida.
—Ese médico hizo un mal trabajo, ¿sabes? Tu cicatriz demuestra su ineficiencia.
Dust se río y bebió más, antes de pedir otra recarga.
—No tenemos médicos de planta, los estudiantes van a hacer sus prácticas ahí, yo agradezco no haber perdido la pierna, había un grupo de estudiantes que amaba amputar miembros sin razón aparente, créeme, una cicatriz horrorosa no es lo peor que pudo pasarme, además, luzco rudo.
—Seguro, seguro. Esta de aquí —dijo tirando el cuello de su camisa mientras se inclinaba hacia él para que viera mejor—, fue del primer día con Clare Mackenzie, un pasante recomendado al que nadie necesitaba pero no podíamos echar porque el jefe era amigo de su padre. En fin, duró 3 horas a mi cargo y jamás volvió para terminar la pasantía.
—Eso suena a que hubo una conspiración —dijo tocando el borde irregular de un círculo bajo el cuello de Emeroaud, quien reprimió un escalofrío terminando su trago de golpe.
—Alguien tenía convenientemente un cauterizador encendido cuando el niño se tropezó con la bandeja de café y empujó al pobre desafortunado sobre su trabajo.
—Oh ¿y quién sería ese pobre doctor desafortunado?
—Yo, y te cito"duh~"
Dust se rió y golpeó un poco agitado la barra. Ciertamente parecía que el doctor Salazar podría disfrutar de una buena carcajada, incluso si era a su propia costa.
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