Primer Encuentro
Un lugar llamado Nicklefleak

Parte 2

"El comienzo de su viaje puede ser el primer paso de un grandestino".

+ William Merringer +

 Quería presentarme formalmente, pero la conocida voz del Maestre Crucious frustró cualquier intento de mi parte.

- Aquellos que no tomaron esta iniciación con seriedad,  como pueden ver son los únicos que quedan -
         - Se quedarán durante un mes más en la ciudad realizando labores de limpieza – Declaró Agnes.
         - Eso no es justo…. – Reclamaron, pero la mirada de Crucious fue tal que los dejó en completo silencio.

- Dockstand y Merringer –Nos miramos algo confundidos - Quiero que lleven esta caja – Anunció el Maestre - Contiene una carta que deberán entregar en el puerto de Woodsack, las referencias de su contacto la conocerán cuando lleguen ahí. De acuerdo al entrenamiento de los Ardatar, estas órdenes las deberán cumplir sin cuestionar, sin embargo son libres de tomar las acciones que crean pertinentes.

 Durante un momento observamos la caja de madera ornamentada con las marcas que representaban el escudo de Omaken, su peso me hacía pensar que podía romperse fácilmente, así que la tome con sumo cuidado. La seriedad del rostro de nuestros superiores enmascaraba el orgullo que sentían al entregar una consigna única en su clase.

- Maestre Crucious, me siento honrado de esta tarea, la llevaré a cabo con el máximo de mis capacidades sin descuidar mi misión principal, el bienestar de mi compañera –

- Dama Agnes, nos honrará cumplir con este cometido, esperamos cubrir sus expectativas y aun así lograr nuestra primordial tarea – Ambos parecían complacidos ante nuestras respuestas y asintieron con serenidad.

La alegría de Dockstand se desbordaba en su mirada, yo sonreía por dentro, eramos unos ingenuos, ni siquiera habíamos comenzado y nos sentíamos orgullosos de tener una misión especial.

 Durante nuestro entrenamiento se nos había mostrado como el mundo podía ser visto desde muchos ángulos, mientras los Herbnz observaban las bondades que les rodeaban, nosotros éramos educados para notar la cruda realidad, seríamos las sombras que les protegerían de aquellas tierras que pronto nos rodearían con la majestuosa virtud de sus culturas, la inigualable vida de sus ciudades, así como la dudosa verdad de su nobleza.  Perdidos entre la diminuta línea  de los nobles caballeros y asesinos tortuosos separando el crimen de la  justicia, nos encontramos nosotros, algunos conocen a los Ardatars como jueces, verdugos, mercenarios o cazadores de fortuna, pero no importando el título o el peso de nuestras acciones, nosotros debemos cumplir.

- Que las corrientes del mar los guíen por buen camino, que sus pies toquen tierra firme y que el viento los lleve donde sean necesitados. Tomen este tesoro, llévenlo más allá de las fronteras del ojo de tormenta; Ardatar y Herbnz el camino que les toca recorrer está lleno de tribulaciones, nosotros lo sabemos, sus compañeros lo saben, pero ese es el destino de los Andantes.

 Fue la despedida que nos dio la Dama Agnes mientras el Maestre Crucious con un saludo militar nos daba a entender que debíamos partir.

  + Daisy Dockstand + 

Mis padres eran Herbnz conocidos por tratar a un gran número de enfermos durante sus viajes, estaban sumamente orgullosos de mí, sus nombres eran Jospeh y Elizabeth, mi madre cargaba en sus brazos a mi hermano pequeño llamado Tobías, por otro lado mi hermano menor Edmund no se encontraba presente después de todo había llegado a la edad en la que debía escoger si deseaba entrar como Ardatar o Herbnz, me entristecía no poder despedirme de él, sin embargo sabía que ambos debíamos cumplir con nuestros deberes. Con una sonrisa entregaron mis pertenencias preparadas especialmente para esta ocasión. Pequeñas bolsas de viaje y compartimentos de madera fueron diseñadas para que pudieran aguantar el arduo camino, dentro de cada uno llevaba: ingredientes, instrumentos, pieles, telas, bebidas embriagantes que servirían para limpiar las heridas, y agua por no mencionar una bolsa llena de monedas de oro con las cuáles tendríamos más que suficiente para un viaje largo, por supuesto que esto lo guardé en un compartimento secreto en mi vestido para mayor protección.

- Mi querida niña, hoy te conviertes en una Herbnz, la emoción toca el corazón de tu madre -

-Tanto tu padre como yo creemos que el encargo que les han dado los altos mandos será de gran utilidad para traer paz a este caótico mundo. Sólo recuerda lo que te hemos enseñado y estarás bien. – Sus ojos de tristeza eran acompañados por añoranza del pasado, de su propia iniciación.

- ¡Daisy!, espero que tu Ardatar algún día me enseñe a luchar – El pequeño Tobías mostró un gran espíritu combativo, mamá comentó alguna vez que aún dentro del vientre parecía que deseaba escaparse por las fuertes patadas que daba.

 Ver su rostro de orgullo me hacía ruborizar, pero a unos metros algo llamó mi atención. El Maestre Crucious y la Dama Agnes hablaban con William con suma familiaridad, pensaba que le estarían  dando órdenes, pero su expresión corporal me daba a entender que se conocían de algún otro lado. Las bolsas de viaje de mi guardaespaldas se encontraban en el suelo, de alguna forma percibí que él se encontraba solo.

- Daisy, es de mala educación ver tan fijamente a las personas – Mi madre me reprendió por mirar con tanto detenimiento a William, su porte, sus ojos avellana mostraban una determinación que no conocía, su cabello despeinado y tez trigueña me distraían por completo de aquello que en realidad importaba en este momento, las instrucciones finales de mis padres.

- Entonces recuerda, si alguien se rompe el brazo debes de… -

- ¿Él se encuentra sólo? – Sin pensarlo corté la inspirada plática de mis padres, para ellos era raro que me desviara de un tema tan importante como este.

- Él es uno de los sobrevivientes de un naufragio que sucedió hace muchos años, pero no lo menciones, sería de mal gusto hacerlo –

- ¿Por qué la Dama Agnes le habla con tanta familiaridad? –

- Porque querida, desde ese día, él pasó a ser el hijo adoptivo de ambos –

 La curiosidad se acrecentó, mis ansias de investigación eran mayores que mi propia estatura. William parecía ser un extraño ejemplar con él que tendría que lidiar durante el inicio, desarrollo y  final de mi travesía, sólo esperaba que la conclusión nos llevara a buen puerto, literalmente.

- Ahora concéntrate querida, luego tendrás tiempo para los jóvenes, recuerda que lo más importante que llevas para este viaje es tu corazón, nunca dejes de utilizarlo ya que este te diferencia de todos aquellos que están llenos de codicia y luchan por tierras que terminan arruinando.

- Lo que tú madre quiere decir es, no olvides seguir la bondad que hay en tu corazón, el joven Merringer será quien ponga tus pies en la tierra, recuerda que un Ardatar es algo más que un guardaespaldas, es quien te protegerá, puedes confiar en él no importando las acciones que tome, siempre las hará por tu bien –

- Entiendo, espero que no sea muy duro, no me gustaría tener conflictos desde el inicio – Las palabras de mis padres servirían en un futuro muy cercano, aunque mi Ardatar y yo fuéramos compañeros, no siempre compartiríamos las mismas opiniones, eso era seguro.

- Daisy Marie Dockstand, un placer conocerte, mi nombre es William Merringer – Él extendió su mano hacia mí, con un aire de galantería y caballerosidad tomó mi mano y la besó, pero sus ojos me retaban sin reparo.

- Joven Merringer, le pedimos que cuide de nuestra hija como lo dicta el código de los Ardatars –

- Con gusto lo haré mis señores, no tengan cuidado, seguiremos un muy meticuloso calendario que he planeado, espero lleguemos a nuestro destino sin contratiempo.

– Madre, no te preocupes por mí, sé que tu corazón…-

- Debemos partir mis estimados Herbnz, no podemos quedarnos más tiempo o pronto nuestros compañeros se volverán un diminuto punto en el horizonte si su hija continúa despidiéndose… -

- Lo entendemos joven Merringer, que los vientos guíen su navío – Me dejaron con las palabras en la boca.

 Desde mi punto de vista este fue un acto muy descortés, pero mis padres simplemente asintieron con alegría ante sus palabras. Era el primer punto que me desagradaba de los Ardatars, los habían entrenado para ser sumamente estrictos y dictar órdenes, las cuales no creía necesarias. Nosotros como médicos teníamos suficientes procedimientos y métodos para seguir las de alguien más. Mis padres notaron que me disponía a reclamar su comportamiento, pero con un movimiento de mano me detuvieron en el acto, no es mi naturaleza la agresividad, pero creo que todos merecen respeto por igual, no importando quien seas. 

+ William Merringer + 

Despedirme de la Dama Agnes y del Maestre Crucious fue un acto de respeto y agradecimiento, ellos me acogieron durante todo el tiempo que me viví en este lugar, dándome un hogar y protección, volviéndome quien soy hoy.

 En el horizonte mi mirada se perdía, las palabras de Dockstand mientras se despedía me hacían regresar a un punto donde las tormentas golpeaban a un barco, una embarcación llena de refugiados y personas que deseaban huir de los horrores de las guerras, una madre que se desvanecía en la noche y un capitán que con determinación intentó salvar a una tripulación más que diezmada por la tormenta y los piratas. Me encontraba inmerso en mis pensamientos mientras nos alejábamos del lugar que llamábamos hogar, del sitio que me había acogido. No existían formas de despedirnos que cambiaran lo que sucedía, ni mucho menos que acortaran la separación de los seres queridos o el sentimiento que se formaba en nuestras gargantas.

 En su mirada notaba lo molesta que estaba por mi trato, sin embargo, sería mejor que experimentara lo rígido del mundo antes de salir de la isla, sabía que el camino sería largo y difícil, y si no podía soportar algo tan pequeño, terminaríamos mucho antes de empezar.

 Era el inicio, donde los caminos de ambos se habían cruzado

 Era el momento de partir de un lugar llamado Nicklefleak.