ARGUMENTO 2
CAPÍTULO 2 | CORAZA
El día siguiente era sábado. Al volver a la escuela ya no tenía preocupación de encontrarme con nadie, pues ya había caído la tarde y la mayoría de las actividades extra escolares habían terminado.
Con calma me recargué en el árbol, suspiré profundamente y encendí un cigarrillo
Las nubes cargadas de lluvia comenzaron a cubrir el cielo, los truenos y el viento mecían el césped del campo de soccer, el ambiente de calma y el exhalar el humo del cigarrillo, parecían haberme devuelto a mi estado normal, mi expresión malhumorada y mi ceño fruncido aparecieron nuevamente en mi rostro”
-Debo estar imaginando cosas, que tonterías estuve pensando, no hay manera de que ella haya sentido lo mismo que yo-. Me dije a mi misma convenciéndome.
La lluvia comenzó a caer como una brisa que cubrió el campo, Los truenos cesaron dando lugar a un agradable baño fresco, el árbol me mantenía seca, permitiéndome disfrutar del paisaje mientras por fin despejaba mis pensamientos.
- ¿No es malo que estés fumando? -Interrumpió una voz el silencio del ambiente.
-No te incumbe lo que yo haga-. Respondí por inercia con mi característico tono desafiante, para mi sorpresa, quien me estaba hablando era la misma chica que había visto el día anterior-.
Mi expresión cambió al reconocerla, sin voltear a verla continué exhalando humo cual chimenea, esta vez un poco más rápido al intentar esconder mis inexplicables y autonombrados absurdos nervios.
-Todos los días vienes aquí, pero nunca te he visto acompañada. Veo que te gusta estar sola-. Me dijo la chica acercándose un poco hasta quedar de pie justo a mi lado.
Mostré una muy leve sonrisa apretando con los labios el cigarrillo. - ¿De verdad parece que disfruto de estar a solas? Que tontería. Si es eso lo que piensas no entiendo por qué estás aquí todavía interrumpiendo mi momento de silencio-.
La chica miró alrededor y al ver que la lluvia no dejaba de caer, se sentó a mi lado, recogiendo sus piernas para guardar calor pues la temperatura comenzaba a bajar por consecuencia del clima y la hora del día, pues eran casi las 6 de la tarde.
-La lluvia está tornándose más intensa. ¿Por qué no te vas a tu casa, Yedaky? -. Dije volteando a ver a la chica que temblaba de frio junto a mí.
-No quiero dejarte aquí sola-. Me respondió con notable frío, pareces una persona dura, pero, si no me has gritado puedo entender que no te molesta que esté haciéndote compañía-. Continuó diciendo. -Espera, ¿Sabes mi nombre? ¡Eso no es justo, yo no sé cómo te llamas! -. Me dijo con un tono de niña berrinchuda.
La confianza que Yedaky me estaba mostrando me provocaba más inquietud, era la primera persona que se esforzaba en entablar una conversación sincera conmigo, no era la típica charla que me buscaba enaltecer u ofender. Era una conversación natural, sin un tema específico, una interacción inocente e interesante, algo totalmente nuevo para mí.
-Como dijiste hace rato, todos los días vengo aquí y es así como te gritan durante los partidos -. Le respondí mirando hacia el frente. -Mi nombre es Miila...Miila Kuroi-.
Al dar a conocer mi identidad, pensé que la actitud de Yedaky iba a parecerse a la de todos los demás. Ante el silencio que se prolongaba luego de haberme presentado, inhalé una buena cantidad de humo y lo exhalé con fuerza para prepararme a la reacción que Yedaky pudiera tener ante la situación.
Para mi sorpresa, la chica estaba tan entumida que no parecía pensar en otra cosa que no fuera en el frío que estaba padeciendo, pues iba vestida con pantalones cortos y una playera sin mangas con los colores del equipo de la escuela, una franja blanca en el pecho delineada con negro, sobre un fondo azul celeste. había terminado recién de practicar y ejercitarse en el campo de soccer justo antes de que cayera la lluvia.
No pude ignorarla y quitándome la chaqueta de cuero la extendí sobre su espalda, cubriéndola hasta sus hombros.
-Debiste considerar la posibilidad de lluvia en el pronóstico de esta mañana, vas a pescar un resfriado si no te cambias la camiseta, yo, no miraré, ponte la chaqueta-. Le dije en un tono menos agresivo en comparación al primero que utilicé al inicio de la conversación.
La chica se cambió sin ninguna preocupación, pues no le molestaba en lo más mínimo que la vieran. Su complexión delgada y atlética le daban la suficiente confianza de mostrar su cuerpo sin ninguna pena, algo que no era para nada común en absolutamente nadie. Ignorando eso, me esforcé en no voltear a verla demasiado, pues a mí sí me daba pena mirarla, aunque fuera de reojo.
Justo después de cerrar el cierre de la chaqueta, Yedaky se recargó en mi brazo, rompiendo completamente la distancia que yo había mantenido con todos durante prácticamente toda mi vida.
-¡Así está mucho mejor! Tu chaqueta es muy cálida y también tú -.
En ese momento por fin pude voltear a verla, y aún con el cigarrillo en la boca, justifiqué esa calidez con la excusa de que estaba fumando, en ese momento, Yedaky me miró fijamente.
-Miila, sé que parecerá una locura, pero... Quiero pedirte una cosa-.
Volteé a verla, como esperando que entendiera con mi expresión que podía proseguir con lo que estaba por decirme. Asentí con la cabeza y no aparté mi vista de la suya.
-Por favor, deja esto-. Dijo Yedaky extendiendo la mano para quitarme el cigarrillo de los labios. -No soy nadie para decirte que hacer, pero, realmente quisiera que entendieras, esto únicamente te hará mucho daño-.
-¿Qué? ¿Es eso lo que me vas a pedir? – Exclamé en respuesta. -No entiendo, ¿En qué te afecta? Soy yo quien está fumando. ¿Estás preocupada por una persona que no conoces? -. Le dije mientras la miraba levantando una ceja.
-Tienes razón, lo siento-. Respondió, justo al terminar respiró profundamente luego de ponerse el cigarrillo en los labios, tosiendo abruptamente a los pocos segundos de hacerlo.
-¡Oye! ¡¿Qué estás haciendo?! -. Le grité estirando el brazo para tratar de quitarle el cigarrillo, pero Yedaky se dio la vuelta para evitar que se lo quitara.
-¿En qué te afecta? Soy yo quien está fumando. ¿Estás preocupada por una persona que no conoces? -. Apenas pudo decir entre el ataque de tos que estaba teniendo como consecuencia del humo que estaba respirando.
-¡De acuerdo, tu ganas! ¡Ya entendí, ahora dame mi cigarrillo!-
No pude evitar sonreír, pero no era una sonrisa de burla, era más bien una sonrisa sincera, me había logrado enternecer un poco al repetir mi frase en mi contra.
-Entiendo, está bien-. Le dije tomando el cigarrillo de vuelta, me puse de pie y estiré la mano para apagarlo con la lluvia-. No volveré a fumar, lo prometo-.
Nos quedamos viendo en silencio mostrando una leve sonrisa por unos segundos, la lluvia comenzó a ceder y en el momento que estaba por decir algo, el tipo con el que choqué en la mañana del día anterior al salir de la escuela llegó corriendo hacia donde estábamos, luego de saludar y hablar confiadamente con Yedaky, con una actitud juguetona la alzó en sus brazos y se la llevó luego de agradecerme haberla cuidado.
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