Hubo un tiempo en el que los marineros asociaban los cantos de una sirena a la funesta idea de que, quien los escuchaba, acababa durmiendo en el fondo del mar.
Si embargo en este mundo casi de fantasía, he descubierto que esa idea es sólo un estereotipo que, muy posiblemente, oculta algo más.
Nada más salir del lugar tan tétrico donde se encuentra el “guardia” al que llaman “El Guardián Eterno” me encontré frente a un lugar precioso, con árboles, una pradera realmente amplia y un magnifico mar de un color tan azul que ciega. Allí, en la playa conocí a unas mujeres realmente increíbles.
Desde el primer instante me recibieron muy bien. Incluso me dejaron probar algo que ellas llaman “Yoripeca”, una bebida especial muy parecida a nuestro vino, sin alcohol y mucho más dulce.
Estaba delicioso. Una de ellas a la que decían “Toria”, algo así como una mujer sabia y medio chamana, me contó algo íntimo sobre ellas: su historia.
La historia de las hijas de mar, si querida Nadia, esas mujeres tan amables eran lo que en nuestro mundo llamamos “sirenas”. Toria, o la “Toria”, se alzó muy lento, se colocó en el centro del circulo que formábamos todas y habló en tono solemne, serio y con mucho respeto hacia el pasado de aquellas mujeres. Su propio pasado.
“Hace generaciones y generaciones - comenzó su relato la”Toria” mientras una joven me traducía lo que estaba diciendo-, nosotras y nuestras hermanas de raza éramos mujeres mortales cuyo único placer era nadar en el mar.
Teníamos padres, hermanos, esposos, hombres con los que convivíamos. Llevábamos una vida sencilla, sin molestar a ningún ser vivo. Hasta el día en que llegó “Guaré”, la tormenta. Nunca supimos de donde vino, ni porqué.
Los más valientes y los más jóvenes de nuestros hombres fueron a pedir ayuda a “BabáNebú”. Fue inutil. Nuestros hombres no recibieron respuesta.
Nosotras preguntamos una y otra vez a la diosa que hicimos para merecer ese castigo.
Tampoco nosotras pudimos obtener respuesta.
“Okarió”, el líder de los hombres de nuestra tribu, desesperado fue a reclamar a “BabáNebú” su silencio. “Okarió” estaba furioso. “BabáNebú”y “Okarió”, lucharon a muerte. “Okarió” perdió la batalla.
En castigo por su insolencia y su osadía, “BabáNebú” aniquiló a algunos de nuestros hombres y a los otros los convirtió en”Kamabás”.
A nosotras, nos impuso una maldición. A nosotras y a nuestras hijas: Si nuestra piel se mantiene seca conservamos nuestra forma humana pero si toca el agua, nos convertimos en “Gáragas”.
En cuanto a nuestras hijas, con dolor debemos separarnos de ellas apenas nacen, debido a su parecido con los bebes mortales, y dejar que las cuide y las críe una familia de mortales sin hijos, hasta que cumplen los trece años de edad.
En ese momento “BabáNebú” las llama para que regresen al hogar donde nacieron.: nuestra comunidad, nuestra tribu, nuestro hogar, sus raíces que son las nuestras.” Cuando me marchaba algunas fueron a nadar.
Sólo comprendí lo que contó “Toria” sobre su dolor y lo que eran cuando al irme las vi entrar en el agua. Sus piernas se transformaban en preciosas colas de pez con escamas muy plateadas y brillantes.
Un espectáculo realmente hermoso, aunque una joven me hizo ver,antes de irme a una de sus hermanas llevando un bebe en sus brazos.
Por lo que pude deducir, la joven era la madre del bebe y se dirigía a nuestro mundo para dejar que otros cuiden de su pequeña.
Te lo digo de verdad, amiga. ¡En nuestro mundo, los ”Kamabás” son tritones y las “Gáragas” son hijas del mar o sirenas!
Comments (0)
See all