La consulta había terminado bien aquella mañana, solo cuatro pacientes importantes y el resto de la tarde estaba disponible para casos de emergencia. Algo que se daba muy seguido, en especial en muchachas hermosas que necesitaban hablar con el Doctor Tremble cuanto antes. Largando un suspiro, Julia, bajó la cabeza mientras anotaba los turnos que se le estaban pidiendo por teléfono, no eran muchos; pero si bastante molestos debido a que la gran mayoría eran mujeres antes que hombres ¿Acaso la consulta de su esposa se estaba convirtiendo últimamente en un putero? ¿Que todos los hombres de Los Ángeles se sentían muy bien que no necesitaban hacerse un chequeo médico? Esbozando una triste sonrisa, Julia, se dijo a si misma que debía ser muy incomodo para esas mujerzuelas el encontrarse con una mujer atendiendo el teléfono y descubriendo después que era la esposa del médico que las iba a ver de forma muy personal. El sonido del teléfono casi la asusta al sonar, recomponiéndose con la rapidez que se esperaba de todo profesional, Julia, atendió el teléfono diciendo
- Consultorio del doctor Tremble ¿En qué puedo ayudarlo?- el sonido de una respiración profunda fue su primer respuesta; pero no fue ese macabro ruido lo que la asustó sino la voz humana y femenina que acompañó aquella respiración
- Buenos días- la saludó aquella voz suave, profunda, seductora y, por algún motivo, peligrosa- he oído decir que el doctor William Tremble es uno de los mejores doctores de todo Los Ángeles
- Bueno, yo no diría que el mejor- sonrió Julia sintiéndose nerviosa ante ese desagradable halago- pero si alguien muy competente
- Ya veo- sonrió detrás de la línea aquella mujer- desearía poder encontrarme con él para hacerme ver un pequeño lunar que últimamente ha crecido mucho y temo que sea de origen canceroso
- Creo que lo mejor sería que acudiera a una consulta médica dentro del hospital- le respondió con severidad Julia sin un motivo valido para estar molesta siquiera, salvo la idea de que ella estuviera al lado de su esposo siendo examinada físicamente por él-no sé si aquí tengamos los equipos médicos necesarios para tal examen
- ¿Por qué no los tendrían?- rió aquella voz con cierta malicia que impacientó demasiado a Julia- siendo una consulta médica deberían de poseer muchas maquinas para casos graves y lo mío es solo revisar un lunar
- Tiene… tiene razón- le contestó Julia tratando de recobrar la serenidad- y ¿Cuándo desea tener la consulta?
- Mañana a la tarde- le respondió aquella voz seductora con otro tono malicioso
- Disculpe mi pregunta; pero ¿Tiene seguro medico, alguna afiliación a…?
- Mucho dinero y contactos para hacerme ver hasta las amígdalas- le contestó la voz sin perder la paciencia siquiera o la maldita malicia
- Mañana tenemos un turno libre a las… las… las seis de la tarde- balbuceó Julia intentando ser profesional; pero con un terror instintivo apoderándose de ella al estar hablando con esa persona- necesito saber su nombre y si… si se encuentra bien con ese horario
En su interior rogaba que no lo estuviese, que pasase la consulta a otra hora y a otro día; pero la risa maliciosa se repitió siendo seguida por la respuesta de su interlocutora:
- Por supuesto que estoy bien con ello- con un tono sombrío añadió- y mi nombre es Grhix, Margorie Grhix. Lo mejor de Francia cariño
Colgó el teléfono antes de que pudiese contestarle aquella observación que hizo. Con la mano temblorosa, Julia, también puso el auricular en su sitio mientras sentía un frío sudor correr por su cuerpo, William salió de su consulta preguntando:
- ¿Quién era cariño?- mirándolo con los ojos desorbitados y su expresión completamente desencajada, Julia solo se limitó a contestarle
- Nadie, no era nadie, solo un número equivocado
Volvió su mirada a la libreta que se encontraba en blanco debido a que no había anotado nada en ella, se preguntó a si misma que debía hacer para evitar que ese encuentro se diera. Muy en el fondo de su corazón sabia que su esposo estaba en peligro y aunque fuese un mujeriego, no merecía aquel misterioso destino que aquella mujer llamada Grhix le tenía deparado. Julia aun amaba a William y haría lo imposible para salvarlo de algo peor que la muerte, aunque no supiese que era lo que pasaría en realidad; pero tampoco deseaba saberlo.
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