John yacía en el suelo, su cuerpo se estremecía por el frío y el miedo, mientras sus ojos entrecerrados se fijaban en el cielo de un azul oscuro. Cada respiración era una lucha, un recordatorio de las heridas que cubrían su cuerpo. Pero se negaba a rendirse, a dejar que la oscuridad lo reclamara.
Poco a poco, a través del velo de dolor, distinguió la figura de alguien acercándose hacia él. La apariencia de esta persona, vista a través de los ojos moribundos de John, resultó más inquietante de lo que habría imaginado: Su nariz se extendía aproximadamente medio pie, adoptando la forma de un pico con solo dos orificios para la respiración, lo suficientemente amplios para cumplir su función. Bajo un abrigo desgastado, calzaba unas botas de cuero en lamentable estado, donde se notaban sus uñas largas, casi monstruosas, incrustadas en el cuero y sangrando constantemente. Los pantalones, confeccionados con piel fina, se ataban a las botas desde el frente, mientras que una blusa de manga corta de piel se introducía en los pantalones. Un sombrero del mismo material cubría su cabeza, y lentes protegían sus ojos. En sus manos, no sostenía nada, pero se podían apreciar unas manos arrugadas, con garras largas y afiladas.
John se sobresaltó al ver a esta inquietante figura que se cernía sobre él. Pero no tenía la fuerza para moverse, para huir. Todo lo que podía hacer era mirar
La entidad, que lo observaba, recogió un maletín viejo y ensangrentado del suelo. Luego, ensambló una jeringa que contenía un líquido oscuro y espeso, con una aguja de más de 30 cm de largo.
Con dificultad, John logró articular: —De… Déjame…
La criatura respondió en un tono sarcástico: —La vida puede ser extremadamente injusta, ¿no crees?
Los ojos de John se cerraron lentamente, incapaces de resistir el peso del cansancio…
—¡Chico!
-¡Oye!
—¿De verdad has decidido rendirte así, sin más?
John, sorprendido, abrió los ojos y se encontró en un paisaje estrellado, como si flotara en el espacio, rodeado de brillantes estrellas.
—¡Oh, vaya! Parece que finalmente has decidido abrir los ojos.
—¿Quién eres? ¿Y dónde estoy? —preguntó John, confundido.
—En este momento, estás mirándome a mí… Soy todo lo que puedes ver.
—¿Todo lo que puedo ver? ¿Tú eres todas estas luces brillantes? —dijo John, señalando las innumerables estrellas que lo rodeaban.
—Si quieres ponerlo de esa manera… sí y no.
—¿Sí y no?
—En este momento, tu vida pende de un hilo muy frágil. Para evitar tu muerte, te he traído aquí para tener una charla.
—¿Una charla? ¿Sobre qué?
—Voy al grano. He detectado una anomalía en tu cuerpo, una anomalía tan poderosa que está fusionándose con tu alma en este momento.
—¿Y qué es esta anomalía?
—Bueno, en términos simples, tienes algo llamado «Vidas» circulando por tu cuerpo, y están tratando de fusionarse con tu alma en este mismo momento. Estas «Vidas» pueden desencadenar una de tres cosas…
1. Pueden causar una herida en tu alma astral que permitirá que una de estas «Vidas» tome el control de ti.
2. Si logras dominar estas «Vidas», podrás sobrevivir, pero te convertirás en el objetivo de muchas personas malintencionadas que intentarán quitártelas.
3. Pueden quitarte la vida.
John, atónito por la revelación, quedó sumido en una mezcla de sorpresa y miedo, sus ojos reflejando la incertidumbre que le embargaba. La entidad cósmica continuó su explicación, revelando un enigma que transformaría la naturaleza de su existencia.
John estaba asombrado, su mente luchaba por comprender las palabras de la entidad. Las «Vidas» eran importantes, eso lo entendía, pero ¿por qué? ¿Y por qué él?
—Sabes, yo también estoy formado por “Vidas”, pero lo mío es diferente. Estoy hecho de los deseos de estas “Vidas”. Como seguramente sabes, las personas de tu mundo buscan respuestas a lo desconocido, y yo soy la respuesta.
John frunció el ceño, tratando de entender. —¿Entonces eres como un dios?
La entidad pareció considerarlo. —Algo parecido.
—Fui creado gracias a ustedes, a sus deseos. Cuando fui creado, comprendí que era una parte del universo y que el universo era parte de mí. Su pasado y su futuro están conectados conmigo.
John se quedó en silencio, tratando de procesar la información. —¿Entonces, no es como si fueras el propio universo?
—Con el tiempo, intenté comprender cómo se produjo todo esto, pero, aunque sea parte del universo, no puedo entenderlo completamente. Básicamente, estoy vivo gracias al universo y el universo existe gracias a mí.
John parpadeó, sorprendido. —¿Vivo?
—Los humanos son las únicas criaturas que se adaptan y evolucionan rápidamente.
—Por alguna razón que desconozco, ustedes están en el centro del universo, donde converge todo su poder.
John frunció el ceño, escéptico. —¿Por qué me cuentas todo esto?
—Porque esas “Vidas” que tienes son cruciales para el destino de todo el universo.
John sintió un escalofrío de miedo. —¿Pero si voy a morir? ¿No hay forma de usar a mi favor estas “Vidas”?
La entidad rió, un sonido frío y sin humor. —¿Para un humano insignificante como tú? ¡Nunca! Simplemente, morirías y esas “Vidas” se dispersarían hasta que alguien las reuniera de nuevo.
John se quedó en silencio, su mente girando. —Pero yo nunca las reuní. ¿Cómo es que las tengo entonces?
—Es por eso que te traje aquí, esa es la anormalidad.
De repente, John miró su mano derecha y notó que era considerablemente más arrugada de lo que recordaba.
—¿Qué me está pasando?
—¡Ups! Olvidé mencionarte que aquí, cada 3 minutos equivalen a un año en tu mundo. Eso significa que han pasado unos 30 años para ti.
John sintió que el mundo se desvanecía. —¡30 años!
—Exacto, ya es hora de que te vayas. ¡ADIÓS! —Las últimas palabras fueron pronunciadas con nerviosismo...
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