El autobús llegó a tiempo y Alex esta vez pudo tomarlo a tiempo. Viendo por la ventanilla la casa de al lado, se preguntó a sí mismo si la nueva vecina se encontraba allí en ese momento. Se veía vacía y no parecía que hubiese señales de que hubiese otras personas con excepción de aquella hermosa mujer que vio más temprano. Un balón de futbol golpeó su cabeza y lo sacó de sus pensamientos. No necesitaba mirar atrás para saber quien se lo había lanzado; pero de todos modos lo hizo. Sentado en el otro extremo, un muchacho de cabello castaño claro con ojos azules, cuerpo robusto debido a sus músculos y un rostro rubicundo que delataba su soberbia, llevando una chaqueta color azul con las iniciales de la ciudad escritas a un costado, pantalones vaqueros junto a unas zapatillas azules, el capitán del equipo de Futbol Donald Buller exclamó con una sonrisa despectiva
- ¡Oye cuatro ojos! ¿Puedes devolverme el balón?- sonriendo de un modo despectivo añadió- por favor
- S… si Donald- le respondió Alex tomando el balón dispuesto a lanzárselo
- ¡No me lo lances idiota!- exclamó Buller molesto haciendo reír a su novia quien lo abrazaba con sus delgados brazos- solo levanta tu esquelético culo de la silla y devuélvemelo en la mano
- Lo… lo siento Donald- se disculpó Alex levantándose de su asiento y devolviéndole el balón, Buller lo lanzó de nuevo al suelo diciendo
- Ups, se me cayó, por favor arrástrate para devolvérmelo
Alex apretó sus puños; pero sin añadir palabra alguna solo se limitó a obedecer los pedidos de Buller. Sabía que aquel enorme bravucón le superaba en fuerzas y velocidad, atacarlo equivalía a que una hormiga intentase atacar a un Oso Hormiguero, no valía la pena el riesgo. Después de tomar el balón, se levantó y, sin añadir palabra alguna, se lo devolvió a Buller quien lo tomó sin decir nada más. Alex retornó al asiento mirando la ventana en silencio. Al parecer tenia suerte de que Buller estuviese de buenas ese día debido a la victoria del campeonato que tuvo haría unos días atrás.
Muy en el fondo se preguntaba si volvería a ver a esa hermosa mujer y en caso de hacerlo ¿Qué sucedería después? ¿Estaba enterada de lo ocurrido, lo llamaría degenerado, tendría un esposo igual de robusto que Buller o solo se daría una conversación tranquila de vecinos? No lo sabía y tampoco estaba muy seguro de si quería saberlo. Se sentía terrible ante esa incertidumbre; pero también curioso, como si fuese un gato, ante dicho re encuentro. El balón de futbol golpeando su cabeza desacomodando sus anteojos fue suficiente como para reorganizar sus pensamientos, al parecer seria un muy largo día.
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