Querida Nadia:
No sé como decirte donde estoy pero, si la mejor manera de empezar es hacerlo por el principio, para comenzar debo explicarte lo que pasó después de que fuimos a nadar al estanque con Natacha y las locas de Thelma y Sicilia.
Ya conoces mi manía de fisgonear todo cuanto hay frente a mí, lugares incluidos. Aquel día decidí ser fiel a mí misma y mientras dormíais dí un paseo para ver los alrededores.
Cuando regresé solamente te avisé a ti para enseñarte algo que había visto.
¿Recuerdas aquella cosa azul de aspecto viscoso que daba vueltas sin parar?
Prometimos,tras verlo, no decir nada de esto ni a nuestros padres ni a Magda, la bruja del pueblo, ni a las locas de nuestras amigas del estanque…a nadie.
Debo confesarte que al cabo de unos días volví, intrigada y muerta de la curiosidad. Aquella cosa continuaba justo donde la dejamos y, como era muy grande, la usé.
Según me contó alguien cuando llegué aquí era un pórtico inter-dimensional, algo así como una puerta entre mundos que, aparentemente, no tienen nada que ver.
No estoy segura de que tus padres te dejen leer la correspondencia que te llegue de mí, si es que acaso en este lugar hay una manera de hacerlo, que lo dudo.
De igual modo no sé como enviarte noticias de mí y de este viaje.
Ya sé que piensan que soy una mala influencia para ti así que he pensado que lo mejor es que escriba todo lo que me suceda en este viaje a modo de crónicas, o de diario, y cuando regrese te digo donde nos vemos para darte lo que he escrito.
Seguramente más de la mitad de todo lo que aquí te cuente te suene a irreal, mágico o loco.
Muy posiblemente tengas razón, pero te juro que no estoy loca. Te pido, por favor, que no digas nada de esto a nadie más.
A mi regreso yo misma veo como me las arreglo para explicar un viaje tan repentino.
Mientras tanto, no te preocupes por nada de lo que oigas, ni por mi.
Te envio un beso desde quien sabe donde.
Margarita.
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